Desde la fe en la hidroxicloroquina a la idea de que a los niños no los afectaba el Covid-19 o que la principal transmisión no el aire sino las superficies, son algunas de las cosas que han ido cambiando a casi un año y medio del inicio de la pandemia.
Un repaso por lo que cambió y los nuevos descubrimientos nos muetran cuánto hemos tenido que aprender acerca del coronavirus y su comportamiento.
En el aire
Ni bien se detectó el virus y comenzó a expandirse comenzaron las campañas para remarcar la importancia de la higiene y la desinfección. Veíamos videos (algunos al borde de la comicidad) en los que se explicaba el meticuloso procedimiento para lavarse las manos y se remarcaba la necesidad de desinfección de superficies. Las calles comenzaron a ver nuevos personajes que, ataviados para la ocasión, desinfectaban el espacio público y hasta se instalaron túneles sanitizantes. La Organización Mundial de la Salud señalaba que las superficies eran medio de transmisión privilegiado del nuevo virus y en marzo de 2020 negaba tajantemente que la transmisión pudiese ocurrir por el aire, pese a la advertencia de algunos especialistas en ese sentido.
Pasaron varios meses hasta que esto fue admitido y se reconoció que había que enfocarse en la segunda vía mientras que las superficies pasaron a un segundo plano, sin ser inocuas. Hoy, es prioritario mantener el ambiente con ventilación cruzada.
Los afectados
Otro de los cambios en este segundo capítulo del embate es en cuanto a la incidencia. Durante los primeros meses de pandemia, cuando se comenzaba a conocer el virus Sars CoV-2, se aseguraba que no afectaba a los niños, aunque podían ser vectores de contagio. Con el correr de los meses se ha visto que, si bien no son un grupo de alta incidencia, pueden presentarse cuadros graves.
Comenzó a presentarse en este grupo, el síndrome inflamatorio multisistémico (MIS-C), una afección en la que diferentes partes del cuerpo pueden inflamarse, incluido el corazón, los pulmones, los riñones, el cerebro, la piel, los ojos u órganos gastrointestinales. “Aún no sabemos qué causa el MIS-C. No obstante, sí sabemos que muchos niños con MIS-C tuvieron el virus que causa el Covid-19, o han estado cerca de alguien con Covid-19”, sostienen los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Por otra parte, este año se aprecia que el virus está afectando en forma grave a personas más jóvenes, que terminan requiriendo cuidados críticos, incluso en torno de los 30 años. Se estima que ha bajado una década la edad promedio de las personas internadas en Mendoza.
En ese marco, en la provincia se observa que este año también hay un incremento en el impacto en personas de entre 10 y 19 años, que, si bien tienen una incidencia en torno a sólo 6%, este año son el grupo que registró más incremento de casos.
También cambió la concepción respecto de los riesgos para las embarazadas. Los primeros meses de pandemia no se creía que pudieran resultar con complicaciones, pero se ha visto que puede agravarse su cuadro en caso de infección. El cambio ha involucrado la vacunación: hasta hace unos meses se desaconsejaba, pero desde mañana comenzarán a vacunarse en Mendoza a las que tienen alta exposición o factores de riesgo.
Tratamientos
A lo largo de estos meses también surgieron alternativas de tratamiento o abordaje de pacientes, que generaron mucha expectativa, pero que se fueron abandonando, en general por no demostrar eficacia.
Entre ellos, la hidroxicloroquina, tan mentada en 2020. Los cascos para oxigenar también lograron mucha prensa, pero abandonaron y se usan poco. Otro tanto con el plasma de recuperados para tratar pacientes con cuadros que se complican.
“Inicialmente se intentaron múltiples estrategias terapéuticas como la hidroxicloroquina, algunos retrovirales que tenían actividad in vitro sobre el virus y demostraron que clínicamente no disminuyeron la mortalidad”, dijo la infectóloga Andrea Vila. “Incluso algunas de estas estrategias tuvieron toxicidad y fueron quedando en el camino, después pasamos por varias etapas como el plasma que pasó de ser la panacea. Ahora tiene su justo lugar gracias a múltiples estudios”, continuó.
Pero se instalaron otras opciones. “Tenemos una herramienta que mejoró la mortalidad de los pacientes: la dexametasona en internación en pacientes que además reciben oxígeno”, destacó la especialista.
Otra forma de oxigenoterapia que fue ganado terreno es la cánula de alto flujo, que en ocasiones hace que no sea necesario el uso de respirador, se puede hacer en sala común y tiene menor tiempo de recuperación.
Reinfección
El fantasma de la reinfección ha estado siempre latente y el surgimiento de las nuevas variantes de preocupación reinstaló la incertidumbre. A las conocidas como del Reino Unido, de Sudáfrica, de Manaos, Brasil, y de la India se les atribuye mayor poder de contagio y a las últimas tres, la habilidad de evadir la respuesta del sistema inmune, lo que podría llevar a reinfecciones.
Lo único cierto es que no hay demasiada evidencia y se han documentado unas 3 decenas de casos en el mundo, por lo que los expertos sostienen que no sería tan frecuente.
“Los casos de reinfección entre millones de personas que han adquirido el coronavirus todavía se cuentan (son pocos), porque no han podido verificarse”, sostuvo la doctora Elena Obieta, referente de la Sociedad Argentina de Infectología. “En algunos casos el segundo episodio fue banal, otros moderados y otros severos”, agregó.
“Hay pruebas convincentes de que haber pasado ya una infección con el virus original no protege de la reinfección con la variante B.1.351 (Sudáfrica)”, alertó el médico Shabir Madhi, de la Universidad de Witwatersrand, en Johanesburgo, según publicó el diario El País de España.
Nuevas secuelas y síntomas
Tras recibir el primer cimbronazo de la infección, con el tiempo se descubrió que a veces la recuperación se hace larga e incluso deja secuelas. Hasta se habla de un “síndrome post Covid”.
Se han detectado unos 200 síntomas que han durado meses. Los más frecuentes son cansancio o astenia, malestar, dolores de cabeza, bajo estado de ánimo, dolores musculares o mialgias.
Además, se han informado nuevas secuelas como como pérdida de la audición y tinnitus, que implica “escuchar” ruidos en los oídos, como un zumbido, soplo o murmullo.
También se ha notificado vértigo y alteración del olfato, algo así como “alucinaciones olfativas”, muchas veces desagradables, que se presentan más frecuentemente en casos leves.
Recientemente, el periodista Diego Brancatelli contó que padeció un raro síntoma: singulto, un hipo persistente cada tres segundos que persiste tres jornadas completas.
También se ha mencionado el aumento del tamaño de la lengua y una especie de alisamiento, sensación de ardor y enrojecimiento en la palma de las manos y en los pies.