Dieron el sí por triplicado en San Martín: “Los declaro papá y mamá”

Mauricio Cantalejos, quien quedó cuadripléjico hace casi 30 años, se casó con su esposa Hemilse y con el hijo de ella después de 10 años de amor.

Dieron el sí por triplicado en San Martín: “Los declaro papá y mamá”
Alejo también lleva los anillos de su mamá y del papá que eligió para su vida. / Foto: Gentileza

“Los declaro papá y mamá”. La voz grave de Alejo, de 15 años, resonó entre todos los invitados a la boda y no hubo quien no estallara en lágrimas de emoción. Por fin, después de más de 10 años de amor y convivencia, Mauricio Cantalejos -cuadripléjico desde los 19 años- y Hemilse García daban el sí por partida triple en medio de una inolvidable fiesta en el camping Ilgiardino de San Martín.

Porque en ese compromiso eterno que asumieron el 10 de enero de 2019 también involucraron al hijo de la novia ¡con anillos y todo!

“Amo a ese niño, es el mejor coequiper, la persona más maravillosa que conocí en mi vida”, define Mauricio, al relatar su increíble historia de amor y de fortaleza.

Un accidente ocurrido en 1995 lo despidió del vehículo, que terminó por aplastarlo. Una lesión en la médula lo dejó inválido desde las axilas hacia abajo. Pero esas épocas están prácticamente superadas para Mauricio, que salió adelante con gran entereza. Al punto que, asegura, no se siente una persona discapacitada.

“Ni siquiera me acuerdo que estoy en silla de ruedas”, enfatiza. “Pero ojo: se lo debo a mi mujer y a mi hijo, quienes jamás me vieron distinto”.

En 2010, por amigos en común, se cruzaron por primera vez en Mendoza. Terminaron todos en un circo y tomando un helado. Sin embargo, el verdadero flechazo fue poco después, durante un asado, cuando él quedó cautivado con lo “dulce y madraza” que era esta cordobesa fuerte y aguerrida que criaba sola a su hijito.

El noviazgo se inició de inmediato. “¿Prejuicios? Jamás. Me enamoré de su integridad, su caballerosidad y no me imagino un segundo la vida sin él”, resume Hemilse, orgullosa.

“Casarme fue lo mejor que me pudo pasar. Es un hombre que enamora a cualquiera, la pelea, es luchador, comprometido y protector”, continúa.

Mauricio acota: “Apenas la vi le conté a mis padres que había conocido a una mujer maravillosa, una mujer chiquita de aspecto y enorme de corazón. Me enamoré perdidamente”.

Eso sí: enseguida le brillan los ojos cuando habla de Alejo, “el hijo soñado”. “Tenía 5 años y, escondido en un rincón, me preguntó si quería ser su papá. Lo acoplé a mi vida en el acto y es mi compañero de aventuras, mi asistente, mi regalo más hermoso”, confiesa.

“Nunca me imaginé esta familia -suspira Mauricio-. Sigo sorprendiéndome todos los días”.

La familia unida. Mauricio Cantalejos, Alejo y Hemilse García.
La familia unida. Mauricio Cantalejos, Alejo y Hemilse García.

Por eso aquel día de 2019 ameritaba que el compromiso fuera para los tres. “Coronamos nuestro amor con una bonita fiesta y acá estamos, felices. Ellos nunca me recordaron que soy discapacitado. Me siento de pie”, grafica.

La familia vive en una zona rural de San Martín, donde atiende un almacén de campo. Mauricio, además, trabaja en ese municipio.

“Volví a nacer y apenas me repuse le vi el lado positivo a mi historia de vida”, resume. Cuando ocurrió el accidente estaba en la flor de la edad. Tenía 19 años, estudiaba, estaba repleto de amigos y practicaba artes marciales. “Me desperté en el hospital El Carmen sin saber dónde estaba y me enteré que nunca más iba a poder caminar”, relata.

Mauricio empezó allí un trabajo intenso y disciplinado que representaba aprender a vivir de otro modo. “Fue una lucha muy grande de rehabilitación pero hubo un hecho que marcó un antes y un después, cuando luego de permanecer tanto tiempo mirando un techo, me senté con la silla bajo un árbol”, evoca.

El árbol le pareció sencillamente “maravilloso” y rompió en llanto desconsolado. “Nadie entendía nada pero todo lo veía hermoso. Hasta un perro callejero me emocionaba”, rememora.

Todas esas experiencias lo hicieron crecer y fortalecerse como persona y hoy no reniega. “Hice un camino espiritual y, de verdad, no me siento distinto. Mi vida es completamente normal”, asegura.

“Esto que me sucedió me sentó firme en la tierra y siento que cumplí con un curso acelerado de vida”, añade.

En el camino, Mauricio encontró al “superhéroe” que todas las personas -asegura- deberían hallar como referente en la vida. Se trata de Paulo, su mejor amigo, que quedó cuadripléjico. “No puede mover nada excepto la cabeza. Un ejemplo de vida. Me siento afortunado, al menos yo algo puedo mover”, se consuela.

“Mauri” se capacitó en todo cuanto pudo: imprenta, diseño, computación. Y siempre junto al deporte: juega al básquet, tenis de mesa y hoy se entusiasma con armar un proyecto de fútbol de mesa a nivel profesional. Algo así como el metegol. También cumplió en 2011 con un sueño: se tiró de un paracaídas.

Hora de balances. Vuelve a sonreír y agradece a cada paso. “Tengo el optimismo siempre en el bolsillo”. “¿Si la vida se ensaña? No, simplemente nos pone pruebas. Esta es la que me tocó a mí”, remata.

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