La estratigrafía (*) de la cueva Los Bayos, al oeste de Guandacol -sector a 3.850 msm-, demuestra presencia humana prehistórica, de cazadores recolectores de hace nueve milenios.
También son aportes novedosos el registro de grupos humanos ceramistas, -agricultores en zonas más bajas-, de etapas posteriores, al igual que el arte rupestre del sitio.
Nuestras labores arqueológicas e históricas en el oeste de La Rioja avanzaron lo suficiente, como para dar lugar a tesis doctorales de investigadores nuestros -sobre la Tambería de Guandacol y otras-, que junto con otros estudios del área por el equipo que dirigimos, ampliaron el conocimiento, al menos en lo referente a los grupos indígenas del tardío local (culturas arqueológicas de Aguada -epigonal- y de Sanagasta) y de la penetración incaica.
Es época de constructores de poblados, propia de ceramistas productores de alimentos, con organización socio-cultural compleja, de los denominados períodos final de Integración y de Desarrollos Regionales, finalmente de dominio incaico.
Si bien continuamos estos trabajos, últimamente se les pudo dedicar más tiempo, teniendo en cuenta que no nos autorizan a trabajar en Mendoza, dedicándonos a ampliar prospecciones y excavaciones en la Reserva Provincial Laguna Brava de La Rioja, sumando entre otros la ubicación y excavación de un abrigo rocoso al oeste de Guandacol.
Tarea ésta que deseábamos emprender hace tiempo, tomando en consideración que el área necesitaba contar con aproximaciones a la secuencia de ocupaciones anteriores a las que estudiamos, que son de época más tardía e incaica.
La estratigrafía de niveles culturales circunscriptas en esos espacios reducidos como cuevas y abrigos rocosos, bien podía dar cuenta de movimientos estacionales de grupos humanos desde la temprana prehistoria regional, aunque fuera parcialmente en cuanto a que las actividades registradas fueran de ocupaciones transitorias y principalmente cinegéticas.
Justamente saber de la cueva Los Bayos -por algunas personas llamada también de Felipe Varela-, sita a 3.850 msm, nos movió a superar, con apoyos locales, las dificultades logísticas de acceso e iniciar su registro arqueológico y excavaciones.
Restos de fogones
Dos temporadas de trabajo en verano permitieron que discerniéramos la formación del depósito: de unos 40 m2 en extensión, por ahora excavado en zonas y hasta 1,20 m de profundidad.
La excavación develó, además de los sedimentos propios de la acumulación del detritus de las paredes -formación de arenisca del abrigo- y del aporte areno arcilloso por agentes naturales pluviales y eólicos, niveles con evidencia cultural pretérita, con restos de fogones o de carbón en capa, asociado con cerámica, artefactos de madera y líticos, entre otros.
A las modificaciones en la superficie de la cueva, por acción de pastores modernos de vacunos y equinos, en un ámbito de vegas de altura donde plantas como la Adesmia sp.-“acerillo”- se desarrollan bien, se suman en profundidad claros estratos con evidencia de presencia humana. Estos últimos, por cronología radiocarbónica, pueden ubicarse hacia el 800 a 900 d.C. -nivel con cerámica-, hacia el 800 a 900 a.C. -nivel con cerámica, que debemos reevaluar- y de 6.500 a 7000 a.C. -nivel sin cerámica, donde priman los artefactos líticos-.
Presencia humana
Deseamos comentar este avance que apreciamos novedoso al reconocer en estratigrafía y datar fogones en cubeta de esa alta antigüedad, del séptimo milenio anterior a la Era, asociados con artefactos líticos formalizados en pórfidos y otras rocas.
Esta muy antigua evidencia indica el uso humano de la cueva por personas, con toda probabilidad cazadores recolectores, que se establecen en primavera-verano tras la fauna de camélidos como guanacos y vicuñas -cuyos huesos, quemados o no, se hallan en los niveles-, grupos que con toda probabilidad tenían estaciones de hábitat más permanentes en zonas más bajas, ambientalmente más amigables en términos climáticos y de recursos el resto del año.
Grabados rupestres en la cueva, así como otros en el sector, que registramos y analizamos, son también novedosos y parecen corresponderse mejor con las etapas de los ocupantes ceramistas, seguramente agricultores en zonas más bajas, como parecen probarlos los marlos de maíz indígena hallados en el sitio.
Agradecemos el apoyo a la SIIP UNCuyo, a las instituciones a las que pertenecemos Incihusa-Conicet, UNLaR, a la Intendencia de Felipe Varela, a los profesores Yamil Sarrauf, Nain Sarrauf, Eloy, Mariano y Carlos Tamblay, al igual que a otras personas del área que han colaborado con el equipo.
La Secretaría de Ambiente compromete asimismo nuestro reconocimiento, al igual que la Subsecretaría de Patrimonio Cultural y Dirección de Paleontología y Arqueología del Gobierno de La Rioja, por autorizar nuestras labores en campo.
(*) Estratigrafía: Parte de la Geología que estudia la disposición y las características de las rocas sedimentarias y los estratos. A escala, la Arqueología la utiliza entre sus métodos y técnicas discerniendo la formación de los depósitos y la cronología relativa, propia de las superposiciones de capas no perturbadas, entre otros usos.
*El autor integra Incihusa-Conicet; SIIP Universidad Nacional de Cuyo y Universidad Nacional de La Rioja
Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar