Enseñar y aprender en tiempos de pandemia. Quiénes, sino los propios alumnos y docentes, pueden dar fe de las dificultades que generó en el ámbito educativo esta cuarentena que cambió al mundo. ¿Cuáles son los desafíos a los que deberán enfrentarse los nuevos docentes? ¿Qué sucederá con la conectividad? ¿Qué aptitudes y actitudes deberán modificarse? Un grupo de estudiantes del Profesorado de Nivel Primario del Instituto de Formación Docente y Técnica 9-002 Tomás Godoy Cruz rendirán hoy a la tarde su última materia por Zoom y un poco ensayarán respuestas a esas preguntas.
Ellos jamás imaginaron este contexto, no sólo para incorporar los contenidos necesarios, sino para enfrentar lo que se viene.
Mariana Medina, de 40 años, se había propuesto egresar en 2020, pero jamás imaginó todo esto. Realizó sus prácticas en una escuela rural (C.e.b.j.a. N° 3-017 Ricardo Levene) y resultó un mundo desafiante y fascinante. “Fue conmovedor porque tuve alumnos adultos y su esfuerzo me emocionó. Fue un camino lleno de incógnitas y muchos obstáculos”, resumió.
Lo que viene, dijo Mariana, no será fácil porque implicará seguir aprendiendo a enseñar en estos tiempos y convertirse, en muchos casos, en contención. “En la práctica me propuse varios objetivos que se fueron convirtiendo en retos, cada clase era una prueba a superar, variar la metodología, hacer de la evaluación una herramienta de corrección y autosuperación, generar investigación, y mejor aún, incentivar al estudiante a plantear estrategias para avanzar en su proceso educativo”, agregó.
Su práctica se llevó a cabo desde agosto a octubre, con dos horas diarias, mientras que el viernes trabajaban en un proyecto denominado “Recreo”, que consistió en realizar diversas actividades, como huerta orgánica y tareas manuales.
“Es un momento histórico para analizar seriamente qué y cómo enseñaremos, contexto para el cual no estábamos preparados y que tiene efectos en las condiciones emocionales de toda la población”, concluyó.
La mirada de una “millennial”
Micaela Romano tiene 23 y asegura que la experiencia de estudiar en aislamiento fue enriquecedora. Tal vez por tratarse de una millennial, se muestra entusiasmada, aunque nada resultó fácil.
“Tuvimos que aprender a trabajar distinto, incorporando las redes sociales y buscando actividades distintas y entretenidas para los chicos”, amplió, para finalizar: “El rol docente seguirá siendo similar, pero tendremos que buscar la manera de trabajar en forma conjunta: escuela presencial y virtual, porque esta pandemia impuso el uso de las tecnologías dentro del aula”.
María Ríos coincide en su enriquecimiento, alentada siempre por un plantel docente de primer nivel. “Imagino clases mixtas, es decir, presenciales y virtuales en colaboración con todos los docentes para que la educación llegue a toda la población”, aventuró.
Astrid Cruz Videla, por su parte, asegura que fue gratificante e innovador el hecho de haber logrado aplicar distintos recursos y estrategias a la hora de planificar, ejecutar actividades y, finalmente, intervenir en un contexto nuevo y diferente.
“Admiro a cada una de las docentes con las que realicé mis prácticas y a todas en general, que supieron hacer frente a una situación tan difícil”, reflexionó.
Astrid también avizora un futuro “mixto”. Un poco virtual, otro poco presencial y donde la tecnología comenzará a tener mayor relevancia en el ámbito educativo. Pero deberá estar al alcance de todos. Un verdadero desafío.
Maestro de estos tiempos
Walter Ramírez, flamante egresado, opinó que como docente a cargo de primer grado y, a la vez, alumno de residencia, fue un gran desafío enseñar de modo virtual.
“Tuvimos que valernos de nuevas estrategias para poder llegar a los niños y enseñarles para que ellos puedan aprender y apropiarse de ellas”, dijo.
Como docente, le tocó ser un guía en esta metodología de enseñanza y como alumno del profesorado sintió el acompañamiento de su docente de residencia y de otras áreas. “Compartimos las nuevas formas de enseñar en este tiempo que nos tocó vivir”, subrayó.
La emoción de ver los frutos sobre la marcha
La profesora y licenciada en Ciencias de la Educación Alejandra Sosa, quien estuvo a cargo de la materia Práctica Profesional Docente, sostuvo que la etapa de residencia siempre se caracterizó por ser una experiencia de aprendizaje personalizada y, por sobre todo, un espacio de encuentro con el otro.
“Por eso en esta ocasión fue muy difícil el acompañamiento. Sin embargo, pudimos estar comunicados de manera permanente”, dijo.
“Fue aprendizaje para todos: para las escuelas que abrieron sus puertas y sus grados a las residentes de manera virtual; para los residentes que planificaron y dieron sus clases diferentes a lo que habían aprendido en la carrera, con un alto compromiso y calidad”, continuó.
“Como profesora de la materia de residencia me llena de emoción que hayan logrado sus metas”, expresó.
La especialista advirtió que, a partir de esta situación sanitaria impensada, los profesionales de la educación debieron reinventarse y poner en marcha de modo inmediato un sistema educativo a través de la virtualidad para garantizar el derecho a la educación en todos los niveles. “Muchas estrategias de aprendizaje llegaron para quedarse”, culminó.