De Drummond a las montañas más altas y peligrosas del mundo, así ha sido la vida del mendocino que logró un hito en el montañismo nacional. Se trata Javier Beiza, o “Cacho”, como lo conocen los más queridos, el mendocino que se convirtió en el primer argentino en hacer cumbre en el K2, la segunda montaña más alta de la Tierra tras el monte Everest y posiblemente la más difícil de escalar, hecho por el que también es conocida como “La Montaña de la Muerte” o “La Montaña salvaje”.
Todavía desde Pakistán, donde se encuentra el Karakórum, la cordillera que pertenece al sistema del Himalaya y que aloja al K2, Beiza se las ingenió para encontrar señal y dialogar en exclusiva con Los Andes: “Ser el primer argentino en guiar en el K2 es ante todo una alegría muy bonita”, comenzó el andinista.
Si bien son varios los argentinos que han hecho cumbre en los picos más altos del mundo, “Cacho” fue el segundo en subir como escalador La Montaña de la Muerte, y ahora se convirtió en el primero en hacerlo como guía, función que conlleva más responsabilidades y riesgos.
“Yo no soy un súper guía. Me considero bueno, obviamente, y día a día me esfuerzo mucho por eso; pero que se entienda que vivimos en un lugar privilegiado como lo es Mendoza, donde la cultura y la montaña nos ha llevado a crecer como hermanos y a formarnos como tal”, se definió con humildad.
Para Javier Beiza, haber nacido en Mendoza y vivir tan cerca de la montaña fue la primera clave para lograr el hito que acaba de conseguir, aunque asegura que también él tuvo “la suerte y la posibilidad de que me convoquen para trabajar en estas montañas”, ya que “se compite contra guías de todo el mundo”.
Sin embargo, el mendocino también hizo su parte, cuando comenzó a hacer andinismo por gusto desde los 15 años y nunca más se separó de su pasión: a sus 48 años lleva más de 20 siendo guía de trekking y Alta Montaña, es profesor de Educación Física egresado del IEF e instructor de andinismo.
Además, trabaja como docente y es especialista en el uso de cuerdas, habilidad que le dio la montaña y él trasladó a su empresa Argentina Vertical, “en la que hacemos accesos por cuerdas”. Entre todo eso, “Cacho” viajó al Himalaya para subir el Everest y el K2, a 8848 y 8611 metros sobre el nivel del mar, respectivamente; convirtiéndose también en el primer y único argentino hasta el momento en hacer los dos picos más altos del mundo en la misma temporada.
La expedición
Primero, Beiza comentó que “al K2 lo disfruté muchísimo principalmente porque el grupo de clientes se redujo mucho y solo quedaron dos mujeres. Una de ellas, Chrisly Melesk (de Estonia), ya había escalado conmigo el Aconcagua en el verano, entonces ya nos conocíamos y entendíamos”.
“Mi suerte y disfrute tuvieron que ver con que ella es una chica muy fuerte y pudimos andar muy rápido, en muchas secciones donde la seguridad va de la mano con la velocidad: atravesar muchos sectores depende de cuán rápido seas, ya que son zonas donde caen muchas piedras o puede haber avalanchas”, explicó sobre La Montaña de la Muerte.
En total, la expedición desde la base a la cima, pasando por todos los campamentos, duró 1 mes y medio. Tras esperar varios días en el campamento Base porque no había buen tiempo, el grupo salió del campamento 4 el 21 de julio alrededor de las 10 de la noche: “Hubo gente que nos vio equipando y salió antes, pero por suerte con Chrisly fuimos bien rápido, los pasamos y nos salvamos de todo ese embotellamiento que después se conoció”, relató “Cacho” sobre el estancamiento en el K2 que fue noticia mundial, con récord de montañistas. Esa rapidez y el trabajo de sus Sherpas les permitió llegar entre los primeros escaladores de la cumbre ese día.
Tras 5 horas y media de caminata y escalada, finalmente llegaron a la cima del K2, a 8611 metros de altura, cerca de las 3:20 de la madrugada del 22 de julio: “Llegamos a la cumbre demasiado antes de lo que queríamos, ya que acá amanece a las 4. No pudimos tener luz solar, esperamos casi 45 minutos pero ya se puso demasiado frío y nos empezábamos a congelar, entonces empezamos a bajar y ahí nos agarró el amanecer”, reveló Beiza.
Si bien la bajada se hace hasta el campamento 2 “para no estar tanto tiempo a esa altura”, Chrisly y Javier lo hicieron tan rápido que decidieron descender aún más. “Entre las 6 y 7 de la tarde llegamos al campamento Base, fue un día larguísimo, como de 21 horas entre el campamento 4, la subida a la cumbre y bajar hasta el Base”, resumió.
Próximo objetivo
“Cuidate, nene”, son las últimas dos palabras que Javier Beiza escucha antes de emprender viaje. Se lo dice su mamá, que siempre lo espera siempre de vuelta en casa. Ahora, con el placer de la tarea realizada, Beiza reconoce que “por suerte salió todo muy bien”. “Lo disfruté mucho”, repite una y otra vez “Cacho” mientras relata la expedición que lo convirtió en el primer argentino en subir el K2 como guía.
“Al Everest también fui como guía de un cliente particular, dentro de un grupo. Al K2 vine como uno de los cuatro guías, junto a Garrett Madison (Estados Unidos) -el dueño de la empresa que realiza la expedición-, Terray Sylvester (Estados Unidos) y el guía Sherpa, Aang Phurba Sherpa (Nepal)”, contó el mendocino, que en total estuvo alrededor de 4 meses en aquella región del Himalaya que se extiende principalmente entre Nepal y Pakistán.
La particularidad de este sector del Himalaya, en la cordillera del Karakórum (Pakistán), “es que es muy salvaje”, manifestó Beiza, en comparación con la geografía y la cultura de Nepal, donde está el Everest: “Yo lo relaciono con mucho rockandroll, es violento, y hay que tomárselo con mucha calma porque la gente no es fácil y los lugares te vuelan la mente, son espectaculares, pero a la vez con geografías violentos”.
“Es una intensidad muy importante que se vive desde el primer momento: los caminos están cortados, vas por las cornisas, cuestan las comunicaciones. Y después las montañas reflejan todo eso”, resumió el andinista sobre el K2.
Ahora, con la alegría de la travesía realizada, “Cacho” emprende su vuelta desde Pakistán a su Mendoza querida. “Por ahora quiero llegar a casa a recibir el abrazo de la familia, que hacen muchísimo el aguante, junto a mi hermana y mi mamá”, dijo con absoluta tranquilidad.
Después de resolver algunos trabajos pendientes, “la verdad es que quiero descansar por unos meses, subir el Everest y el K2 en la misma temporada es un desgaste importante a nivel físico”, aseguró.
Sin embargo, el mendocino récord ya tiene su próximo objetivo en la mira: “Quiero ir al Macizo Vinson, el pico más alto de la Antártida, ese es el próximo objetivo a la vista, tengo que lograr que me lleven que no es tan sencillo”, vislumbró. Así, el mendocino que desafía las cumbres más altas del mundo intentará seguir escribiendo páginas y moviendo montañas.