“La vida es bella”. En su perfil de WhatsApp, la frase la pinta de cuerpo entero: Katty Javier, nacida en Potosí (Bolivia) llegó al país de niña, acompañando a sus padres, que buscaban un futuro mejor, y sufrió, además del desarraigo, discriminación y maltrato. Sin embargo, a pesar de haber atravesado momentos difíciles como consecuencia de la pobreza y la marginalidad, supo ponerse de pie y transformarse en una mujer resiliente, segura de sí misma, emprendedora. Una referente social y ejemplo sabiduría, aseguran quienes la conocen.
Posiblemente fueron aquellos tiempos de viento en contra que enfrentó durante los primeros años en la Argentina lo que terminaron por impulsarla y fortalecerla. Al menos así lo señala ella hoy, a los 39 años, viuda, vuelta a casar, madre de tres hijos, fundadora de un merendero, defensora de los pueblos originarios y, como si fuera poco, miembro de un ballet que difunde las danzas típicas.
“Tenía 13 años cuando empecé las clases en la escuela 4-143 de El Algarrobal de Abajo y un profesor me llamaba ‘bolivianita’. Así, todos los días. Una vez llegó a ponerme un cero gigante en el cuaderno. Mis compañeros se burlaban por mi tonada, por mi color, mi altura. Yo no hablaba quechua, pero la tonada diferente se notaba”, relata hoy con naturalidad.
No resistió tanta crueldad. Abandonó momentáneamente la escuela y trabajó junto a sus padres en un horno de ladrillos, tarea que aún hoy prolonga en su barrio, apilando y cargando unidades.
Más tarde, cuando los directivos hablaron con aquel profesor, la convocaron nuevamente y así decidió regresar a la escuela: fue su primera muestra de fortaleza y dignidad. “Deseaba volver a mi Potosí natal. Yo misma me sentía diferente, incluso hasta en la forma de vestir. Creo que me autodiscriminaba. Echar raíces en Mendoza no fue fácil, pero hoy, pasado el tiempo, no cambio este lugar por nada del mundo, me abrió sus puertas y también se abrió las de mi alma y mi corazón”, reflexiona.
Katty tiene sobrados motivos para sentirse una mendocina más: viuda y vuelta a casar, tuvo tres hijos y de a poco se convirtió en una activa referente barrial y social; una mujer que jamás pasa desapercibida.
Apoya, con firmeza y determinación, a un grupo mapuche de Malargüe que vive en riesgo permanente de desalojo. Una de las tantas comunidades indígenas desperdigadas en puestos de la montaña malargüina. “Yo misma me reconozco mujer indígena. Soy colla y vengo del imperio incaico, lo digo con orgullo”, advierte, en diálogo con Los Andes. Aún lejos de su patria, revaloriza sus orígenes y junto con sus tres hijos, Pablo, Nicole y Maylén, participa activamente de un ballet que difunde las danzas típicas y que funciona muy cerca de su casa.
Sin embargo, uno de los hechos que más caracterizan su espíritu altruista fue haber sido pilar fundamental para crear, en 2017, el merendero Los Peques, en un terreno propiedad de su tía de calle San Esteban 8669 donde también funciona un horno de ladrillos.
“Comenzamos a notar que El Algarrobal de Abajo estaba olvidado y con los chicos a la deriva. La idea fue de un grupo de estudiantes, ella lo impulsaron, pero luego tomaron otros rumbos y quedamos a cargo junto con otras madres”, repasa.
Apenas se iniciaron asistían 15 niños que luego se fueron sumando. Poco tiempo después llegaron a los 50 concurrentes y durante la pandemia desbordó de gente, como otros tantos comedores barriales.
“Es una lucha constante porque la ayuda de mercadería que recibimos de parte de la organización ‘Somos’, no resulta suficiente, aunque, por supuesto, somos agradecidos. Sin embargo, más allá de la ración alimentaria creo que logramos fijar valores fundamentales en los niños, la solidaridad, el respeto, el compartir…”, enumera.
Es por eso que Katty dejó su contacto para todas las donaciones que puedan llegar: desde alimentos no perecederos, en especial harina y leche para la elaboración de tortitas, bizcochuelos y alfajores, hasta ropa de abrigo para niños y adultos; calzado, materiales para la construcción, útiles escolares y frazadas. También juegos didácticos y pelotas, ya que tiempo atrás éstas últimas, que eran utilizadas para enseñarles deportes a los chicos, fueron robadas del lugar. “Solemos vender nuestra producción de panadería para poder reunir el dinero necesario para seguir funcionando. Toda ayuda será bienvenida”, dijo la mujer.
El tiempo siguió su curso y Katty asegura que ya no es la misma. El dolor que le provocó la discriminación lo superó con creces y hoy, asegura, sus raíces son motivo de orgullo. “Volví a Potosí en 2022 después de 25 años de ausencia. Estaba todo igual: niños vendiendo en la calle, abuelos mendigando… cada cual se gana la vida como puede, nada cambió. A pesar de mis lágrimas cuando emigré a Mendoza, agradezco a esta provincia las grandes posibilidades que me brindó”, destaca.
Aquí, en la Tierra del Sol y del Buen Vino, Dios le ha puesto en el camino personas maravillosas. El dolor quedó atrás, insiste. Y asegura: “Estoy fortalecida porque jamás agaché la cabeza”.
Cómo ayudar al merendero “Los Peques”
El contacto de Katty Javier es 2616 46-2841 El merendero funciona en San Esteban 8669 de El Algarrobal de Abajo y necesita alimentos, ropa, calzado, frazadas y útiles escolares.