El último tramo antes del fin de año suele ser cuesta arriba y el cansancio acumulado de meses pasa factura. Pero en 2020, ese trecho que habrá que transitar con esfuerzo será más largo ya que, para muchos, el agotamiento se adelantó y el cansancio es tema de conversación.
Tras un 2019 con complicaciones en el plano económico, hay quienes no alcanzaron a recuperarse y las expectativas de un nuevo año que repuntara fueron pinchadas como un globo por el nuevo coronavirus.
Pandemia, aislamiento, nuevas formas de trabajo, jornadas extendidas, pérdida de empleo o de ingresos, malabares con la billetera, convivencia, tareas escolares, limpieza de cuanta cosa ingresa a la casa, recaudos al salir. Fue mucho.
“Ya ahora no doy más. Esto antes quizás te pasaba en diciembre. Especialmente por no tener horarios, el coronavirus cambió rutinas”, aceptó Natalia (38).
Y agregó: “La verdad es que estoy pasando por una situación difícil; me cambiaron hace poco de puesto de trabajo, tuve que empezar de nuevo a aprender todo, con mucha responsabilidad más otro trabajo que tengo. El esfuerzo se ha duplicado, a las 10 de la noche no doy más, llega mi esposo y me voy a dormir”.
Natalia tiene tres hijos por lo que, además, como es quien está en la casa, es quien los ha acompañado con las actividades escolares, que asegura, han sido una gran sobrecarga.
“En un tiempo llegué a pensar: ‘Ojalá vuelva a trabajar pronto’ porque tenés una jornada limitada. Me siento con mucha presión encima: la casa, las tareas de los niños; estoy todo el día trabajando, desde las 8 hasta las 8 de la noche a veces”, comentó.
Más en adultos jóvenes
El médico psiquiatra Andrés Quirós explicó que hay un desgaste en todo, en relación a un estado de ansiedad y estrés por la pandemia. “Estamos todos más cansados; se ve en la gente en el día a día y en particular en profesionales de la salud. En algunos deriva en un cuadro psiquiátrico y otros lo van tolerando”, señaló.
Explicó que lo que se está viendo es una cuota extra de estrés a la que nunca estuvimos acostumbrados, entre otras cosas, asociado a la incertidumbre del virus, si se deberá quedar aislado o cómo se pasará la enfermedad, propia o de un allegado.
También influyen la incertidumbre por los movimientos económicos y la ansiedad que despiertan.
Quirós aceptó que se vive en una situación de tensión permanente y la sensación de alarma desgasta. “Pensar en que te podés contagiar hasta la muerte siendo una persona sana te genera una cuota de miedo que no es saludable. Todo eso afecta y vamos a tener que tratar de convivir con esto porque da para largo”, anticipó.
Según los relatos e incluso según reconoció el psiquiatra, el cansancio podría ser mayor en gente joven con hijos y que trabaja menos en contexto de home-office. “Porque este te da el beneficio de cierto resguardo, saber que no tenés que salir y manejás tu tiempo. El contacto externo a muchos les genera mucho miedo”, advirtió el psiquiatra.
Por otra parte, Mauricio Estrada, presidente del Colegio de Psicólogos de Mendoza, consideró que la sensación o sentimiento de estar agotado no es universal. “No todos manifiestan este cansancio. Hay personas que no paran y esto es parte de su modalidad”, explicó.
“La pandemia como fenómeno es algo que irrumpió en el estado de las experiencias cotidianas y, producto de esa alteración, es del orden de lo esperable que las personas experimenten estados de ansiedad, incertidumbre, frustración, agotamiento, entre otros, y que se pregunten por estos cambios. Si es que hay agotamiento, es parte de un proceso emocional que nos toca atravesar producto de los cambios”, refirió.
Una mochila pesada
Seis meses de aislamiento o distanciamiento no es poca cosa y el cansancio ante esta situación de restricciones se hace visible.
Hay quienes explican que han tenido que adaptarse a nuevas formas de trabajo, por otros medios, con complicaciones y con sus propios recursos, lo cual de algún modo ha requerido mayores exigencias y disponibilidad permanente, aunque con los meses hubo una adaptación. Pero debió sobrellevarse el plano laboral junto con el doméstico, atravesado uno permanentemente por el otro. Esto ha sido mayor para quienes tienen hijos pequeños, quienes requieren atención y más aún si están en edad escolar.
Las tareas en casa han sido un gran desafío no sólo por los recursos necesarios, ya que hubo que, por ejemplo, hacer turnos para el uso de dispositivos, sino por el tiempo extra que han requerido. Esta situación ha tenido un rasgo de género. Las mujeres de todos los rangos etarios han dedicado 40% más de su tiempo al cuidado de niños, niñas y adolescentes respecto del que dedicaron los varones, según una investigación del Observatorio de Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades de la Universidad Champagnat.
La sobreinformación, el temor por posibles contagios, la preocupación por familiares enfermos se han sumado a un estado de alerta permanente por las medidas preventivas para evitar el contagio.
Los docentes expresan que notan que el estado anímico en las familias de algunos de sus alumnos es malo, preocupados por la pérdida de trabajo, condiciones de vulnerabilidad o enfermedades.
Claramente, la situación se agrava entre quienes tienen una actividad que se ha visto exigida en este contexto, que ha demandado más carga horaria, situaciones de tensión y responsabilidad. Los profesionales de la salud cargan quizás con la peor parte en un contexto con el sistema sanitario al límite, con la lucha por la vida de muchos pacientes a cuestas, discusiones con los familiares de estos por los protocolos, la inquietud del riesgo de contagio y llevar el virus a sus allegados y compañeros infectados.
“No doy más, trabajo 12 horas de lunes a lunes”, comentó un médico. Quirós remarcó este aspecto: “Muchos colegas están consultando porque el sistema de salud está complicado y, cuando todo esto pase, será peor: no llega aún la pandemia de salud mental”.
En este sentido, advirtió cuánto más se complicaría si se llegase a situaciones críticas como las que se vivieron en Italia, en que los médicos deben hacer un triage por falta de camas para decidir a quién atienden. “Son situaciones para las que el psiquismo no está preparado”, cerró.
La salud mental, en la mira tras la pandemia
Ya se ha anticipado que cuando pase lo más crítico de la crisis epidemiológica y sanitaria sobrevendrá otra pandemia. Estará asociada a la salud mental y quienes han estado afrontando las situaciones más complejas y de riesgo son los primeros candidatos a resultar afectados.
Entre ellos, se menciona al personal de salud, que debe sobrellevar la sobreexigencia en cuanto a las cargas laborales pero también emocionales.
Pero, por otra parte, la Organización Mundial de la Salud ha advertido sobre la necesidad de estar atentos a la salud mental de las personas dado que esperan que haya muchos casos de estrés postraumático.