El futbolista mendocino que fue campeón de América y hoy vive en medio de la selva mexicana

Nacido en San Martín, Roberto “Nuno” Molina (49) ganó la Supercopa con Independiente de Avellaneda en 1995. Hace más de 4 años vive en la Riviera Maya, donde enseña a vivir de manera autosuficiente y trabaja en la instalación de la primera ciudad autosustentable de México.

El futbolista mendocino que fue campeón de América y hoy vive en medio de la selva mexicana
Roberto "Nuno" Molina, el ex futbolista mendocino que se fue a vivir al medio de la selva mexicana.

Roberto “Nuno” Molina nació en el departamento mendocino de San Martín, tiene 49 años y es un ex futbolista profesional. Tras sus inicios en el Chacarero del Este mendocino, llegó a defender la camiseta de la Selección Argentina en la categoría Sub 20, fue al banco de suplentes en la selección mayor y, a lo largo de su vasta trayectoria, llegó a jugar –además de en Argentina- en clubes de Ecuador, México y Perú. Su momento de mayor gloria en el deporte llegó en 1995, cuando ganó –con Independiente de Avellaneda- la Supercopa Sudamericana.

Roberto "Nuno" Molina y su hermano abrieron sus cabañas en medio de la selva de Tulum. Allí trabajan e impulsan las huertas orgánicas.
Roberto "Nuno" Molina y su hermano abrieron sus cabañas en medio de la selva de Tulum. Allí trabajan e impulsan las huertas orgánicas.

Lejos del deporte y del fútbol –más no del verde pasto-, su vida transcurre por estos días en un entorno por demás atípico y totalmente ajeno al que lo llevó a destacarse futbolísticamente en San Martín de Mendoza, Ferrocarril Oeste, Rosario Central, Independiente de Avellaneda y Racing Club en Argentina; y también en el América, el Atlante, los Toros Neza, el Puebla, los Tiburones Rojos de Veracruz (México), Universitario de Perú y Barcelona de Ecuador. Y es que desde hace ya más de cuatro años, “El Nuno” Molina se desconectó de todo lo que era su vida tradicional para conectarse con la naturaleza en el medio de la selva de Tulum (México). Allí vive actualmente, donde tiene unas cabañas; y también mantiene un rol más que activo en un proyecto motivador: construir la primera ciudad sustentable de México en ese punto.

Molina se encuentra instalado en ese paraíso de la Riviera Maya, donde montó su propio complejo de cabañas –Koop Luum-. Allí comenzó esta impactante compenetración y conexión con la naturaleza; la misma que hoy lo ha llevado a ser parte del proyecto de construir una ciudad sustentable. “Koop Luum es el refugio que encontré, y ahí fui sintiendo la energía de la naturaleza. Es también un lugar de contención para las familias que la están pasando mal con la pandemia”, destaca el ex futbolista mendocino en diálogo con TN Deportivo al referirse a su nueva vida.

Molina sostiene que sus hijos saben que él los ama y les ha transmitido sus valores.
Molina sostiene que sus hijos saben que él los ama y les ha transmitido sus valores.

En este impactante proyecto –que puede asomar como alocado a priori, pero avanza a paso más que firme y es cautivante-, Nuno está acompañado por su hermano mayor, José. Los dos están abocados de lleno a la construcción de la mencionada ciudad sustentable; mientras que sus dos hijos Franco y Tiziana- están en Buenos Aires, con su madre. Por culpa de la pandemia, hace más de un año y medio que Molina no puede viajar a visitar a sus hijos. “Ambos saben quién es su papá y, pese a la distancia, tienen en claro que los amo. En el tiempo que compartí con ellos siempre les dejé en claro que la vida no pasa por tener una profesión y ganar dinero, sino por vivir en libertad, que es un poco lo que descubrí en este lugar”, reflexiona Molina al ser consultado por su relación con su familia.

“En estos cuatro años pude darme cuenta quién es verdaderamente Roberto Molina. Durante mucho tiempo, mientras estuve inserto en el mundo del fútbol, viví en una burbuja. Eso fue hasta que a los 35 años me dijeron que estaba viejo y que ya no servía. Fue algo duro, pero me sirvió para darme cuenta que los futbolistas no estamos preparados para el retiro. Acá encontré una nueva forma de vida. Un equilibrio. Me di cuenta que no todo pasa por el dinero. Ahora veo las carencias y necesidades que hay en el otro y no puedo quedarme quieto sabiendo que hay personas con hambre. Este lugar le dio sentido a mi existencia y una nueva interpretación de lo que es vivir”, reflexiona Molina. Y deja pensando a quien lo lee y/o escucha.

Las cabañas de los hermanos Molina, en la selva de Tulum (Riviera Maya, México).
Las cabañas de los hermanos Molina, en la selva de Tulum (Riviera Maya, México).

“El fútbol siempre significó mucho en mi vida. Para mí, los vestuarios siempre fueron pequeñas comunidades. Porque el fútbol es un estilo de vida, y dentro de ese ambiente te podés encontrar con cientos de personalidades, de historias y de emociones. Es algo parecido a lo que estoy experimentado hoy. Desde hace varios años decidí hacer un cambio y me vine a vivir a Tulum, en la Riviera Maya. Estoy en el medio de la selva, pero ojo, que esto no es el Amazonas, acá tenemos luz y agua potable. Estoy a solo 15 minutos de la ciudad”, agrega el ex deportista.

Una elección de vida

Dejar la vida normal y tradicional que le suele esperar a cualquier ex futbolista para comenzar a transitar en esta nueva senda de conexión con la naturaleza fue “una elección de vida”; según lo describe el propio Nuno Molina.

Roberto "Nuno" Molina llegó a ser parte de la selección argentina sub 20 y fue al banco en la selección mayor.
Roberto "Nuno" Molina llegó a ser parte de la selección argentina sub 20 y fue al banco en la selección mayor.

“Tiene que ver con la evolución de cada persona. Yo tenía ganas de volver a vivir algo parecido a lo que fue mi infancia, donde todo el tiempo estábamos con amigos, donde nos mirábamos a los ojos y donde todo el tiempo se compartían momentos inolvidables. Creo que hoy esa infancia está perdida y los chicos se pasan la vida adelante de una tablet o un teléfono”, destaca el ex futbolista mendocino a TN Deportivo.

En sus cabañas, Koop Luum, Molina y su hermano tienen siempre las puertas abiertas para quienes lleguen con la misma idea con la que llegaron ellos al lugar: romper las estructuras de lo conocido y adentrarse a la naturaleza. “Llegan muchas familias a las que les enseñamos, por ejemplo, a hacer una huerta orgánica. Aprenden a plantar calabazas, tomates, frijoles y mucha variedad de frutas. Tienen que producir el propio alimento”, agrega Molina.

El mendocino resalta, además, que esta forma de trabajar y encarar la vida no solamente los hace sentir más productivos, sino que también les brinda una gran contención. “El lugar en el que estoy es maravilloso y me encuentro acá para defender la ecología; y, sobre todo, la infancia; ya que los chicos son los más indefensos. En la sociedad de hoy noto una real preocupación por el dinero –'un papel’-; y además una gran tristeza”, reflexionó.

Molina nació en San Martín (Mendoza), jugó en el Chacarero y fue campeón de la Supercopa Sudamericana en 1995 con Independiente de Avellaneda.
Molina nació en San Martín (Mendoza), jugó en el Chacarero y fue campeón de la Supercopa Sudamericana en 1995 con Independiente de Avellaneda.

Los afectos le tiran, y mucho, a Molina. Por ello mismo no entra en ningún tipo de dudas al reconocer que extraña a su familia y a los amigos. Sin embargo, está acostumbrado ya. “La realidad es que el fútbol me enseñó a ser un nómade. Vivir en varios países y en varias ciudades me adaptó de manera tal que extrañar no me genera un conflicto interno. Yo le estoy completamente agradecido al fútbol. Me enseñó a vivir en comunidad, a encontrar gente maravillosa y comprometida. Es verdad que también es un lugar en el que es muy fácil caer en la superficialidad, pero la realidad es que tengo muy buenos recuerdos, sobre todo de grandes maestros y formadores como Carlos Griguol. Tan buena fue mi etapa como jugador que aún hoy sigo vinculado con mis excompañeros. ¡Tengo un grupo de chat de cada equipo en el que jugué!”, se explaya con entusiasmo.

El fútbol en la actualidad

Ya en México, Molina se desempeñó como asistente del DT del club Cafetaleros de Tapachula. Y mientras lo hizo, lograron el ascenso a la Segunda División. “La verdad es que me di cuenta que no era lo mío. Todo el tiempo me hacían ver que era considerado un loco y no encajo en esta maqueta social en la que vivimos. Antes todo era mucho más limpio, y mucha gente accedió al futbol para hacer negociados y perdió la magia y la esencia del juego. Considero que el fútbol perdió esa mística y se convirtió algo muy frío”, destaca al ser consultado sobre el fútbol en la actualidad.

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