Divisadero Largo: un sitio cercano a Ciudad que permite asomarse a una historia de 200 millones de años

A apenas 8 kilómetros del centro, esta reserva es objeto de estudio de geólogos. Se la puede recorrer en distintas visitas guiadas.

Divisadero Largo: un sitio cercano a Ciudad que permite asomarse a una historia de 200 millones de años
Las visitas guiadas, organizadas por la Municipalidad de Ciudad, permiten recorrer esta reserva ubicada en El Challao. / Foto: Claudio Gutiérrez

La revalorización de los lugares provinciales, motivada por el repliegue que genera la pandemia, nos conduce hacia los cerros, a pocos minutos del kilómetro 0 de la capital mendocina. Prácticamente en línea recta desde este punto, ocho kilómetros hacia el oeste, nos encontramos con la Reserva Natural Divisadero Largo, sobre la margen norte del dique Papagayos.

Creada en 1983 y de 492 hectáreas, su nombre proviene del Cerro Divisadero, donde los primeros habitantes avistaban animales para alimentarse. “Su principal motivo de su creación constituye el conjunto de afloramientos de rocas sedimentarias fosilíferas, sumado a la gran diversidad biológica del piedemonte”, describe la cartilla de presentación del gobierno provincial.

Está abierta todo el año, con inscripción previa vía internet y pago para ingresar. Justamente mañana la comuna capitalina ha organizado una visita al lugar, a las 10, para conocer la flora y la fauna, las fallas geológicas y la historia minera en las ruinas de la mina La Atala. “Es un viaje en el tiempo, allí se pueden observar tres períodos fundamentales de la geología, el cuaternario, terciario y triásico. Son más de 200 millones de años. Durante el recorrido hay que usar la imaginación, ya que, además de la fauna y flora actual, se observan restos de peces, anfibios y vertebrados que habitaron es A zona, que antes fue un gran pantanal. También visitamos en el recorrido más largo, una cascada”, explica Leandro, uno de los guías.

En el primer tercio del circuito de trekking más grande, de casi 5 kilómetros, se encuentra el mirador de la falla geológica Divisadero Largo. Mientras que, a mitad del circuito medio -de dos horas de duración- se pueden observar las tunduqueras, sistemas de galerías subterráneas excavadas por los tunduques, roedores.

En la primera bifurcación de los senderos se observan las lutitas, rocas que contienen materia orgánica e hidrocarburos pertenecientes a la Formación Cacheuta (del Triásico). El camino también discurre por un salitral, sobre el arroyo Divisadero. Las aguas salobres del arroyo y su intensa y continua evaporación, generan la salinización del suelo. También se puede ver una cantera de carbón y uno de los antiguos cortes donde se extraía el mineral.

Las riquezas geológicas son uno de los atractivos de Divisadero Largo.
Las riquezas geológicas son uno de los atractivos de Divisadero Largo.

“Esta zona siempre ha sido de mucho interés por investigadores de las distintas ramas de la geología, se trata de una “biblioteca de campo”, señala el geólogo Alberto Rubio. Sobre la falla de Divisadero Largo, de 13 kilómetros de largo, el exdirector de Minería de la provincia explica que es una falla inversa, de tal manera que los terrenos de hace más de 200 millones de años, del triásico se encuentran por encima de los más modernos de los períodos terciario y cuaternario. Comenta que los del cuaternario son las areniscas rojas y terrenos amarillentos y grisáceos, mientras que los depósitos aluvionales, con piedras redondeadas pertenecen al terciario. Es una falla activa, como el resto de las que se encuentran en esta zona.

Sobre la parte minera, el recorrido destaca la mina La Atala, que operó desde fines del siglo XIX y principios del XX. “De allí se extraían esquitos bituminosos, una especie de protopetróleo que servía de combustible para las lámparas de aquellas épocas”, comenta Rubio y agrega que la Mendoza minera tiene una histórica riquísima que sería bueno rescatar, poner en valor y mantener desarrollando.

Y sobre la riqueza en particular de Divisadero Largo, Rubio subraya que fue aquí donde se descubrió uranio por primera vez en el país. “Entre 1936 y 1938, en ese lugar trabajaban dos señores, Ortega y Cabrera, que se dedicaban a la extracción de bentonita, yeso y allí encontraron un mineral que les llamó la atención. Los análisis confirmaron que se trataba de uranio y posteriormente tomó la posta la UNCuyo, a través de la Escuela Superior de Combustibles (hoy Facultad de Ingeniería). También encontraron otros afloramientos en la zona de Papagayos (minas Soberanía, Independencia y Papagayos)”. El geólogo expresa que a partir de la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica, en 1950, estas minas se transforman en sitios de investigación. Y añade: “A partir de aquí comienza una etapa importante de investigación sobre el uranio”.

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