El mendocino Uriel Miralles (23) y el cordobés Jeremías Conrero (25) son motivo de orgullo para la ciencia y la biotecnología en Argentina. ¡Y de qué manera! Porque ambos jóvenes son los responsables y referentes de la startup BioSpi, mediante la cual han logrado desarrollar una vacuna contra la campilobacteriosis (una bacteria que desarrollan los pollos en las granjas de engorde y que puede ser mortal en menores de 5 años). Y este trabajo fue elegido entre los dos mejores del Grand Jamboree de Biotecnología, una especie de ‘Mundial de Biotecnología y del que participaron, en total, 350 proyectos del mundo entero.
El proyecto de los argentinos fue elegido como el segundo mejor del mundo durante el evento que tuvo lugar en Francia a comienzos de noviembre, evento del que los responsables de BioSpi pudieron participar, exponer y darse a conocer frente a grandes referentes mundiales gracias a la ayuda de distintos actores que se mostraron interesados en su proyecto y colaboraron para que estuvieran presentes.
“Desde el minuto uno se presentaron 350 proyectos a nivel mundial y en distintas etapas donde se brindan herramientas para convertir un proyecto en una empresa emergente, una startup. Para la última etapa habían seleccionado 5 proyectos de América, 5 de Asia y 5 de Europa, y esos 15 llegamos al Gran Jamboree”, repasa Miralles, nacido en la Villa Tulumaya (Lavalle, Mendoza) y estudiante de la licenciatura en Biotecnología (en la UNSL). El joven es uno de los fundadores y referentes de la startup BioSpi, y con ayuda de la comuna lavallina pudo hacerse con los pasajes para viajar a Francia.
A lo largo del “Mundial de Biotecnología”, el mendocino y el cordobés lograron vincularse con referentes y eminencias del campo de la biotecnología. Ello, sumado al reconocimiento de haber sido el segundo mejor proyecto, les permite ahora -y con miras al futuro- expandir sus objetivos y seguir tomando trascendencia internacional.
“BioSpi es una startup, una empresa emergente que está desarrollando una plataforma de bioterapéuticos sostenibles obtenidos por biología sintética. Nuestro primer producto es un alimento para pollos con el potencial de una vacuna, es decir, una vacuna oral que los pollos ingieren. De esa manera, estos ejemplares se defienden de las infecciones. Actualmente la estamos haciendo para pollos y concretamente para combatir la campilobacteriosis. Pero en el futuro la vamos a poder hacer contra otras bacterias, como por ejemplo la salmonella, y también para otros animales, como cerdos y vacas”, resume Miralles, ya de regreso en Argentina y luego de su histórica participación.
POSICIONADOS A NIVEL MUNDIAL
En septiembre, a raíz de una nota en Los Andes y referida al avance científico que significaba el trabajo de Miralles y Conrero en BioSpi -ya reconocido por la comunidad, puesto que habían quedado entre los 15 mejores a nivel mundial-, miles de personas conocieron el trabajo de ambos investigadores en el campo. Y esta difusión les sirvió para conseguir el apoyo que les faltaba para poder participar del Grand Jamboree de Biotecnología. Después de todo, ya estaban entre las mejores empresas emergentes -startups- del mundo).
El trabajo argentino fue seleccionado para participar de este certámen científico por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés) y la fundación IGEM Startups (enfocada en la ingeniería genética a nivel mundial), organizadora del Grand Jamboree.
“El evento empezó el 2 de noviembre. Aunque estuviésemos entre los seleccionados, para poder asistir los otros días había que tener un ticket y salía cerca de 600 dólares. Entonces el primer día trabajé como voluntario, ya que me había anotado. Eso permitió que con Jere nos ahorráramos uno de los tickets”, cuenta el lavallino Uriel Miralles, quien agrega que habían llegado a París el 30 de octubre y estaban alojándose en la Casa de Argentinos en París, dentro de la ciudad universitaria y a unas 10 cuadras de donde se celebraba el evento.
Ya viernes 3 y el sábado 4, los referentes de BioSpi estuvieron en su stand, recibiendo y compartiendo momentos con gente de todas partes del mundo, y compartiendo la experiencia de su desarrollo. Todo el evento y sus participantes estaban divididos en distintas categorías (Biomanufactura y software -donde participaron los argentinos-, Salud y diagnóstico y Agricultura y alimentación.
El sábado 4, Miralles y Conrero tuvieron la desafiante tarea de tener que presentar su empresa ante el jurado, compuesto por miembros de las instituciones líderes en el campo de la biotecnología.
“Durante 4 minutos tuvimos que presentar la empresa, y después hubo 3 minutos de preguntas del jurado. Y así con todos los participantes”, rememora Uriel sobre los 15 finalistas y sus exposiciones (entre los cuales estaba BioSpi).
Pero aún faltaba lo mejor. Y es que el mismo 4 de noviembre la organización eligió y nombró a quienes habían recibido una mención especial, primero. “Empezaron a nombrar las menciones especiales y no estaba nuestro nombre. Pensé que no habíamos quedado, pero me consolé con la idea de que nos conformado con estar y llegar hasta esa instancia”, recuerda el investigador lavallino.
En medio de esta resignación -casi forzosa-, una vez nombradas las menciones especiales fue el momento de presentar a los finalistas que competían por ser la startup ganadora del Grand Jamboree. Y allí fue donde Uriel y Jeremías vieron que el nombre de BioSpi sobresalía como el de la startup ganadora en la ya mencionada categoría de Biomanufactura y software.
Al día siguiente, domingo 5 de noviembre -y ya en la gala de premiación y culminación- les confirmaron a los participantes que BioSpi era la segunda mejor startup del Grand Jamboree, por debajo de MagGenix (participó en la categoría de Salud, MedTech y Diagnóstico). Además, Buzz Biolabs (en la categoría Alimentación, Agricultura y Pista Sostenible) también estuvo en el podio.
“Al principio como que sentimos un poco de decepción, porque habíamos tenido muy buenas críticas. Estábamos súper ilusionados con ganar, pero creo que nos jugó en contra el estadío del proyecto, ya que era un poco más temprano que los demás. Además, los otros venían de grandes universidades que respaldaban sus trabajos. Pero cuando estuvimos más tranquilos en el alojamiento y terminamos de procesar y ver lo que había pasado, no lo podíamos creer. ¡Estábamos entre los dos mejores del mundo!”, rememora Uriel Miralles.
EL SEGUNDO MEJOR PROYECTO DEL MUNDO
La campilobacteriosis es una bacteria que suele desarrollarse en los pollos que se encuentran en las granjas de engorde –antes de salir al mercado-. Según resaltan los dos fundadores de BioSpi (Miralles y Conrero), se trata de un problema creciente y que afecta tanto a la producción avícola como a la salud humana.
“En Argentina y en toda Latinoamérica, granjas de pollos de engorde y ponedoras luchan contra esta enfermedad, lo que afecta la seguridad alimentaria y la economía. Desde nuestra startup de biotecnología estamos desarrollado una plataforma de bioterapéuticos sostenibles para la generación de una vacuna para la campilobacteriosis. Estamos en una primera etapa, y el tema es que se trata de una bacteria que hasta hace no mucho se estaba tratando con antibióticos, pero ahora se ha generado una resistencia a los antibióticos”, destacó Miralles a Los Andes en septiembre, antes de concretar la participación en el “Mundial de Biotecnología”.
El detalle es que la campilobacteriosis se transmite de las aves a la gente y, según destacan los investigadores, en personas adultas puede generar una diarrea crónica, mientras que en menores de 5 años afectados, la mortandad llega a 90% aproximadamente.
“Por esto es que desarrollamos esta vacuna, que es de administración oral y no genera resistencia. Lo que hace es entrenar el sistema inmune del pollo para que no desarrolle la bacteria. Y es algo importante si se tiene en cuenta que la campilobacteriosis está teniendo una proliferación importante a nivel mundial”, agregó Miralles hace más de 2 meses.
“Este logro es un reflejo del compromiso de Argentina con la innovación y la ciencia. Nos damos cuenta de que la verdadera solución no está en partir hacia el extranjero, sino en quedarse y demostrar de qué estamos hechos. Es hora de vender nuestro talento al mundo desde nuestras raíces” destacó en septiembre Miralles, quien es, además, director ejecutivo de BioSpi.
LO QUE VIENE
Este reconocimiento internacional para los investigadores argentinos y responsables de BioSpi les abre las puertas para poder seguir expandiéndose y creciendo en el mundo entero.
“Pudimos conectar con los principales actores de la biología sintética y esto nos permitió posicionarnos entre las primeras startups mundiales. Es muy importante que podamos estar en contacto con los grandes líderes”, destaca Uriel Miralles.
Además, el investigador se mostró entusiasmado ante la posibilidad de que también se aceiten los mecanismos para obtener financiación, además de asesoría sobre regulación y propiedad intelectual en otros países, por ejemplo.
“Ya tenemos invitaciones para ir a ver el ecosistema de San Francisco y Boston, uno de los más grandes del mundo. Nos va a ayudar para poder meternos en el sistema”, agrega.
CÓMO CONTACTARSE CON LOS INVESTIGADORES ARGETINOS
Web: www.biospi.tech
Mail: info@biospi.tech
Instagram: @biospi.tch