El médico que enfrentó al Covid en la calle y también restaura objetos antiguos

Mariano Garavaglia es uno de los profesionales más reconocidos de San Martín y la región. Su batalla contra el coronavirus atendiendo a domicilio dejó una marca en la comunidad. Para relajarse, realiza trabajos de tornería y carpintería.

El médico que enfrentó al Covid en la calle y también restaura objetos antiguos
Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes

Mariano Garavaglia es un señor apasionado, detallista, perfeccionista, casi un obsesivo. Un señor que es médico, que “sabía que lo sería desde que nací”. Y que es un restaurador de objetos antiguos porque “siempre tuve habilidad para arreglar cosas”. Pero, más allá de sus capacidades, lo que marca la vida de este señor de 55 años, calificado por muchos como uno de los mejores médicos de la región, es que “todas las cosas que hago, las hago con entusiasmo”.

─Las dos actividades, ¿qué tienen en común? ¿La reparación?

Garavaglia responde automáticamente. Es una pregunta que ya se ha hecho él mismo.

─Sí, puede ser. También son dos profesiones muy antiguas ─dice, y agrega: Hay una habilidad natural para hacer bien las cosas. Yo no soy artesano, pero le pongo mucha dedicación y uno se entusiasma a medida que las cosas te salen bien. Y eso es así, en todo.

Es agradable en el trato y se lo puede intuir hiperactivo. Abre su casa, en donde predomina la madera en el interior y un jardín frondoso y bien cuidado en el exterior, sin resquemores y tampoco esquiva la charla.

─Estudié medicina en la UNCuyo. Desde que nací sabía que iba a ser médico. Me encantó, me gustó siempre y lo hago con pasión. Debe ser así, porque mis tres hijos eligieron Medicina.

Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes
Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes

─¿Y cómo te hace sentir eso?

─ Bien, muy bien, aunque me sentiría bien si hubieran seguido cualquier otra cosa porque, lo importante, es que sean felices. Pero veo que les gusta la medicina, que lo hacen con pasión, y eso es perfecto.

La charla con Mariano Garavaglia no comienza en el living de la casa, sino en el fondo de la propiedad. El taller no es grande, pero tiene todo lo que necesita un hombre inquieto. Herramientas de mano de lo más variadas y también herramientas de banco, además de una mesa trabajo cómoda y estanterías con los materiales más variados.

“Esto es mi cable a tierra”, dice. Acá ha arreglado los objetos más diversos, desde una heladera del 1800 a un taladro manual de principios del Siglo XX. De algún mesón enorme que ahora se luce el quincho, hasta alguna arma de la Segunda Guerra Mundial.

“Las cosas me las encuentran y me las regalan mis amigos o mi familia que saben que esto me apasiona y, a veces, encuentro algo yo”, confiesa.

─¿Has soñado con vivir de esto?

─¡Por supuesto! Veo los documentales de esos que tienen una cabañita en Alaska, restauran cosas y después se van a pescar…, ¡Yo sería feliz viviendo así! Me gustaría jubilarme y hacer algo como eso. Sería muy feliz (e inmediatamente se corrige) Sería más feliz, todavía.

Dice que “siempre tuve habilidad para arreglar cosas, Cuando era chico y en la familia se rompía un jarrón o algo, me lo traían para que lo pegara yo y siempre lo seguí haciendo. Salvo en los primeros años de residencia, del ejercicio de la medicina, porque esa es una etapa muy intensa. Llegué a hacer hasta dieciocho guardias por mes”.

Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes
Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes

Soy leyenda

Nació y vivió siempre en San Martín. “Nací en el mismo sanatorio donde nacieron mis hijos”, subraya. Su padre fue abogado y nombrado camarista laboral en el gobierno de Santiago Felipe Llaver, allá en el retorno de la democracia. Su madre era profesora de piano. La vocación por la medicina no fue herencia familiar, pero “siempre supe que quería ser médico”.

Cuando llegó el 2020 y llegó la Pandemia, Mariano Garavaglia fue el único médico que salía a la calle y hacía visitas a domicilio.

“Me mandaban WhatsApp o me llamaban, ¿cómo les iba a decir que no”, dice. Durante mucho tiempo fue el único, después “solo fuimos dos. Nunca dejé de atender y estoy orgulloso de eso. Solo fuimos dos los médicos que atendimos en la parte privada. Desde el primer día atendí a toda la gente que me lo pidió, en el consultorio o en sus casas, cuando hacía falta”.

La charla se acelera en este punto. Se carga de tensión, de emociones. Por momentos algo se atraviesa en la garganta.

“Yo atendí más de 2.000 pacientes con COVID, de los cuales se murieron más de 300. Hubo trescientos pacientes que estuvieron frente a mí y se murieron, que lamento en el alma, por más que hubo algunos que no conocía. Porque como se comenzó a correr la bola de que yo era el único que atendía particular y que iba a los domicilios si era necesario, me llegaban decenas de mensajes todos los días”.

“Los pacientes obesos eran un problema. Los veías con fiebre y neumonía bilateral y sabías que se iban a morir, se morían todos. Empezaba a hablar con esa gente, podía sentir el miedo del paciente y sabía que había muy pocas chances. Ese contacto era muy triste porque no se podía cambiar nada. Ese paciente había llegado en un estado de desventaja total”.

Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes
Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes

En esos días ni hubo tiempo para ningún hobby, ni para nada.

─¿No se contagiaron vos y tu familia?

─Nunca pensé que me fuera a pasar algo. Y nunca me pasó. Ni siquiera me enfermé. Hace un tiempo me han medido los anticuerpos y he tenido un montón de variantes de Covid, pero nunca tuve síntomas. Por ahí será que uno tiene un ángel protector. No me enfermé ni se enfermó mi familia. Yo llegaba, me desnudaba en la cochera, entraba en calzoncillos, me daba una ducha, me ponía ropa limpia y mi familia la tuvo que apechugar.

─¿Cómo lo tomaron ellos?

─Bien. Si vos sos soldado y empieza una guerra, no te podés ir a tu casa. No podés, porque fracasás en todo sentido. Sos soldado y estás para la guerra. Si no, tenés que dedicarte a otra cosa. No es criticar a todos los que se fueron a la casa, que fueron casi todos. Los que pusieron el pecho fue la parte hospitalaria, pero en la parte privada desapareció todo, no quedó nada

Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes
Mariano Garavaglia médico que tiene como pasatiempo restaurar objetos. Foto: Los Andes

A dos voces

Uno de los dos mil pacientes de Mariano Garavaglia fue el baterista Marcelo Fortunato.

El paciente dice del médico y de esos días:

“No lo conocía personalmente, pero algunos amigos me habían hablado de su excelencia como médico. Cuando comencé a tener dificultades para respirar, se presentó en mi vida como un ángel salvador. No solo me dio la indicación que me salvó la vida, sino que se comprometió con toda mi familia, hizo gestiones en el Hospital del Carmen para que me internaran y se acercó a mi caso con una profesionalidad y humanidad que aún me deja sin palabras. Después de pasar dos meses internado y enfrentar la muerte en varias ocasiones, me contaron cómo se comprometió con el tratamiento, el seguimiento y el apoyo”.

Del caso Fortunato, el médico dice:

“En Pandemia, aprendí muy rápido a leer cosas que no se ven habitualmente. Había pacientes que estaban bien (como Marcelo), cuando unos los revisaba, pero había signos que te indicaban que este paciente iba a andar mal muy rápido y que había que internarlo ya, porque era importante ganar tiempo. Había lugares en donde los mandabas a internarlo y te los rebotaban, porque decían que el paciente no tiene criterio de internación, pero uno sabía que mañana los iba a tener”.

Sobre el caso de Marcelo dice que “fue su ángel de la Guarda, no lo salvé yo, fue su destino. No era su momento. Estuvo más de 20 días intubado y el pronóstico para esos pacientes era casi cero. Marcelo es una prueba viviente de que todo el esfuerzo que se hizo, vale la pena”.

─¿La Pandemia te cambió?

─ Sí, me cambió la vida. Uno no se tiene que hacer problemas por pelotudeces.

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