Todos los 15 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer Infantil, una fecha que busca concientizar sobre una de las enfermedades que más afecta a niños y jóvenes.
El Día Internacional del Cáncer Infantil se proclamó en 2001 por parte de la Organización Internacional de Cáncer Infantil, una red formada por 177 organizaciones de padres de niños con cáncer con presencia en 90 países en los 5 continentes.
El lazo dorado simboliza el cáncer infantil. En 1997, un grupo de padres de niños con cáncer en Estados Unidos pensó en la necesidad de tener un símbolo universal para concientizar y movilizar más la atención con el fin de minimizar las muertes y discapacidades debidas al cáncer infantil.
Según datos de la Sociedad Argentina de Pediatría, en el país se estiman 1.300 a 1.400 casos nuevos por año. Es la primera causa de muerte por enfermedad en los chicos entre 5 y 15 años, precedida por los accidentes. En nuestro país, se estiman al menos 450 muertes por año de cáncer en menores de 15. Sin embargo, la tasa global estimada de curación en Argentina es de alrededor de un 60%.
“La detección temprana del cáncer, el diagnóstico oportuno y el correcto manejo de la enfermedad pueden mejorar el pronóstico del niño y aumentar las posibilidades de cura. El diagnóstico temprano puede marcar la diferencia en el pronóstico y en los efectos secundarios a largo plazo. Siendo primordial el rol del médico pediatra en la detección de la patología”, explica Tomás Piqueras, CEO de Centro de Servicios Hospitalarios.
La pediatra María de los Ángeles Caia, del Hospital Pirovano, afirma que “las causas aparentemente serían de origen genético o por una mutación y por eso hay muchos cánceres infantiles que hasta el momento con las terapias diagnósticas vigentes no se pueden prevenir .”. Y agrega que “el progreso de los índices de supervivencia de los últimos años se debe principalmente a las mejoras en los tratamientos y al mejor soporte clínico”.
Caia menciona algunos síntomas que pueden tenerse en cuenta para estar atentos a nuestros chicos, siempre sin entrar en pánico y consultando con los médicos pediatras en la consulta pediátrica ya sea en consultorio o en hospital.
“Hay que estar atentos a fiebre persistente, pérdida de peso y apetito, palidez, astenia, sangrados o hematomas espontáneos, persistentes e inexplicables. También si al bañar al chico por ejemplo se notan tumoraciones en abdomen, pelvis, cuello y cabeza, extremidades y testículos. O si los chicos manifiestan dolor óseo, articular o sufren fracturas espontáneas. Si hay un caso de pérdida de la visión, definitivamente también hay que consultar”, explica.
Y agrega algunos signos neurológicos como cambios de conducta, disminución del rendimiento escolar, trastornos del equilibrio o la marcha y convulsiones.
“Cada diagnóstico de cáncer infantil es distinto. Pero, en general, el trayecto comienza cuando un niño tiene signos y síntomas que motivan a sus padres a consultar al médico. Los pediatras pueden pedir hemogramas completos, análisis bioquímicos de la sangre y de orina y pruebas por imágenes: los ecógrafos pueden realizar detección y seguimiento de cánceres tumorosos en órganos blandos”, explica Tomás Piqueras, CEO de Centro de Servicios Hospitalarios.