Carlos Bedoya tiene 51 años y es oriundo de Colombia. Corría el año 2017 y se le ocurrió emprender un negocio de mantenimiento de chapa y pintura de coches, de esta forma, alquiló un local para poder ejercer la labor. El éxito del taller fue rotundo, por lo que se le ocurrió agregar un espacio dedicado a la limpieza de rodados. Sin embargo, y pese a los esfuerzos, el hombre ha tomado la decisión de cerrarlo, al no conseguir empleados que mantengan el negocio funcionando.
El lavadero de autos, ubicado en la localidad bonaerense de Pilar, era un negocio próspero, pero no duró mucho debido a que Carlos no logró encontrar empleados que trabajaran en él. Según declaró, los pocos que aceptaban, se iban a los pocos días.
“Mi trabajo principal es el de chapa y pintura, pero los clientes me preguntaban por qué no abría un lavadero de autos. Lo abrí y lo cerré varias veces porque los muchachos que vienen trabajan unos días, algunas semanas, y se van”, explicó Bedoya.
En este sentido, indicó: “No es tan difícil lavar un auto, pero algo hay que aprender. A cada uno que viene le tengo que dedicar un día para mostrarle cómo es el trabajo. Si después dejan de venir, tengo que empezar de nuevo y es agotador”.
“No tienen ganas”
El colombiano señaló que “les cuesta entender lo que tienen que hacer o no tienen ganas”. A su vez, agregó: “Hago el esfuerzo para enseñarles y no hay caso. No tengo más remedio que cerrarlo porque no puedo desatender el taller”.
Si bien en un principio Carlos fue el que tomó las riendas del negocio, en diversas oportunidades lo manejó su esposa y en una ocasión hasta lo subalquiló.
“Lo que me muestra la experiencia es que no hay cultura del trabajo. Vienen unos días y se van. Les pedís que lleguen temprano y no lo hacen”, enfatizó.
En un nuevo intento de poner en pie el comercio, el hombre aceptó a varios empleados nuevos, pero ninguno de ellos continuó. Además, señaló: “La mayoría de lo que vienen son jóvenes con familia e hijos. Les digo que lo hagan por ellos, pero no hay forma. No logran sostener un trabajo en el tiempo”.
Cuál era el sueldo de los empleados
El hombre afirmó que les pagaba $3 mil diarios de lunes a sábados, una suma que da un total de $72 mil por mes: “No es poca plata, ya que a eso hay que sumarle la propina, que no es poca, porque la gente que venía a lavar el auto era de un buen poder adquisitivo. Pese a eso, no se quedaban. Está muy complicada la situación”.
Con respecto a su taller de chapa y pintura, aclaró que también “es difícil retener” a los cinco trabajadores que tiene. “El más antiguo está desde hace un año”, sostuvo. Según reveló, cada uno gana alrededor de $35 mil semanales, aunque algunos llegan a $50 mil.