Rafael Ramón Amarilla es misionero, ex cura y –antes de ser expulsado del sacerdocio- fue enviado al instituto religioso Antonio Próvolo de Carrodilla (Mendoza) por la asociación civil Orden San José, a la que pertenecía el establecimiento. A Mendoza, Amarilla llegó en 2015, un año antes de que saliera a la luz que el Próvolo era en realidad “el instituto del terror”, luego de que las primeras denuncias por abusos sexuales a niños sordos y niñas sordas salieran a la luz en noviembre de 2016. Tres años después del inicio de la causa, los curas Horacio Corbacho y Nicola Corradi (ya fallecido) fueron condenados a 45 y 42 años de cárcel respectivamente, y a ellos se sumaron el jardinero Armando Gómez y el ex monaguillo Jorge Bordón, quienes recibieron penas de 18 y 12 años de prisión. Los cuatro fueron declarados culpables de abusar sexualmente de los alumnos que estudiaban y dormían en el lugar.
Amarilla nunca estuvo implicado ni denunciado en la causa por abusos. Pero su paso por el Próvolo mendocino no pasó desapercibido. Tras la detención de Corradi y Corbacho en noviembre de 2016, el misionero fue designado como la cabeza del instituto (donde además estaba domiciliado), aunque el Próvolo fue clausurado e intervenido a fines de ese año. En 2017, con las puertas del instituto cerradas y la causa avanzando en la Justicia penal, Amarilla fue denunciado –junto a una ex empleada del instituto- por vender sábanas y acolchados que estaban y pertenecían al instituto religioso. Incluso, la mujer que fue denunciada junto con Amarilla por este episodio tenía una página en Facebook donde ofrecía esos productos, además de televisores, un metegol y una mesa de ping pong del Próvolo.
Pero la huella de Amarilla en el Próvolo mendocino no quedó en este delito (menor si se compara con los abusos), sino que –además- fue denunciado y acusado de mantener “amoríos secretos” con dos ex cuidadoras del albergue de chicas del instituto (una de ellas era su “socia” en la venta de sábanas). Esto le valió ser expulsado del estado clerical en noviembre de 2017.
A casi 7 años de haber llegado a Mendoza, Amarilla sigue vinculado a la Iglesia, aunque desde un rol laico. Y es que, según confirmó Los Andes, Ramón Amarilla –ya sin ser sacerdote y siendo padre de una niña- es por estos días la persona de máxima confianza de la parroquia Santa Teresita, del barrio Marabó en General Rodríguez (Provincia de Buenos Aires).
Amarilla es quien tiene las llaves de la capilla y la persona de mayor confianza del párroco de la iglesia –que también pertenece a la Orden San José-. Además, es quien se encarga de administrar el dinero del lugar, ya sea de las donaciones o de distintas campañas que se realizan con fines solidarios.
“Cuando empecé a averiguar por este hombre, encontré las noticias que lo vinculaban al Próvolo en Mendoza. Entonces fui a hablar con el párroco, le conté lo que había leído de él y el propio párroco me dijo que ya Ramón (Amarilla) le había contado y que le habían dado la dispensa –solicitó apartarse como sacerdote- y se había casado por iglesia. Le pregunté por el tema de las amantes en el Próvolo y le conté que estando en Mendoza había robado cosas del instituto y las había estado vendiendo, a mí no me cerraba. ¿Cómo puede ser que él esté al frente de la capilla, manejando dinero y con estos antecedentes de robo?”, destacó a Eduardo Medina a Los Andes. El hombre, vecino de ese barrio de la localidad bonaerense también es laico y había tenido una participación muy importante dentro de la parroquia hasta que llegó Amarilla y –a la fuerza- lo hizo alejarse de su rol social.
“En algún momento yo tuve la misma participación que tiene hoy Ramón Amarilla. Entonces sé que él maneja dinero de las colectas y de las recaudaciones. Incluso, hay hasta versiones en el barrio que sostienen que ni siquiera rinde al cura y la capilla todo lo que se recauda”, destacó a Los Andes el vecino.
La nueva vida de Ramón Amarilla, el ex cura de las dos amantes en el Próvolo
Eduardo es de Pilar y en 1997 se mudó al municipio de General Rodríguez, más precisamente al bario Marabó. Tras estar en el seminario y dejar su inclinación religiosa, el hombre –quien actualmente hace trabajos de electricidad y tiene un programa de radio para la comunidad- se casó y luego se separó. Pero su cercanía a la iglesia y su vocación de ayudar a los demás nunca la abandonó, por lo que en 2005 –y tras conversar con el vicario del barrio- comenzó a dar clases de catequesis, siempre desde un rol laico.
“Arranqué catequesis en una casa, proyectamos con el cura del lugar (padre Gabino) y hasta conseguimos un terreno para levantar una capilla. En 2013 se inauguró la capilla Santa Teresita y en General Rodríguez se me toma como un referente del barrio –les di catequesis a muchos chicos y chicas-, además de uno de los responsables de que se haya construido la capilla. Era la persona que tenía las llaves de la capilla, además del párroco”, inicia su relato Eduardo Medina.
Hace alrededor de 3 años, en el mismo momento en que en Mendoza transcurría el juicio contra sus pares Corradi y Corbacho –y que terminaría en la dura condena por abuso sexual-, el párroco de la capilla Santa Teresita del barrio Marabó de General Rodríguez le habló por primera vez a Eduardo de un “cura” que había llegado al lugar. “El párroco Andrés Rogowicz me comentó que era un ‘ministro extraordinario de la comunión’. Ese día, cuando terminó la misa, me presentó a Ramón Amarilla. Charlamos, le dije que me alegraba muchísimo de que quisiera acercarse y entablamos una especie de amistad”, recapitula Medina, quien además creó la sociedad de fomento y la unión vecinal del barrio Marabó.
En la medida en que fue pasando el tiempo y Eduardo se fue acercando más a Amarilla, algunas cosas comenzaron a cambiar y Medina notó un marcado cambio de actitud en Ramón Amarilla. “Cuando le quise dar una copia del juego de llaves, me dijo que ya se lo había dado el padre Andrés. Él empezó a tener una amistad más profunda con el padre Andrés y yo notaba algo raro, había cosas que no me gustaban y veía que me estaban empezando a dejar de lado, por lo que un día decidí abrirme directamente”, sigue el conocido vecino del barrio Marabó.
Tras un tiempo distanciado de las actividades de la parroquia y sin que ni Amarilla ni el cura Rogowicz se acercaran a Medina, volvieron a tener un acercamiento. Según lo define Medina, hicieron “las paces” con Amarilla y el ex cura que estuvo en el Próvolo mendocino le aclaró que podía ir a la parroquia cuando quisiera. “Cuando fue después de todo ese tiempo, me encontré que habían cambiado el candado, por lo que no podía entrar. Cuando pedí una copia de la nueva llave, el padre me dijo que lo hable con Ramón, y Ramón me la negó”, sigue el hombre bonaerense. Y aclara que todo esto fue el año pasado.
Los antecedentes
Tras haber entendido que había quedado afuera de la “gente de confianza” de la comunidad parroquial de la iglesia de Santa Teresita, Medina comenzó a indagar sobre el pasado de Amarilla. Y así fue como dio con las notas de Los Andes donde se destaca la denuncia del 2017 por vender sábanas, acolchados y ofrecer otros productos que pertenecían al instituto, además del escándalo de promiscuidad que tenía a Amarilla (por entonces cura) como protagonista central.
“La semana pasada tuve una charla con un sacerdote que conozco, le comenté todo lo que me había pasado y googleé su nombre. Ahí empecé a descubrir todo y, tras hablar de nuevo con este sacerdote, él me dijo que el padre Andrés tenía que saber todo esto. Cuando fui a hablar con Andrés (Rogowicz), me dijo que estaba al tanto de la situación y que Ramón (Amarilla) ya le había contado). Me llamó la atención que con esos antecedentes sea la persona de confianza de la parroquia y hasta maneje plata del lugar”, destaca con cierta incredulidad Medina.
La huella de Amarilla en Mendoza
Si bien el ex cura Ramón Amarilla nunca estuvo entre los denunciados como autor o partícipe de los abusos en el Próvolo mendocino, fue uno de los testigos que declaró ante el fiscal Gustavo Stroppiana en la instrucción del mayor caso de abuso eclesiástico de la historia de Mendoza. Siendo todavía cura, Amarilla declaró que no tenía conocimiento de ninguna actividad extraña en el instituto, aunque sí reconoció que él pedía a todos los chicos que fueran a confesarse con él que fueran acompañadas por una docente “por las dudas” y a raíz de recomendaciones que le habían dado luego de que se conocieran las denuncias de abusos sexuales eclesiásticos que se habían conocido durante los últimos años en Europa y Estados Unidos (así lo explicó en su declaración).
Por fuera de la causa central del Caso Próvolo (que derivó en la primera condena y tiene un segundo juicio en marcha por estos días), Amarilla también tiene dos denuncias por su paso en el instituto lujanino. La primera de ellas es 2017 por vender sábanas y acolchados que pertenecían al instituto, además de haber ofrecido otras pertenencias. Fue una mujer policía de Carrodilla quien denunció a Amarilla y a otra ex empleada del instituto de haberles vendido sábanas y acolchados del establecimiento. “En uno de los allanamientos que hicimos en el instituto Próvolo, en el cual participé, en una caja encontramos varios juegos de sábanas los cuales eran iguales a las que me vendió”, denunció la policía en el expediente 21.510/17.
Pero el mayor de los escándalos que protagonizó Amarilla en el Próvolo mendocino fue el que le valió ser suspendido de sus facultades ministeriales por parte del Arzobispado de Mendoza en abril de 2017, mientras que luego fue expulsado del estado clerical por la Congregación de la Doctrina de la Fe. Y es que, siendo sacerdote, Ramón Amarilla mantuvo una “relación impropia” en el ámbito afectivo con la misma ex empleada con quien vendía las cosas del Próvolo, lo que desencadenó en el divorcio de la mujer.
Pero antes de vincularse con su “socia” en la venta de sábanas (una ex cuidadora del albergue de chicas del instituto y a quien se identificará con la inicial N.), Amarilla entabló también una relación amorosa con C., también ex cuidadora. En diciembre de 2019, Los Andes publicó los audios que confirmaban que con ambas mujeres, Amarilla se encontraba en el interior del instituto (donde vivía) y que N. le había hecho saber que estaba “celosa” de Amarilla y su acercamiento a C.
En este intercambio de audios de WhatsApp –donde hablaban de relaciones sexuales abiertamente y sin eufemismos-, C. le reprochó a Amarilla los “encuentros sexuales” con la otra mujer, al tiempo que relató las trabajadas estrategias que debía poner en práctica ella misma para esquivar y engañar a quien era entonces su marido, siempre con miras a mantener encuentros íntimos con el entonces cura Amarilla.
En el Arzobispado de Mendoza, el hoy ex esposo (aunque estaban casados en esa época) de C. denunció la infidelidad de su esposa con quien era sacerdote (Amarilla).