Después del robo: el impacto y los cambios en la vida de las víctimas

Los especialistas explican que todo depende de la persona, sus recursos y su vivencia. Para algunos, su cotidianidad se ve rotundamente modificada, cambian conductas, se mantienen en alerta y con temor a que se repita. En muchos puede resultar afectada su salud mental y necesitar apoyos.

Después del robo: el impacto y los cambios en la vida de las víctimas
Después del robo: el impacto y los cambios en la vida de las víctimas | Imagen ilustrativa / Los Andes

No hace falta leer muchos diarios ni tantos noticieros para saber que los robos están a la orden del día. Incluso si no se consumen estos, cada vez hay más conocidos que han sido víctimas. El asunto es cuánto estas experiencias llegan a condicionar la salud mental, las conductas, los hábitos y hasta la calidad de vida.

Es que según los relatos, quienes han sufrido algún delito de este tipo, como un asalto en la calle, en el trabajo, una entradera o algo por el estilo, tienden a sentirse más inseguros y tomar medidas de protección. Estas pueden implicar dejar de hacer ciertas cosas o condicionar la forma en que se hacen.

Paola (40) llegó una noche a su casa y habían ingresado a su vivienda. La encontró toda revuelta, e incluso se habían llevado cosas de sus hijos como las mochilas del colegio. Fue luego de que los días previos, se llevaran cosas del exterior. La situación implicó un cambio drástico para la familia. Las primeras noches ella a veces tenía la sensación de que había alguien cerca. Incluso sus hijos ya no pudieron quedarse solos y su hijo de 9 años no quiere dormir si no es con la luz prendida. Ni hablar de los cambios que debieron hacer en su casa para sentirse seguros, como reforzar rejas, colocar una alarma con cámaras y hacer cierres, aunque viven en un barrio cerrado.

No hace falta leer muchos diarios ni tantos noticieros para saber que los robos están a la orden del día. Incluso si no se consumen estos, cada vez hay más conocidos que han sido víctimas. El asunto es cuánto estas experiencias llegan a condicionar la salud mental, las conductas, los hábitos y hasta la calidad de vida.
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No hace falta leer muchos diarios ni tantos noticieros para saber que los robos están a la orden del día. Incluso si no se consumen estos, cada vez hay más conocidos que han sido víctimas. El asunto es cuánto estas experiencias llegan a condicionar la salud mental, las conductas, los hábitos y hasta la calidad de vida. (Captura)

Claramente nos cambió un montón la vida, sobre todo la tranquilidad a nivel familiar, o sea ya no está, llega la tarde y todas las puertas se cierran, llegar de noche te da mucho temor, abrir el portón, cerrar el portón, bueno hemos tomado muchos recaudos, un montón de gastos no solo en ese momento sino que mensualmente también se nos han agregado porque hemos puesto un mejor seguro de la casa y el gasto de la alarma mensual”, relató.

“Dormimos con la alarma puesta ahora y el temor de mi hijo, han cambiado mucho las rutinas, hay que acompañarlo a hacer sus actividades cotidianas, hasta ir al baño, bañarse, todo. Y bueno, yo por ahí duermo cortado porque cualquier ruidito me despierta, estoy atenta, en el vecindario también cambiaron las cosas porque todos pusieron alarma y suena una a cada rato, además, todavía hay cosas por arreglar y reforzar”, agregó.

Hay quienes, aún sin haber sido víctimas, sabiendo que hay hechos o algún conocido afectado, han implementado mayor acompañamiento a sus hijos aunque sean grandes. “He sabido de robos a chicos cerca de la escuela, que es secundaria, o en la parada del colectivo, así que si es tarde o de noche por la mañana, prefiero trasladar yo a mi hijo que tiene 16 años, si no, no me quedo tranquila”, contó Marcela (46).

“Con el tiempo los chicos están menos tiempo en la vereda, es como que preferimos que estén en una casa si se hace tarde o estamos a cada rato asomándonos con los vecinos”, dijo Ana, mamá de un niño de 8 años.

Consecuencias de un robo

Un trabajo realizado por Juan Diego García Castro y Martín Alonso, de la Universidad de Costa Rica y publicado en Psicología desde el Caribe aborda la temática.

La investigación concluye que entre las consecuencias inmediatas de víctimas de un crimen contra la propiedad privada se presentan frustración, temor, impotencia y pánico. También refieren consecuencias posteriores como una sensación de alerta constante, un cambio en la noción de la posibilidad de ser víctima y desesperanza en relación con soluciones al problema de la criminalidad.

Ante esto, refieren que la gente tiende a tomar medidas de protección de dos tipos: las que implican comportamientos de protección mientras deambulan por las calles y la instalación o contratación de servicios de seguridad. Hay un estado de alerta y vigilancia.

“En cuanto al primer tipo, dichas conductas se refieren a ir acompañado/a cuando se camina por las calles y resguardar los bienes materiales; es decir, no mostrar teléfonos, joyas, billeteras u otros objetos valiosos, cambiar de ruta constantemente y mantener una vigilancia y un estado de alerta constantes”. Mencionan menor participación en actividades sociales. “El abandono del espacio público por miedo o fractura del tejido social conlleva actitudes más individualistas a fin de enfrentar los problemas cotidianos”, advierten.

Preocupan los casos de violencia e inseguridad en los centros de salud
Preocupan los casos de violencia e inseguridad en los centros de salud

Aunque luego tengan más calma, muchos ya no perciben la realidad del mismo modo y presentan temor e hipervigilancia y la inquietud de que se repita.

Alejandra (47) ha sido víctima varias veces, hoy ya no quiere salir de noche con el auto. “De grande, he sufrido cuatro robos y un hurto, me han robado más veces pero son los que me han quedado más en la memoria”, empieza su relato.

La primera vez me asaltó un tipo por la espalda y me agarró del cuello, hizo como que tenía un cuchillo, me robó el celular, estaba borracho, después de eso quedé con miedo, no salí más de noche por un tiempo porque fue a las 9 de la noche”, detalló. Luego llegó otro que tuvo consecuencias más severas. Fue en la empresa donde trabajaba. “Nos asaltaron, me pegaron, con golpes muy potentes, de hecho me pegaron en la cabeza, y quedé con ataques de pánico. Tuve que ir al psiquiatra, tuve que hacerme tomografías, no pude salir de noche durante un mes, me medicaron porque estaba como paranoica, no pude volver a la oficina donde había sido el robo durante varios meses, finalmente tuve que renunciar al trabajo porque no me hallaba tranquila ahí”, es el crudo relato. Fue un proceso que le llevó tiempo.

Otro hecho ocurrió en la puerta de su casa, en Dorrego. “Dos motochorros me persiguieron, no me pegaron pero me caí, así que eso fue hurto, pero me robaron el celular”. Y hace algunas semanas entraron a su casa mientras ella estaba en el trabajo, le revolvieron todo y le robaron. De todos ellos reconoce que con los que más miedo se quedó fue con el hecho de la oficina, cuando le pegaron y con el robo en la calle. “Con lo de los motochorros cuando me agarraron así de imprevisto en la puerta de mi casa fue como que violan tu espacio, tu intimidad, donde vos te sentís segura, entonces ahora cada vez que veo dos tipos en moto me da temor”, reconoció. No le quedó tanto temor por el robo en su casa y cree que los daños psicológicos fueron peores cuando se trató de un encuentro cara a cara.

Vivencia subjetiva

Elizabeth Omerzzano, es directora del Centro de Atención a Víctimas de Delitos (Cavd) del Ministerio de Seguridad, refirió que el objetivo es brindar asistencia integral a la víctima de un delito y a su entorno familiar. Explicó que tienen sedes en toda la provincia y que intervienen cuando les llega el aviso de la novedad o por solicitudes voluntarias. Están disponibles de manera permanente. Un contacto es el WhatsApp 2613859427/ 428.

Cuentan con un cuerpo interdisciplinario de trabajadores sociales, psicólogos, licenciados en Minoridad, psicólogos sociales y operadores que son los policías capacitados para esto. También brindan asesoramiento jurídico.

La licenciada en Psicología, Laura Sac, que pertenece al área, explicó que el impacto de una situación está atravesado por diversas variables y que tienen que ver con cómo viva la persona la experiencia y qué recursos o herramientas de afrontamiento tiene. “No hablamos de traumas sino de vivencias, porque depende de cómo lo vive una persona, su personalidad, sus vivencias, los recursos que tengas, si hay ciertos factores de riesgo previos al hecho, por ejemplo, que esté atravesando algún trastorno y cómo estaba viviendo su vida, la edad y la etapa vital. “También si tiene red social, porque es un factor protector que usamos después”, enumeró.

La colocación de almas y el refuerzo de medidas de seguridad son parte de las estratgias a las que se apela despues de los robos (LaVoz/Archivo).
La colocación de almas y el refuerzo de medidas de seguridad son parte de las estratgias a las que se apela despues de los robos (LaVoz/Archivo).

En ese sentido, mencionó que hay que considerar qué herramientas de afrontamiento tiene o tiene que aprender.

En todo robo hay un sentimiento de invasión y sobre todo en la entradera al domicilio, que es el refugio que tiene cada persona”, explicó. “Ofrecemos intervención en crisis que ayuda a que esa vivencia no se consolide como un trauma”, señaló. Además, comentó que ante un robo puede aparecer ansiedad, “es lo que más vemos y es esperable ante la violencia de un hecho delictivo”.

Sumó que también pueden aparecer sentimientos de alerta, como que algo malo puede pasar, dificultad en el sueño, temor los primeros días, lo cual tiene que ver con que el cerebro está procesando. “Es una vivencia que las personas viven como falta de control”, y señaló que las personas que han vivido un robo tienen un aprendizaje, no solo consecuencias.

Matías (19) sufrió un robo recientemente mientras trabajaba a cargo de una heladería. Contó que cree que pudo afrontarlo bien, aunque dijo que tiene incomodidad o incertidumbre por lo que podría haber pasado, porque le apuntaron con un arma y es un problema que hay en la zona. “Realmente, si me afectó, no permití que esa situación tuviera poder sobre mí como para cambiar la persona que soy yo en una situación, me fortaleció, podría decirse (...) le podría haber pasado a cualquiera y es algo para lo que uno realmente no se prepara”, contó. Agregó que no tiene miedo, aunque anda más atento.

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