Todos los años, el 18 de mayo se celebra el Día de la Escarapela Argentina, en honor al primer símbolo patrio creado en 1812 por orden de Manuel Belgrano. En aquel momento, el mismo fue pensado como un modo de identificar a las tropas propias y diferenciarlas del enemigo durante un combate.
Se trata de uno de los símbolos nacionales cuya finalidad es resaltar la identidad como Nación, así como destacar los valores y el espíritu de los hombres y mujeres que llevaron adelante la lucha por un pueblo independiente.
Así lo decidió el Consejo Nacional de Educación hace 82 años, cuando en 1941 estableció al 18 de mayo como fecha para recordar a esta insignia nacional, junto con la obligatoriedad de ser recordado en todas las escuelas de la Argentina.
Desde allí, los colores celeste y blanco, colocados sobre una prenda durante una fecha patria, es un recordatorio patriótico que llevamos -o deberíamos llevar- con orgullo cada día que nos recuerde un hito de la historia argentina.
Además de la fecha de su creación, la escarapela se luce durante toda la Semana de Mayo, hasta el día 25, cuando se cumple un nuevo aniversario del primer gobierno patrio. También se vuelve a usar el 20 de junio, en conmemoración del Día de la Bandera y el 9 de julio, cuando se celebra el Día de la Independencia.
Más allá de que esas son las “fechas oficiales”, muchas personas también la utilizan en otras fechas importantes conmemorativas, como lo puede ser el Día de los Veteranos y Caídas en la Guerra de Malvinas, el 2 de abril.
Sea cual sea la efemérides, lo recomendado es usar la escarapela en el pecho, del lado izquierdo, cercano al corazón. Aunque hay de varios tipos y modalidades, lo primordial es que prevalezcan el celeste y el banco, pudiendo incluir un mínimo tono amarillo que refiere a los colores de la bandera nacional.