Este 24 de agosto se celebra en Mendoza el Día del Padre, en recuerdo al natalicio en 1816 de Mercedes Tomasa San Martín y Escalada, hija del General Don José de San Martín y Remedios de Escalada.
El nacimiento de Merceditas ocurrió en la casa del Padre de la Patria en la actual calle Corrientes, en la zona de la Alameda (Ciudad de Mendoza, donde ahora está el Museo Sanmartiniano). Por entonces, San Martín era gobernador intendente de Cuyo y estaba en la etapa final de la preparación del Ejército para cruzar a Chile. Su compromiso patriótico lo llevó a alejarse de la recién nacida y su esposa, Remedios de Escalada.
Merceditas volvería a ver a su padre siete años y cientos de acontecimientos después, tras la entrevista de Guayaquil y su retiro del Perú, y después del doloroso fallecimiento Remedios.
En 1825, José de San Martín escribió una lista de consejos para su hija Merceditas, donde volcó sus ideales educativos. Se convirtieron desde entonces en un verdadero código de ética y un modelo de educación para los jóvenes transmitido generación tras generación.
Las máximas redactadas por San Martín para su hija Merceditas
- Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: “Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos”.
- Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira.
- Inspirarla gran confianza y amistad pero uniendo el respeto.
- Estimular en Mercedes la caridad con los pobres.
- Respeto sobre la propiedad ajena.
- Acostumbrarla a guardar un secreto.
- Inspirarla sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.
- Dulzura con los criados, pobres y viejos.
- Que hable poco y lo preciso.
- Acostumbrarla a estar formal en la mesa.
- Amor al aseo y desprecio al lujo.
- Inspirarla amor por la Patria y por la libertad.
La vida de Merceditas, la hija de San Martín
Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada nació el 24 de agosto de 1816 en una humilde casa de la Ciudad de Mendoza, donde ahora se emplaza el Museo Sanmartiniano, fruto del amor del General con Remedios de Escalada.
Los primeros años de vida de Mercedes fueron realmente intensos, el viaje a Buenos Aires cuando tenía poco más de cuatro meses, la enfermedad de su madre Remedios, la ausencia de San Martín por las misiones que éste emprendía —que entonces consistían en la liberación de Perú y Chile—, hicieron que Mercedes se desarrollara en ambiente agitado pero al mismo tiempo contenido y lleno de cuidados y cariño.
Entre sus seis y siete años, su madre Remedios enfermó y murió el 3 de agosto de 1823. Su vida, desde ese momento desamparada del abrigo del calor antes otorgado por el cuidado y atención de su madre, Merceditas quedó al cuidado de su abuela hasta que su padre terminara con las misiones independentistas y pudiera, por fin, regresar a Buenos Aires y darle el acompañamiento, protección y educación necesaria.
En 1824, Mercedes y San Martín viajaron a Europa donde “la infanta mendocina”, como la solía llamar su padre, recibió una educación de primera calidad, en la que se destacó en pintura y música.
En 1831, tanto ella como su padre se enfermaron de cólera en Francia. Sin embargo, al parecer no todo era infortunio para padre e hija. El médico Mariano Balcarce fue quien los atendió en esta enfermedad y quien también prestó especial atención a Mercedes, con quien terminaría por casarse al año siguiente, el 13 de septiembre de 1832, y consagraría uno de los momentos más felices para la acotada familia integrada para entonces solo por José de San Martín y Mercedes. Para San Martín, explican los historiadores, el casamiento de Mercedes con Balcarce fue un acontecimiento lleno de algarabía, un momento en que el General sintió el logro del esfuerzo hecho por su hija Mercedes, por quien pasaba gran parte, sino toda, de su vida.
Del matrimonio de Mercedes y Balcarce nacieron María Mercedes y Josefa Dominga. En 1859 compraron una casa en Brunoy, cerca de París. Sin embargo, la desventura todavía contaba con margen para rozar la vida de Mercedes y en 1860 la enfrentó con la muerte de su hija mayor, María Mercedes, de 26 años, a quien dieron sepultura en una bóveda en la misma villa donde vivían. Su otra hija, Josefa Dominga, tendría todavía mucha vida por delante, una personalidad se distinguió en ella, caracterizada por la solidaridad y perpetuo respeto y glorificación de su abuelo.
Mercedes murió el 28 de febrero de 1875, también en Brunoy. En 1951, sus restos, junto con los de Balcarce y su hija mayor, fueron repatriados y hoy descansan en la Basílica de San Francisco, ubicada en pleno centro mendocino.