Está en marcha el Censo 2022, el onceavo que se realiza en Argentina y que aportará datos valiosos y actualizados sobre la población.
Pero ¿qué particularidades tuvieron los anteriores?
Un grupo de investigación del CONICET y la Universidad Nacional de La Matanza analizó el recorrido histórico de las diez ediciones anteriores y sus aportes.
De ello, surgen algunas particularidades como que hasta 1960 se hacían cuando se podía e incluso en una ocasión pasaron 33 años entre uno y otro: entre 1914 y 1947.
El primero, en 1969, fue impulsado por Domingo Sarmiento, quien ocupaba la presidencia. En 1947 se usaron 4 tipos de cuestionarios censales y recién en 1960 comienza a preguntarse sobre el estado civil, relevando incluso aquellos considerados “informales”.
El Indec hace su incursión en el abordaje recién en 1970 y los censistas tuvieron que esperar a 1991 para cobrar por primera vez por su ardua tarea.
Los diez censos anteriores realizados en el país:
1869: El primer Censo alcanzó al total de la población de las 14 provincias del entonces denominado Estado nacional en forma simultánea y con la aplicación de un mismo cuestionario. 1.877.490 habitantes.
1895: Se desarrolló luego de la unificación territorial del país tras la incorporación de la Patagonia, del Chaco, Formosa, La Pampa y Misiones. 4.044.911 habitantes.
1914: Se incorporaron fichas personales que mejoraron la recolección y el procesamiento de los datos relevados. 7.905.502 habitantes.
1947: Incluyó nuevas unidades de observación a partir de cuatro tipos de cuestionarios censales: individuales, de familia, de vivienda y de convivencia. 15.803.827 habitantes.
1960: Un aporte novedoso del Censo fue la pregunta sobre estado civil, la cual indagó no solo por la condición legal sino también por la unión conyugal de hecho. 20.013.793 habitantes.
1970: Fue el primer relevamiento realizado por el INDEC, creado en 1968, y el primero que cumplió con las recomendaciones internacionales para los censos de población y habitación, de llevarlo a cabo con periodicidad decenal. 23.364.431 habitantes.
1980: Se utilizó un cuestionario ampliado en una parte de la población para poder captar información adicional al cuestionario básico, que se aplicó a toda la población. 27.949.480 habitantes.
1991: Se incorporaron preguntas referidas a la cobertura de salud y la situación previsional, y por primera vez se estipuló una remuneración para las “personas que realizaron las tareas censales”. 32.615.528 habitantes.
2001: Se incluyó por primera vez una pregunta sobre el auto-reconocimiento y la pertenencia a los pueblos originarios y se retomó la temática de la discapacidad de la población, que no se preguntaba desde el Censo de 1960. 36.260.130 habitantes.
2010: Llamado “Censo del Bicentenario”, retomó la técnica de muestreo utilizada en 1980 y 1991, con la aplicación de un cuestionario básico y otro ampliado. 40.117.096 habitantes.
La valiosa información de los censos
El grupo de investigación analiza los datos reunidos en los censos nacionales argentinos para estudiar sobre la calidad de vida de la población, en distintos períodos históricos. Además, realizan mapeos a partir de variables como la educación, la salud y la vivienda, entre otros.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM) explicó que el primer censo nacional realizado en Argentina fue en 1869, en un complejo contexto político, económico y social. Gobernado en ese entonces por Domingo Faustino Sarmiento, el país había atravesado recientemente sucesivas guerras civiles y tenía una población mucho menos numerosa que la de hoy y que, en su gran parte, era analfabeta, expresa un informe sobre el trabajo.
Con el correr del tiempo, los censos –diez en total, el de 2022 será el 11° en el país- se constituyeron como una política de Estado de enorme relevancia, tanto por ser objeto de estudio para la ciencia como también para definir y ejecutar políticas públicas en variables como la vivienda, la economía, la salud y la educación, entre otras.
“Los censos son una fuente insoslayable para poder estudiar un montón de aspectos a lo largo del territorio. No hay una fuente equivalente de información, tanto por el grado de cobertura que tiene como el nivel de detalle. Constituye una radiografía que no puede igualarse a ninguna encuesta ni consultoría privada”, asegura a la Agencia CTyS-UNLaM Guillermo Velázquez, investigador superior del CONICET y doctor en Geografía.
Junto a su equipo de trabajo, radicado en el Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (CCT- CONICET Tandil), Velázquez indaga en torno a la calidad de vida de la población, a partir del estudio de diversos indicadores y en distintos períodos de la historia. Para poder llevar a cabo este estudio, el equipo apela a distintos recursos, siendo los censos uno de los centrales.
“Hay períodos históricos en donde el único material con el que contamos son los censos, como los realizados en 1869 o 1895. Lo particular de estas fuentes de información es que fueron muy poco explotadas, desde el punto de vista académico. Se sabe la cantidad de población o porcentaje de inmigrantes, pero no se profundizó tanto en aspectos vinculados a las desigualdades históricas en el país, qué raíces y magnitud tienen”, amplía el investigador.
Cuenta Velázquez que, si bien actualmente el censo está consolidado como una política de Estado, en sus inicios estuvo sujeto a distintos factores y contextos. “A fines de siglo XIX o principios del XX, el censo se realizaba cuando había recursos económicos o cuando se podía, varias veces fue postergado. De hecho, el período sin censar más largo comprende entre 1914 y 1947″, explica.
A partir de la década del ‘60, Argentina tomó la recomendación de los organismos internacionales de realizar un censo cada diez años, en los años terminados en 0 o 1. “Así fue que se lograron realizar los censos de 1960, 1970, 1980, 1991, 2001 y 2010, y el actual debió correr su fecha por la pandemia. La modalidad obedece a que, si se deben hacer estudios sobre América Latina, los censos deberían estar en fechas más o menos similares, para poder tener un panorama general a nivel regional”, agrega.
Un mapa para la historia
A partir del estudio de los censos, Velázquez y su equipo –constituido por profesionales de la Geografía, de la Historia, la Estadística y campos afines- realizan mapeos y cartografías de todo el territorio argentino y en distintos momentos históricos.
“Tomando información desde aquel censo de 1869 en adelante, hicimos mapas a escala departamental prácticamente de toda Argentina. Es una herramienta muy importante porque da cuenta de cómo era el país en distintos aspectos, como la educación, la salud o la vivienda, a lo largo de la historia”, enfatiza.
A modo de ejemplo, el especialista señala que en pleno 1869, en uno de los auges de la etapa agroexportadora, “una enorme parte de la sociedad vivía muy mal y en condiciones muy adversas. Solo un pequeño sector terrateniente tenía accesos a condiciones de privilegio. Además, remarca que, a partir de este tipo de estudios, se puede comprobar que el país tiene tanto aspectos históricos como escenarios de transición.
“La región pampeana o litoral, por ejemplo, ha tenido, a nivel histórico, situaciones relativamente mejores que la región del norte- ejemplifica Velázquez-. Pero también hay cambios: la Patagonia, que en su momento no tenía un grado de desarrollo relativo importante, hoy encabeza el ranking de mejor calidad de vida, con muy buenos indicadores socioeconómicos. Hay permanencias y también hay cambios”.