La guerra de Kosovo fue uno de los múltiples conflictos que se dieron en la exYugoslavia tras el derrumbe del bloque soviético. En ella, encarnizados enfrentamientos ocuparon gran parte de los años 1998 y 1999 entre unidades del ejército yugoslavo –compuestas fundamentalmente por serbios y montenegrinos que eran nacionalistas y cristianos- y rebeldes separatistas de Kosovo, que en su mayoría eran albaneses y musulmanes.
Pero esta guerra no solo se dio entre los dos bandos militares, sino que también arrastró a la población civil con crímenes y atrocidades. No obstante, por aquellos años nada hacía pensar que uno de los últimos capítulos de esa sanguinaria historia se escribiría en Argentina.
El arribo a Kosovo de ‘Relámpago’ y ‘El Muerto’
Con la intención de ejercer un férreo control en la región, desde Serbia se enviaron tropas en febrero de 1998 hacia Kosovo para forzar el desplazamiento de civiles y así permitir la colonización por parte de los serbios expulsados de Croacia y Bosnia. Dentro del caos que se avecinaba, grupos paramilitares arribaron a algunas aldeas de Kosovo y comenzaron con matanzas indiscriminadas en las que no tuvieron reparo frente a niños, mujeres o ancianos.
En varias de estas matanzas participó un grupo paramilitar serbio conocido como ‘Relámpago’, del que Human Rigth Watch (HRW) determinó que fue responsable entre otros crímenes, del ocultamiento e incineración de cadáveres de familias enteras de albaneses en la ciudad de Cuska. Uno de sus miembros era un militar cuyo apodo inspiraba terror: Nebojsa Minic, más conocido como ‘El Muerto’ (Mrtvi).
Minic era el comandante del 177° Escuadrón de Intervención del Ejército Yugoslavo, y principal sospechoso violaciones y de decenas de asesinatos. Entre otros delitos, HRW pudo comprobar que fue el responsable directo de la masacre de seis miembros de una misma familia y del robo de joyas y dinero a sus víctimas; comprobación que se hizo a partir del testimonio de sobrevivientes y de familiares de víctimas que aportaron un dato clave en la identificación posterior del criminal: los tatuajes que tenía en el torso y en uno de sus brazos.
El fin de la guerra, la desaparición de Minic y Mendoza como destino final
Con el fin de la guerra de Kosovo tras la firma del Acuerdo de Kumanovo el 9 de junio de 1999, las tropas yugoslavas se retiraron a Montenegro y luego a Belgrado. Minic pasó a integrar una banda de delincuentes que se dedicaba a asaltar joyerías y bancos, pero también ejerció de guardaespaldas del jefe de Policía de la ciudad serbia de Pec y luego de un exministrio según reconstruyó el Balcan Insight. Sin embargo, desde 2003 su rastro se perdió.
Dos años después y a miles de kilómetros de distancia la denuncia anónima de una mujer dio información de su paradero: “El Muerto” había ingresado a Mendoza a través de Chile en 2003 y se había instalado en nuestra provincia, sin que nadie lo advirtiera. Con un pasaporte falso bajo el nombre de Vlada Radivojevic –identidad sustraída a un ciudadano estadounidense de origen serbio-, Minic había entrado a nuestra provincia donde se afincó e inició un emprendimiento gastronómico bautizado como “La Bomba” (Cuarta Sección) y luego abrió “La Bomba 2″ (Guaymallén). Después inició una relación amorosa con una mendocina; todo marchaba viento en popa. Pero en una noche de copas le reveló a esa mujer su verdadera identidad.
En paralelo, ‘El Muerto’ había solicitado un segundo pasaporte a alguno de sus camaradas de la exYugoslavia para presentarlo a las autoridades argentinas. El que recibió fue a nombre de Goran Petrovic, otro criminal que tenía pedido de captura internacional y las autoridades locales detectaron la situación, que derivó en una causa en la Justicia Federal de Mendoza por falsificación de identidad. La investigación no avanzó tal como consigna diario Los Andes.
A su vez, Minic le había pedido 800 dólares a su pareja para tramitar el documento, dinero que comenzaría a generar rispideces con su novia mendocina. A esto se sumó que dicha mujer lo encontró con otra persona en una situación comprometedora y luego de denuncias cruzadas, la pareja del serbio decidió investigar la verdadera identidad del hombre que tenía a su lado. Todo salió a la luz y un el 3 de septiembre de 2004, la despechada mujer radicó la denuncia en la Policía de Mendoza.
La investigación de la Policía de Mendoza y la detención de Minic
Tras la denuncia anónima de la pareja de Minic, la Policía de Mendoza comenzó a realizar tareas de inteligencia en torno al ciudadano europeo para determinar si era el criminal de guerra sobre el que estababa vigente un pedido de captura internacional.
Según lo detalló a Los Andes Roberto Munives, comisario General de la Policía de Mendoza, “En el mes de marzo de 2005 se recibió una carta anónima en la que se daban datos sobre la presencia de una persona que estaba siendo buscada a nivel mundial sobre delitos de lesa humanidad. La Dirección de Inteligencia Criminal me comisiona a mí la recepción de ese papel, que era la primera información que daba cuenta de la presencia de este sujeto y que tendría vinculación con crímenes de guerra de la exYugoslavia y de la guerra de los Balcanes”.
Tras varios meses de seguimiento, Munives relató que el 13 de marzo de 2005, en la rotisería que tenía el criminal en Coronel Díaz y San Martín, diez policías entraron de encubierto y se hicieron pasar por clientes y tras un breve intercambio de palabras, se procedió a la detención del sospechoso ante el temor de fuga. ‘El Muerto’ no se resistió.
Pero el detenido no fue a la cárcel: padecía HIV, cirrosis, cáncer de pulmón, infección generalizada y otras patologías. Fue alojado en calidad de detenido en el Hospital Lagomaggiore y el 25 de mayo de 2005 Interpol confirmó que las 10 huellas dactilares tomadas en Mendoza pertenecían a Nebojsa Minic.
Perturbadoras revelaciones antes de la muerte y el deceso que no creen los familiares de las víctimas
Tras varios meses internado en el nosocomio mendocino, Minic murió el 20 de octubre de 2005 mientras se gestionaba su extradición a Serbia. Las múltiples patologías que poseía habían acelerado su deterioro físico, pero no su tenebrosas ideas. Según se lo relató a Munives uno de los policías que se encargó de la custodia del genocida, el serbio se arrancaba con sus propias manos los dientes y sin ninguna anestesia.
Además, se jactaba de que la cantidad de personas asesinadas por él no entraban en el Lagomaggiore.
Por su parte, familiares de las víctimas en Kosovo aseguran que Minic aún sigue vivo y oculto en nuestro país, gracias al ‘pago de sobornos’ a las autoridades. Esta hipótesis la sustentan en que su cuerpo nunca fue repatriado ni se informó el destino final del cadáver.
Una lápida a la que le sacaron el nombre y mensajes de amor a la identidad falsa
Diario Los Andes contactó a las autoridades del Hospital Lagomaggiore para acceder al certificado de defunción de Nebojsa Minic, sin embargo dicho pedido fue negado bajo la argumentación de que esos documentos solo lo pueden gestionar familiares del difunto.
Fuentes policiales aseguraban que nunca se había concretado una repatriación de los restos y era muy difícil que dichos restos hayan sido cremados debido a que se trataba de un criminal internacional. La opción restante es que estuviera en alguna tumba en el Cementerio de Capital.
Así fue como el registro del Cementerio de Capital reveló la pieza faltante: en el nivel ‘O’, primera fila, y bajo en número de nicho 1196, los restos de ‘Mrtvi’ yacen camuflados entre cientos de tumbas y fríos mármoles.
No lo delata la chapa identificadora sobre la lápida –que fue intencionalmente arrancada-, sino los llamativos mensajes de amor que varias mujeres dejaron en la piedra y dedicados una de las identidades falsas que usó en Mendoza.
En el proceso de extradición se contó con la colaboración de la colectividad croata de Mendoza, quienes prestaron ayuda en las labores de traducción de la documentación. Una de las personas que más aportó en este sentido fue en ciudadano croata-argentino Mirko Brkljačić, quien hizo de nexo entre las partes intervinientes a la hora de traducir en la causa. En tanto, dicha causa permanece en el archivo de la Justicia Federal N°3 bajo en número 1407-N Nebojsa Minic x/Averiguación Av INFR art. 92CP.
Esta nota no habría sido posible sin la colaboración de dos fuentes anónimas que aportaron información sobre la causa.
Videos: Ingancio Blanco.
Edición: Marcelo Rolland.
