Una casona de adobe y ubicada en la localidad de Panquehua, Las Heras, formó parte del batán en el que se impermeabilizaron los uniformes del Ejército de los Andes. Hoy, esa edificación histórica en donde también se escribió parte de la Gesta Libertadora se encuentra en un estado de total abandono, no está declarada como patrimonio y su futuro depende de la voluntad de sus dueños: la familia del ex intendente lasherino, Rubén Miranda.
Roberto Tripolone, historiador y miembro del equipo de Patrimonio Cultural de la Municipalidad de Las Heras, contó a Los Andes que “no hay registros documentales” de que en el interior de esa casa funcionara el batán para prensar los tejidos e impermeabilizar cientos de uniformes para la gesta sanmartiniana.
Sin embargo, afirmó que esa edificación sí formaría parte del inmenso terreno donde estaba el taller que realizaba el prensado manual de lanas y tejidos, a cargo del mulato Andrés Tejeda. Hombre que también estuvo a cargo del famoso molino hidráulico, ubicado a unos 300 metros de allí.
“Había hilos que apretar de tal manera que los tejidos quedaran impermeables para evitar el viento y lluvia de la cordillera. Así fue como el famoso molinero Tejeda adapta este tipo de molinos para colaborar con San Martín que le encomienda esa ardua tarea con los uniformes. Si bien no hay documento fidedigno que diga que esa casa fue de Tejeda, la construcción de adobe se relaciona al molino de este mulato por la poca distancia entre sí”, relata el historiador.
La casa de adobe es pequeña. Cuenta con dos habitaciones, un hall central y una galería externa. No tiene más de 60 metros cuadrados cubiertos y está enclavada en un terreno de unos mil metros cuadrados. Detrás de la vieja construcción hay actualmente una casita anexa donde vive un casero que cuida las inmediaciones.
La “casa del batán” soportó aquel trágico terremoto de 1861, año en que se perdieron documentos, escrituras y, por tanto, referencia sobre sus primeros dueños. Así fue que, con los años, el Estado fue vendiendo fracciones a diferentes privados.
Si bien se hizo en un momento una demarcación de esa porción del terreno donde estaba la casona, el trámite nunca avanzó debido a las idas y vueltas burocráticas y “el conflicto de intereses” a lo largo de los años.
Una herencia familiar y nuevo proyecto inmobiliario
Actualmente, el terreno de 10 hectáreas en donde están situados la casa histórica, el batán y el molinero de Tejeda pertenecen a la familia del ex intendente de Las Heras, Rubén Miranda. Su esposa, Liliana Constantino, y su cuñado, Domingo Constantino, heredaron esas tierras de su padre Severio Constantino, al mismo tiempo heredero de su progenitor, Domingo Constantino.
Durante décadas, ese campo se mantuvo fértil para frutales hasta el 2016, rubro al que se dedicaba el suegro de Rubén Miranda. Desde su fallecimiento, él, su esposa y su cuñado decidieron armar un desarrollo inmobiliario en la zona, así que lotearon y vendieron fracciones de ese terreno a otros privados.
Los Andes se contactó con Rubén Miranda, para conocer cuál es la decisión familiar respecto de ambos bienes históricos que están inmersos en su propiedad. Es que, si bien la familia Constantino no tiene obligación de ceder esos terrenos porque ninguno cuenta con declaratoria patrimonial, entiende que se trata de un “tema sensible”, por tratarse de un retazo importante de la gesta libertadora.
De hecho, el justicialista encargó una investigación del lugar para tener registro del valor histórico que pertenecen a las tierras de su familia. Sin embargo, todo indica que más allá de la “pausa actual”, si no viene plata por parte del Estado para restaurar la casa, su destino podría ser una demolición o un centro comercial.
“Mi familia, mi señora y su hermano están dispuestos a ceder el terreno donde está la casa, pero con un proyecto concreto que se haga, no que quede ahí, abandonado, sino que haya un plan de recuperación si lo quieren hacer. Nosotros no la vamos a hacer porque es una gran inversión. Estaría bueno que lo hiciera el Estado. Visualmente no está bueno; hay que restaurarlo y recuperarlo. Arruina la estética frontal del loteo”, criticó el justicialista.
Al respecto, Emilce Sosa, investigadora, docente y miembro de la Comisión Provincial de Patrimonio, aseguró que cualquier bien en manos de privados tiene un proceso largo porque los propietarios tienen que dar su consentimiento para que el bien sea declarado como patrimonio. “Es uno de los problemas que tenemos en la comisión de patrimonio”, dijo.
Actualmente, la familia Constantino vendió las 30 fracciones del frente del loteo sobre calle Almirante Brown, con excepción de los mil metros (fracción 10) donde se encuentra la casa histórica de adobe, que da a una cuadra que cuenta con todos los servicios.
“Estamos en pausa con esa fracción. Dejaremos eso pendiente porque no está decidido aún que vamos hacer. Podemos llegar a hacer un recupero con visión histórica y al mismo tiempo comercial”, agregó el político.
En el caso del molino de Tejeda habrá intervención privada, pero es mínima. Está ubicado del lado de atrás de ese loteo, en donde la familia de Miranda ya vendió decenas de parcelas aún sin urbanizar. Allí proyecta dejar una salida amplia hacia la calle y con una señalética que haga una referencia histórica sobre ese mobiliario que se usaba para molienda de maíz.
“Nosotros desde la municipalidad hemos pedido la intervención del lugar para proteger y salvaguardar la estructura. Por ahora, está en pausa”, aseguró Tripolone, mientras Miranda sostiene que aún no ha recibido propuestas concretas del Estado para salvaguardar la estructura colonial.
Parte de esas contradicciones y la ausencia de políticas concretas de preservación por parte de la Provincia hicieron el resto. Nadie toca, nadie preserva, nadie destruye y la casa de adobe del siglo XIX sigue deteriorándose.
Este diario intentó contactarse con Cristina Sonego, directora de Patrimonio de la Provincia, para saber por qué esa casa no es considerada “patrimonio”, pero al cierre de esta edición la comunicación con la funcionaria no pudo concretarse.
Las redes, un lugar de denuncia (y confusión)
El actual estado de la casona histórica se difundió a través de una usuaria (@chaina) de la red social X, vecina de Las Heras. Ante el deteriorado estado de la construcción, la usuaria mendocina posteó, indignada, unas fotos de la casa y escribió una frase que generó revuelo, alerta y también confusión.
“En este lugar súper abandonado en la calle Almirante Brown de Las Heras, se bordó el Escudo de Mendoza y así está hoy”, escribió Virginia Maure, cuyo posteo tuvo más de 16 mil reproducciones”.
Consultado por este diario, el historiador Roberto Tripolone aseguró que allí sólo se impermeabilizó gran parte de los uniformes en el Batán de Tejeda y recordó que no se bordó allí ningún escudo ni, muchos menos, Bandera de los Andes. Esta última, de hecho, se confeccionó en el Monasterio de la Buena Enseñanza, actual calle Córdoba y Federico Moreno, de Ciudad. Donde actualmente hoy funciona el colegio Compañía de María.
La información también fue constatada por este medio con integrantes de la Comisión Patrimonial Mendoza.
En diálogo con este diario, Maure reconoció el error en el dato que viralizó y explicó que “la confusión se dio por una nota que leí hace mucho tiempo y que después no la pude encontrar por ningún lado”.
No obstante, la mendocina, centinela de ese inmueble, señaló que “más allá del error es una pena que esté en el estado que está hoy y que no le den tanta trascendencia”. También contó que pasa por el frente de esa construcción “casi todos los días” y que esta semana logró constatar con fotos que la casa de adobe está “cada vez peor conservada”.
La joven lamentó en las condiciones en que está esa construcción “siendo sumamente importante para la historia de Mendoza”.
“Ahora hay alguien cuidando la casa. De hecho, hicieron una construcción precaria atrás, donde vive. Durante un tiempo hubo gente tratando de cerrar las inmediaciones para que no se destruyera más porque la saquearon. Ahora la han cerrado. Sé que de vez en cuando alguien cuida, pero veo que no les han cortado ni siquiera los yuyos ni los cañaverales que hay adelante”, completó la joven denunciante.