A Pedro Astié, que tiene 18 años y está a punto de concluir la secundaria en la Escuela Martín Zapata, una de las cuatro de ese nivel que dependen de la Universidad Nacional de Cuyo, la suerte lo encontró trabajando.
Es que ninguna frase describe mejor la gran oportunidad que se le abrió poco tiempo atrás para visitar Japón en una experiencia única y enriquecedora.
Pedro es uno de los tres jóvenes que viajará a ese país el próximo sábado 22 para cumplir una beca otorgada por AFS, una organización internacional, voluntaria, no gubernamental, sin fines de lucro, que promueve oportunidades de aprendizaje intercultural para ayudar a las personas a desarrollar el conocimiento necesario para crear un mundo más justo y en paz.
En general AFS promueve los intercambios, aunque rentados. En este caso, la beca cubre la totalidad de los gastos.
Mendocino de pura cepa y amante de su ciudad y de su provincia, Pedro siempre fue un chico curioso y amante de la historia y la geografía. A los 14 años investigaba los distintos países y ya conocía de memoria el nombre de todas las naciones del mundo.
Lo cierto es que, en esta ocasión, desde hacía un tiempo solía seguir en el canal YouTube a un joven de nombre Martín que brinda pautas a los interesados en realizar intercambios en Japón. “Fue así que en ese momento me enteré que se abría la posibilidad de cubrir tres becas completas para realizar un intercambio a través de esa organización en ese país. Sin dudar, comencé a indagar y me inscribí”, relata.
Paso a paso
Pedro fue avanzando a cada paso y cumpliendo a la perfección los requisitos impuestos para quienes estuvieran interesados. Entre ellos, ser menor de 19 años, hablar inglés fluido (y demostrarlo) y por supuesto tener algún conocimiento del idioma japonés. De los 80 inscriptos cada vez iban quedando menos pero él seguía en carrera.
También se exigía tener buenas calificaciones en el colegio y, por último, sortear una entrevista personal junto a sus padres para hablar de su vida, sus gustos, sus preferencias. Los casilleros seguían hacia adelante en este “juego” que le generaba tanta expectativa. Así, cada vez quedaban menos postulantes y él seguía firme y con un fuerte deseo de llegar al final del camino. Lo último que Pedro debió cumplir fue un ensayo sobre alguna problemática de su ciudad y explicar cómo la resolvería. Decidió profundizar sobre las acequias, algo tan mendocino como el Aconcagua.
“La problemática que elegí plantear es cuando se tapan con ramas, hojas o suciedad. Implementé una idea de generar una aplicación para que voluntarios detecten las acequias con dificultades y trabajen para resolverlo”, contó, en diálogo con Los Andes.
El correo electrónico con la novedad de que había quedado seleccionado no demoró en llegar. “Fue una felicidad enorme porque si bien pensaba estudiar Economía en la UNCuyo siempre pensé en aplicar en otro país para poder traer ideas e innovaciones a Mendoza. De alguna manera estoy en ese camino y convencido de que voy a intentarlo”, anticipa entusiasmado.
Lo cierto es que el 22 próximo partirá con destino a una isla pesquera muy pequeña de Hinoshima, cercana a Hiroshima que, en algún momento, fue escondite de piratas, según él mismo relata. Los otros compañeros de beca, con quienes ya tiene contacto y suele hablar a menudo, viven en Uruguay y en la provincia de Buenos Aires.
Durante un mes se alojará en una casa de familia y cumplirá la misma rutina que cualquier joven del último año de la secundaria. “De tanto mirar videos, algo de japonés ya puedo hablar y espero aprender mucho más. No es un idioma fácil, pero me tranquiliza que no debo empezar de cero”, apunta. Y agrega: “Sé que será una experiencia inolvidable para mí y que me abrirá muchísimas puertas. Voy preparado para eso”, se esperanza, para destacar que, en tal caso, espera volcar en su provincia todo lo que pueda aprender en la gran potencia oriental.
“Amo Mendoza, su limpieza, sus espacios verdes, su turismo y las enormes posibilidades que brinda la cordillera. Conozco varias ciudades y siempre llego a la conclusión de que no hay ninguna mejor que Mendoza”, reflexiona.
Hijo de Juan Pablo Astié y de Victoria Graffigna, Pedro vive con su madre; su hermana menor, Paulina, y su abuela Liliana en un castillo del siglo pasado situado en Avenida Emilio Civit. “Sí –cuenta y ríe—vivo en un auténtico castillo tradicional pero no me siento un príncipe, ni mucho menos. Estoy acostumbrado a vivir allí”.
La suerte lo encontró trabajando y Pedro llegó al objetivo merecidamente. Muy pronto, según promete, contará la experiencia. Mientras tanto, va tachando los días en el calendario.