Después de largos 20 años de inactividad, el matadero municipal de San Carlos vislumbra una posible reapertura. Fue un ícono del departamento como polo económico durante la década del ‘80, pasó al olvido durante mucho tiempo y ahora las autoridades quieren volver a ponerlo en funcionamiento para los productores de la región. Con un fuerte arraigo de la comunidad por todo lo que rodea a la ganadería, esta actividad que sobrevivió por generaciones intentará volver al ruedo en la era de la vitivinicultura y el mundo de las bodegas.
En calle Calderón del departamento más antiguo de la provincia -después de la Ciudad- duerme un gigante de ladrillo que supo ser el centro de la actividad económica de Villa San Carlos. “Me parece que fue hecho por allá por 1965, en esa década”, dice Alberto Piatelli, mientras intenta recordar aquellos años de trabajo.
Él, un historiador reconocido de San Carlos, vivió sus 80 años en el departamento, y entre 1983 y 1989 presenció de cerca parte de la época dorada del matadero. “Yo era secretario de gobierno y ahí el frigorífico funcionaba a pleno; se faenaban vacunos y ganado menor. Funcionaba muy bien y daba muchísima mano de obra porque no era solamente la faena sino el frigorífico, la limpieza, el cuidado de los animales. Trabajaban muchas familias, era un importante ingreso para la gente de San Carlos”, detalló en diálogo con Los Andes.
Para el intendente Rolando Scanio, el matadero municipal “marca mucho la historia” del departamento. “San Carlos es una cuna de tradiciones y esto tiene que ver con eso. Es un ícono, hay muchas familias que vivieron del matadero y hoy sus hijos siguen trabajando en el ámbito de la carne y los frigoríficos, por las enseñanzas de sus padres y abuelos que trabajaron en el matadero”, explicó a este diario.
Y, en coincidencia con Piatelli, agregó: “Cumplía una función importante porque le daba trabajo a mucha gente. Muchos matarifes –aquellos que faenan animales- empezaron a trabajar en la zona y estaba muy bien ubicado estratégicamente. Era algo muy grande y uno de los emprendimientos económicos más importantes que tenía el departamento”.
Aquellos buenos tiempos
En sus mejores momentos, “había entre 50 y 60 personas trabajando y se faenaban cerca de 150 animales por día” entre ganado porcino, caprino, ovino y aves. Uno de los testigos principales del movimiento era, y sigue siendo, Miguel Ángel Lobos, un carnicero que hace 28 años tiene su negocio justo al lado del matadero. “Vivían muchas familias de eso. Tenía un costo muy bajo porque en ese tiempo era municipal, entonces venía gente de todo el Valle de Uco”, relató. Y destacó que quienes trabajaban allí “ayudaban a mucha gente, regalaban lo que sobraba a los no pudientes”.
Alberto Piatelli recuerda con precisión: “En el mismo matadero había una carnicería e íbamos a comprar ahí porque era mucho más barato”. Un clásico de ese tiempo eran “los achureros”, “que salían desde ahí en carretelas a vender achuras por los pueblos”. “Se faenaba de madrugada, desde las 2 de la mañana, y a las 8 ya salían todas las reses preparadas en los camiones para repartir en las carnicerías”, mencionó sobre la metodología.
Pero su gran producción no era el único atractivo del matadero, sino que también era una referencia arquitectónica de la región. “Estaba muy bien diseñado, todo con ladrillo y con todo lo que un matadero de aquel tiempo debía cumplir”, contó el intendente Scanio.
El mencionado historiador, por su parte, recuerda que “estaba muy bien cuidado, había lindos jardines y árboles en los alrededores. Las cámaras eran nuevas y se trabajaba a pleno, como debía ser”.
Tras el abandono, la esperanza
Sin embargo, un día la desidia tocó a la puerta del gigante de ladrillo, que poco a poco fue cayendo en el olvido. Miguel, desde su carnicería a tan sólo unos metros, veía cómo todo cambiaba: “Se fueron quedando sin maquinaria y sin gente, algunos se jubilaron y otros se quedaron sin laburo. Mucha gente vivía de las achuras y eso se terminó, ya no quedaba mucho”.
Para Piatelli, una de las razones consistió en que “nunca fue adaptado y se quedó fuera de tiempo”, a la vez que “aparecieron otros matarifes que hicieron sus propios frigoríficos y mataderos”. Más acá en el tiempo, “lo intentaron remodelar un tiempito para faenar caprinos pero no dio resultado porque era mucha la inversión”, comentó.
El intendente Scanio, explicó: “En su momento parece que no fue lo suficientemente rentable, se cerró y ya no se pudo volver a abrir; se fue viniendo abajo la estructura”.
Y así pasaron más de 20 años sin volver a los días de éxito. Los productores locales debieron salir a la ruta y hacer cientos de kilómetros para faenar en Malargüe, en Ciudad y hasta en Rivadavia. “Influye mucho en el negocio por los gastos y el traslado. Es mucho más económico retirar la carne cerca, los traslados son caros y eso se lo tenés que cargar al costo final del producto”, explicó Lobos.
El carnicero también manifestó que la falta de un matadero local fomentó la “competencia desleal”, es decir, la faena clandestina. “Al no tener la posibilidad de trasladarse, muchos matan debajo de un árbol, en el campo, en la casa, o en cualquier lado, y te venden el animal mucho más barato de lo que vos lo podés hacer por la vía legal, porque no tienen ningún costo. En cambio nosotros tenemos que pagar por el control sanitario, por el acarreo, el furgón con cámara de frío y demás”, detalló.
En ese aspecto, el jefe comunal reconoce: “Nosotros tenemos un déficit muy importante, sobre todo con el ganado menor”, por lo que considera que la reapertura del matadero tendría “múltiples beneficios”. Entre ellos, destacó contrarrestar la faena ilegal, disminuir los costos de traslados y la salida laboral. “Calculamos entre 30 y 40 personas efectivas trabajando en forma directa”, anunció.
Scanio adelantó que “está todo listo para hacer el llamado a licitación pública y quien se lo adjudique deberá tomar posesión inmediatamente para empezar a trabajar en el terreno, que hay que prepararlo, readaptarlo, hermosearlo y ponerlo en funcionamiento”.
El objetivo del municipio “es a corto plazo”, por lo que esperan que “el año próximo ya lo podamos tener habilitado, lo más rápido que se pueda”. “Queríamos hacerlo antes para aprovechar el ganado caprino, cuya temporada es en diciembre. Esperamos poder llegar a concretar la faena menor y dejar el ganado mayor para enero”, indicó el intendente.
Ante la posibilidad concreta de la reapertura, el historiador Alberto Piatelli analizó: “Es una actividad que está muy arraigada a las costumbres y la gente lo viene reclamando hace mucho. Sinceramente, yo no creo que vuelva a ser lo que era antes, porque antes era una de las principales actividades y ahora hay otras, como las bodegas y emprendimientos de todo tipo. No va a dejar de ser una industria importante si vuelve, pero no va a ser lo que era antes”.