Margarita Flores es mendocina, tiene 57 años y, como si el destino tuviera definida su vida de antemano y a partir de su nombre y apellido, lleva prácticamente toda su vida dedicada al arreglo y la venta de flores, plantas y plantines en el centro mendocino. La mujer es la encargada del puesto de flores tradicional ubicado en calle San Martín, a metros de la esquina con Garibaldi y en pleno Kilómetro Cero del microcentro mendocino, el mismo por el que ciento de miles de personas transitan a diario.
Además, su madre, su hijo -junto a su nuera- y una de sus hijas tienen otros puestos similares diseminados por el centro mendocino. Sin embargo, y más allá de que es una de las flores que tiene en su exhibidor y que más se destacan, no todo es “color de rosas” en la vida de Margarita. Ni tampoco en la de sus parientes que se dedican al rubro.
Y es que durante la madrugada del sábado pasado, mientras ella dormía en el interior del puesto ubicado en calle San Martín -ha montado una especie de mini departamento en el interior, ya que duerme 5 noches a la semana en el lugar-, una mujer destrozó dos de los náilones del lugar y robó un par de cajas con cactus en su interior.
Si bien la ladrona fue detenida a los pocos metros -sobre calle San Martín-, casi la totalidad de las plantas sustraídas y que pudieron recuperar estaban destruidas a raíz de la manera en que la mujer encimó ambas cajas e intentó escaparse con el botín. Según calculó Margarita, las pérdidas en el más reciente de los robos ascienden a 75.000 pesos.
Hace menos de un mes -el 13 de agosto-, en ese mismo puesto, Margarita y su familia sufrieron otro robo, mucho más dañino y significativo, y en el que los despojaron hasta de ropas y algunos electrodomésticos que tenían en el lugar, además de plantas y flores. Y los daños también fueron de mayor consideración en aquella ocasión.
“A mí y a todas mis compañeras se nos está haciendo cada vez más difícil con el tema de seguridad. Quizás ellas no lo denuncian, y como yo estoy en pleno Kilómetro Cero, es más notorio y tengo más visibilidad. Pero a todas nos están robando y causando destrozos”, destaca, con algo de resignación, la mujer a Los Andes.
CON LAS MANOS EN LAS PLANTAS
Ya durante los primeros minutos del sábado pasado -2 de septiembre- y tras un viernes relativamente tranquilo en lo que a trabajo se refiere, cera de las 0:30 del sábado, Margarita Flores se acomodó en la reposera grande que hace las veces de cama y que acomoda en el interior del puesto de calle San Martín cada vez que finaliza su jornada laboral.
“Me quedé viendo un poquito de tele y me quedé dormida. A las 3:30 había algo de viento, por lo que me levanté, me asomé a ver y me volví a quedar dormida. Una hora después, a las 4:30, me despertó un policía para decirme que acababan de detener a una señorita a quien habían sorprendido a metros del puesto con dos cajas de cactus que me había robado. Cuando me levanté, vi que había roto el puesto del lado que da a Garibaldi (norte) y también para el sur, había levantado el nailon y había arrastrado todo lo que había podido”, resume la mujer, quien -reconoce- no escuchó nada durante el momento en que le robaban.
A las 5, ya del sábado y acompañada por el mismo efectivo policial, Margarita Flores radicó la denuncia en la oficina fiscal. Y, aunque no pudo ver a la ladrona que le había robado los cactus, por la descripción que le dieron es una vieja conocida de la zona ya y quien ya había tenido comportamientos sospechosos para con Margarita y su puesto.
“Hacía varios días que esa chica andaba mirando y mirando el puesto. La tarde anterior había estado, junto a su marido y su hermano, mirando el puesto. Me miraban fijo, me señalaban y me amenazaban con el dedo. Estaban largos ratos parados y mirando en la esquina, algo nos veíamos venir”, cuenta la mujer, quien aprendió el oficio junto a su madre y, desde muy chica, trabaja vendiendo plantas y flores. Gracias a ese trabajo, Margarita logró criar a sus 8 hijos, y muchos de ellos -y de ellas- siguieron sus pasos.
En total, la ladrona -atrapada casi in fraganti- se llevó dos cajas con 48 plantitas tipo cactus en cada una de ellas. Encima logró colocar algunas plantas más, lo que derivó en que casi la totalidad del botín quedara destrozado. Más allá de haber frustrado el robo y de haber recuperado las plantas, las pérdidas fueron calculadas en cerca de 75.000 pesos por la propia Margarita, ya que las plantas no se podrán recuperar.
SEGUNDO ROBO EN MENOS DE UN MES
Además del robo concretado durante la madrugada del sábado pasado, Margarita sufrió otro hecho vandálico y de inseguridad hace menos de un mes. Fue el domingo 13 de agosto, el mismo día en que en todo el país se celebraron las elecciones PASO presidenciales.
“En aquella oportunidad hicieron mucho daño, arrasaron con todo. El otro día me di cuenta de que se habían llevado hasta mis botas. Se robaron, además, una jarra eléctrica, una garrafa, ropa y hasta una batidora. Además, rompieron los 3 náilones que nos cubren del exterior de par en par. Rompieron y se llevaron todo lo que encontraron”, repasa la florista.
Además, agrega que lo mismo suelen vivir su nuera (cuyo puesto se encuentra en San Martín y Colón), su madre (en calle Catamarca) y una de sus hijas (Godoy Cruz y 9 de julio). “El daño es parejito”, agrega.