El documental “El Estafador de Tinder” es uno de los contenidos más vistos de la plataforma de streaming Netflix desde hace ya varias semanas. Su nombre es por demás descriptivo al momento de resumir la trama: un joven, en apariencia, exitoso y multimillonario que se contacta con jóvenes en esta app, lujosas primeras citas –con viajes incluidos- y un vínculo que se afianza en tiempo récord. Claro que lo que le sigue es igual reiterativo: supuestos enemigos que quieren deshacerse de él para hacerse con su fortuna, el cuento de la “imposibilidad” de poder usar la cuenta bancaria propia y el infaltable pedido de que sea la seducida víctima quien afronte los altísimos costos para ayudarlo, siempre con la promesa de que el dinero será reintegrado.
Las dos historias que se abordan en la exitosa producción son reales y representan a jóvenes que fueron víctimas de estos engaños, perpetrados por un mismo joven. Se suma una tercera involucrada, aunque -en un giro inesperado- su participación termina siendo clave para desenmascarar al estafador. Más allá de lo espectacular de estos casos y de las fortunas que robó, estas estafas son más comunes de lo que se cree.
El lunes, la edición del noticiero de Canal 13 -Telenoche- dio a conocer la primera parte de un completo informe en el que presentan a Roby, “el estafador de Tinder argentino” y que también atrapó en su telaraña de seducción y estafas a distintas mujeres argentinas. A muchas de ellas las estafó económicamente, pero también se suma la parte afectiva y emocional, la de prometer un amor eterno y digno de cuento de hadas (que no llega a concretarse). E, incluso, una de las mujeres relató haber quedado embarazada por el timador.
Más allá de que estas app y la tecnología han proliferado en los últimos años, este modus operandi no es nuevo. Hace unos años se conocieron –también en Argentina- casos de mujeres que recibieron un correo electrónico de un hombre que se presentaba como trabajador de una petrolera, un hombre al que aparentemente le iba bien y que hasta prometía que estaba a punto de enviarles costosos obsequios. También una historia similar se repetía con un supuesto soldado que no tenía manera de hacerle llegar dinero a su familia, ya que su cuenta estaba bloqueada. Claro que en ambos casos el objetivo era el mismo que el del protagonista principal de “El estafador de Tinder”; atrapar a sus víctimas.
Los casos que llegaron a Argentina
“Hace un tiempo hubo casos con víctimas argentinas, un perfil que se presentaba como un hombre que decía trabajar en una petrolera y que, según contaba, debía viajar mucho. Apuntaba a mujeres adultas a quienes, durante un tiempo, les alimentaba la ilusión con mensajes, aunque siempre había excusas referidas a la imposibilidad de verse. A cambio, enviaba anillos o hasta celulares. El tema era que, según esta misma persona explicaba, en el paquete enviaba dinero también, y que por esto mismo lo había retenido la aduana”, rememora la abogada especializada en delitos y seguridad informática, Bárbara Peñaloza.
Entre tantas promesas y galantería, a lo que se sumaba el atractivo del regalo y el dinero, las víctimas caían en el motor de la estafa. “El estafador le decía a las mujeres que iban a tener que pagar los impuestos aduaneros para poder retirar el paquete. En simultáneo, desde una supuesta dirección de la aduana, se le enviaba a la víctima un correo –falso- donde se incluía un link para pagar esos supuestos impuestos aduaneros. Cuando pagaba con tarjeta, se cometía la estafa. Porque el paquete con el regalo y el dinero nunca llegaba”, completa el relato la abogada.
El psicólogo Mario Lamagrande también se detiene en otro de los “cuentos” a los que solieron recurrir algunos engañadores en Argentina. “No son más que viejas estafas con nuevas herramientas. Hace algunos años se supo de casos de cadenas de mail donde mujeres eran reclutadas por personas que se hacían pasar por soldados y, decían, estaban en el frente de batalla. Les contaban conmovedoras historias que involucraban a supuestos hijos que estaban solos y sin dinero (aunque sin abandonar el perfil seductor) y lograban que las víctimas envíen dinero a cuentas. Una vez que la mujer mordía el anzuelo y enviaba el dinero, el seductor desaparecía”, describe Lamagrande, quien agrega que se armaba toda una novela romántica y una historia redentora que preparaban el terreno para el engaño.
Videos íntimos y extorsión
Estos episodios son muy comunes y no solo involucran estafas económicas. “He trabajado en casos que comenzaron como un intento de seducción y han derivado en casos de extorsión. Los más comunes son aquellos en que se comparte contenido sexual y, una vez compartido, viene la extorsión. Me ha pasado de tener consultas de hombres que han compartido fotos o videos íntimos tras ser seducidos por una cuenta falsa y luego les piden que depositen dinero en una cuenta, con la amenaza con viralizar el video”, destacó la abogada Peñaloza.
Según agrega el psicólogo Lamagrande, los casos que más abundan entre los que ha tenido que abordar son la de los “estafadores emocionales”. “Es lo que se conoce como ‘ghosting’, personas que aparecen en relaciones como un torbellino, que ofrecen todo. Y la otra persona, que suele estar atravesando situaciones difíciles y dolorosas, se entrega todo. Pero luego la primera de las personas se desaparece de un momento para el otro, y la segunda queda afectada”, explicó el especialista.
Perfil de los estafadores
Si bien no son todos iguales ni tampoco hay un instructivo generalizado para reconocerlos y evitar engaños, hay ciertas alarmas comunes a las que estar atentos. “Quienes cometen las estafas por las redes sociales, sus perfiles suelen ser perfectos, así como sus fotos y su puesto de trabajo. Una vez que se genera el contacto, se genera una rápida familiaridad con la víctima. Una relación amorosa que arranca muy rápido. Siempre está la excusa de que viajan mucho y dificulta un encuentro, se naturaliza creer que la relación va a ser virtual”, destacó Peñaloza. Los estafadores suelen indagar mucho sobre la vida personal de la víctima, para generar empatía y conocer los puntos débiles.
Al igual que en la serie, en las estafas en general, el engañador suele jugar con las urgencias. “Ese ‘Ya’, lo inmediato, la urgencia con que necesita dinero suele ser la estrategia a la que recurran para que las víctimas no lo puedan pensar dos veces. Entonces quedan cautivas en una llamada. Hay personas que, recién cuando cuelgan, se dan cuenta de que han sido estafados. Pero ya es tarde”, ejemplifica Lamagrande.
“Volviendo al documental de Netflix, lo primero que uno tiene que preguntarse es si una persona multimillonaria y casi sin tiempo, va a tener perfil en Tinder y va a estar con todo el tiempo para chatear. Es cierto que son personas que suelen tener poder de convencimiento y son especialistas. Pero cuando todo es tan perfecto, hay que desconfiar un poco”, acota a su turno Peñaloza.
Recomendaciones para evitar estafas
Para Bárbara Peñaloza, es fundamental desconfiar siempre al principio y, en todo caso, después de algunas averiguaciones, darle la oportunidad. “Es fundamental googlear a las personas, y hacerlo bien. En las redes sociales tienen perfiles perfectos, pero en los buscadores se puede conocer la verdad. Lo mismo con el buscador de imágenes, para saber si es una foto real de él. Siempre hay que desconfiar un poco al principio, más si estamos interactuando con personas que son anónimas”, se explaya.
Para Lamagrande, en tanto, el problema suele ser el punto de partida de cada parte. “Uno abre el corazón y se entrega, mientras que el otro quiere otra cosa. No hay que demonizarla la app. No solo intervienen las características de las personas y sus vulnerabilidades, sino que las víctimas suelen ser buenas personas en malas situaciones”, insiste el psicólogo.