En medio de las evidencias científicas y de los avances en las pruebas de las diferentes vacunas en que se está trabajando en el mundo para hacerle frente al coronavirus (o Covid-19), proliferan -inentendiblemente- las ideas de curas milagrosas o soluciones mágicas. Y el cuestionado dióxido de cloro, que genera polémica y cuestionamientos desde el inicio de la pandemia -entre quienes quieren ofrecerlo como una de esas soluciones mágicas, pese a que cuenta con el rechazo y la advertencia de infinidad de sectores de la ciencia- volvió a entrar en escena.
Fue luego de que, en Buenos Aires, un juez federal (Javier Pico Terrero) autorizara a un hombre de 92 años y contagiado de Covid-19 a que sea tratado con esa cuestionada solución, que no cuenta con ningún aval de la medicina; pese a que cuenta con una gran cantidad de adeptos y defensores. El caso que volvió a poner el dióxido de cloro bajo la lupa fue el de un paciente que se encontraba internado en el Sanatorio Otamendi, a quien el médico que lo trataba sugirió tratarlo con este compuesto y el tratamiento de ibuprofeno inhalado. Ante la negativa del efector de salud de hacerlo, la familia del paciente recurrió a la Justicia Federal y obtuvo la resolución ya detallada. Tras iniciar el tratamiento con dióxido de cloro, el hombre de 92 años falleció anoche.
“Luego de la aplicación, el paciente empeoró en lo respiratorio y murió a las 24 horas”, informaron desde el Sanatorio Otamendi a Clarín a última hora de ayer. Sin embargo, el abogado de la familia del nonagenario paciente, Martín Sarubbi, declaró a C5N que “el paciente no murió a causa del Covid. El médico que lo trataba sugirió el dióxido de cloro y el ibuprofeno inhalado y el Otamendi se negó a hacer el tratamiento. Ante esto se presentó un recurso de amparo y lo Justicia lo aplicó”. El letrado agregó, además, que “el sanatorio siguió dilatando el tratamiento. La realidad es que el dióxido no está prohibido. La Anmat lo desaconsejó, pero no lo prohíbe. El hombre fallece a causa por una infección intrahospitalaria y a causa de que se demora el tratamiento”. Y adelantó que denunciarán a la clínica por homicidio culposo.
El tratamiento cuestionado
La promoción del dióxido de cloro como cura milagrosa para coronavirus no es novedosa. De hecho, hay periodistas que -en cámara- lo han consumido y hasta han defendido su consumo. El detalle es que no hay evidencia alguna de que sea efectivo o pueda siquiera acercarse a ser un tratamiento validado. Sin ir más lejos, a mediados de agosto del año pasado un niño de 5 años de la localidad neuquina de Plottier murió a causa de la ingesta del dióxido de cloro que sus padres le administraban.
También presentado como un “Suplemento Mineral Milagroso” (MMS por su sigla en inglés), el dióxido de cloro lleva años siendo publicitado y “vendido” como un remedio milagroso para una gran cantidad de afecciones y enfermedades, que incluyen la malaria, la diabetes, el asma, el autismo y hasta el cáncer. Y, en medio de la pandemia de coronavirus, sus defensores agregaron la cura de esta enfermedad a sus propiedades. No obstante, es importante aclarar que ninguna entidad dentro de la comunidad científica internacional lo reconoce como medicamento oficial o probado; más allá de que hay algunos profesionales que defienden su uso y sus supuestas propiedades.
Incluso, en la comunidad internacional y en conjunto con la desmitificación referida a sus propiedades curativas, no dejan de proliferar advertencias sobre los riesgos de consumirlo. La lista de peligros del dióxido de cloro es larga y diversas autoridades han lanzado contundentes advertencias contra su uso. “No hay ninguna evidencia científica que apoye su seguridad o eficacia, y presenta riesgos considerables a la salud de los pacientes”, advirtió en abril del año pasado la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en inglés)
El compuesto y sus efectos mortales
Si del compuesto propiamente dicho hay que hablar, el dióxido de cloro es una solución de 28% de clorito de sodio en agua destilada. Generalmente -y dentro de sus usos autorizados-, es utilizado como blanqueador y para descontaminar superficies industriales, teniendo en cuenta su similitud con el cloro. “Es un desinfectante comercial que en ningún caso debería ingerirse”, relató el año pasado a BBC Mundo, Miguel Ángel Sierra Rodríguez, catedrático de Química de la Universidad Complutense de Madrid, quien agregó -con contundencia. que su actividad contra el coronavirus es “nula”.
Desde la ya mencionada FDA estadounidense confirmaron haber recibido reportes de personas que consumieron este compuesto y, como consecuencia, experimentaron efectos adversos graves y mortales, como insuficiencias respiratorias y hepática aguda y ritmos cardíacos anormales.
“Otras personas reportaron una rápida destrucción de los glóbulos rojos, algo que requiere una transfusión de sangre para curarlo, vómitos y diarrea severa”, advirtió el mencionado informe de la BBC Mundo, en base a los reportes del órgano equivalente a la ANMAT en el país norteamericano. Y destacaron que otro riesgo es que, muchas veces, personas que consumen este producto se demoran en buscar un tratamiento médico apropiado y validado, lo que puede derivar en un agravamiento de la enfermedad.
Los defensores
No obstante, en la era de la desinformación y las teorías conspirativas y paranoicas (”conspiranoicas”), están quienes defienden su consumo y hasta -aseguran- haberse curado gracias a la solución y sus supuestas propiedades “antimicrobianas, antivirales y antibacterianas”. Y, como es de esperarse, atribuyen todas las advertencias sobre sus riesgos a campañas direccionadas para defender a los laboratorios médicos.
En la TV argentina, la conductora Viviana Canosa -defensora de este Suplemento Mineral Milagroso- bebió al aire la solución líquida, defendiendo e invitando a la ciudadanía a que lo haga. Esto le valió ser denunciada e imputada, luego de la muerte del niño de Neuquén, por promocionar la ingesta de este producto y ofrecerlo como una cura para el Covid-19.