Durante la pandemia hubo un incremento en las tareas enfocadas en apoyo escolar a alumnos (+9,5 puntos), provisión de viandas escolares (+5,7 puntos) y trabajo con padres (+1,9 puntos). Así, 60,4% de las organizaciones afirma que aumentó sus actividades a partir de la emergencia sanitaria.
Los datos surgen del informe “¿Qué hacen y cómo actúan las OSC de educación de Argentina durante el COVID-19?”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Alejandro Castro Santander (director general del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo), y realizado con la colaboración del Grupo de Fundaciones y Empresas y del Centro de Innovación Social de la Universidad de San Andrés. El documento presenta los resultados de un relevamiento a 53 organizaciones realizado entre el 14 y el 23 de octubre de 2020. Se trata de un análisis exploratorio, sin representatividad estadística del universo total de OSC en el país.
La mayoría de las organizaciones relevadas se dedica a capacitar docentes (60,4%). Luego aparecen las dedicadas a la educación no formal (49,1%) y las que trabajan en inclusión educativa (39,6%): estas dos actividades fueron las que más disminuyeron a partir de la pandemia (-9,5 y -9,4 puntos porcentuales, respectivamente). En situaciones de más vulnerabilidad social, la interrupción del contacto cara a cara presentó un desafío mayor, señala el informe.
4 de cada 10, con menos recursos
El 60,4% de las organizaciones incrementaron sus actividades a partir del COVID-19, mientras que 1 de cada 10 (12,5%) las redujeron, y apenas el 2,1% tuvo que interrumpir su trabajo. En cuanto a la disponibilidad de recursos, la mitad de las organizaciones (48,9%) manifiesta que estos se mantuvieron; mientras que el 40,4% indica que se redujeron; sólo el 10,6% obtuvo mayores recursos.
“Junto con los ministerios de educación y los sindicatos, creo que la familia como primera educadora tiene el derecho de ocupar la ‘tercera silla’ y ser acompañada por la diversidad de organizaciones de la sociedad civil involucradas en educación y desarrollo humano. En otras palabras, que la voz de las familias no sea difusa, sino visible y con la autoridad (basada en evidencias y apoyos) que le puede otorgar el tercer sector”, afirmó Alejandro Castro Santander.
Con respecto a la forma de trabajo de las organizaciones, predomina la colaboración con los distintos gobiernos en el diseño e implementación de políticas (49,1%), seguida del apoyo a docentes y escuelas con contenidos específicos (43,4%), el impulso de debates públicos sobre educación (37,7%) y la investigación educacional (28,3%). En este sentido, la colaboración con los gobiernos y la investigación educativa fueron las modalidades que se vieron más afectadas el año pasado (-7,6 y -5,7 puntos porcentuales, respectivamente).
“Este informe da cuenta del compromiso del tercer sector con la educación de nuestro país. El COVID-19 nos obligó a redoblar esfuerzos y a reinventarnos sobre la marcha para ayudar a mitigar el efecto disruptivo de la pandemia en la educación, ya sea a través de iniciativas vinculadas a la virtualidad, de la generación de propuestas innovadoras adaptadas al nuevo contexto, o de un compromiso aún mayor con los alumnos y las familias que viven en situación de vulnerabilidad. Hoy en día, el regreso paulatino a la normalidad nos invita a repensar a qué escuela queremos volver y en cómo articular esfuerzos para hacerla realidad”, sostuvo Alejandra Candia, directora de proyectos de Educación, Salud e Innovación Social en Fundación Bunge y Born.
Por su parte, Marcelo Miniati, director ejecutivo de Cimientos, agrega: “Las organizaciones de la sociedad civil que trabajamos a favor de la equidad educativa pudimos dar una respuesta veloz a la emergencia desatada por la pandemia gracias a nuestra histórica presencia en el territorio y al conocimiento de las problemáticas de los sectores vulnerables que acompañamos. Hemos logrado que casi la totalidad de los estudiantes que acompañamos continúen con su escolaridad a pesar de todas las dificultades”.
3 de cada 4 organizaciones articularon con el sector privado
Durante la pandemia, 75,5% de las organizaciones del tercer sector actuaron en conjunto con el sector privado en acciones coordinadas. Un 58,5% trabajó en alianza con el sector público, y un tercio (32,1%) lo hizo junto con la cooperación internacional.
“El estudio pone de manifiesto la relevancia de la articulación. Incluso en pandemia más del 75% de las organizaciones llevaron adelante acciones coordinadas con el sector privado y casi el 60% también lo hizo con el Estado. Todos coincidimos en la necesidad de aunar esfuerzos. El gran desafío ahora es hacerlo estratégicamente, con una hoja de ruta compartida y pasando de articulaciones unilaterales a iniciativas verdaderamente colectivas. La inversión social privada junto a las OSC tiene la capacidad de hacer aportes diferenciales y complementarios a la educación pública, y para ello tenemos que ser capaces de decir no solo qué necesitamos de la educación sino también qué podemos dar”, reflexiona Javier García Moritán, director ejecutivo en Grupo de Fundaciones y Empresas.
Gabriel Berger, director del Centro de Innovación Social de la Universidad de San Andrés señaló que: “Los resultados de la encuesta muestran con claridad el papel que desempeñan las organizaciones de la sociedad civil respondiendo con agilidad y flexibilidad a las situaciones de emergencia que hemos vivido desde marzo de 2021. No solo mostraron capacidad adaptativa en sus programas y acciones sino que también fueron capaces de incrementar su actuación en un contexto de escasez de recursos”.
Además, indicó que la vocación de colaboración y articulación con otras organizaciones sociales, privadas y públicas debe ser considerada como un recurso estratégico no solo en momentos como los que vivimos, sino que debe invitar a reflexionar acerca de cómo esta energía y capacidad puede ser movilizada para la transformación educativa que nuestro país requiere.