En medio del duelo interminable por perder a su esposo en el incendio de su vivienda, y del dolor de contemplar a su pequeño nieto con quemaduras graves, Fabiana Quinteros recibió en Tupungato tantas muestras de solidaridad como jamás imaginó.
La pesadilla ocurrió el pasado 12 de agosto en Finca Gatica, ubicada sobre la calle El Alamo, en el límite entre Tunuyán y Tupungato.
El matrimonio, que tenía hijos y nietos a cargo, se hallaba en plena mudanza cuando los sorprendió una explosión. La vivienda comenzó a arder rápidamente.
Uriel, de un año y medio, estaba en el interior y fue su abuelo, Martín Ortubia, quien logró ingresar y salvarlo, aunque un mes después le costó su propia vida.
Poco después, el cuartel de Bomberos de Tupungato --que está en formación--; soldados del Regimiento de Infantería de Montaña 11 y misioneros de la iglesia mormona, además de muchísimos vecinos del lugar, iniciaron una cadena solidaria que permitió la edificación de un nuevo hogar para Fabiana y su familia.
Los trabajos comenzaron el fin de semana pasado en un terreno que el abuelo-héroe de esta historia había adquirido tiempo atrás.
Allí se iniciaron las tareas de limpieza y nivelación para poder comenzar, el próximo sábado, a levantar paredes.
“Estamos contentísimos porque esto fue posible gracias a muchas personas. No hemos podido estar la noche fatal, pero ponemos el hombro hoy, cuando la familia necesita atravesar el dolor de la mejor manera posible”, expresó Carlos Félix, comandante jefe del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Tupungato y uno de los impulsores de esta cruzada.
Dijo que se han recaudado materiales para construir la vivienda y que aún resta juntar cemento y algunos cerámicos para las terminaciones.
Fabiana Quinteros, que cuenta los días para que el pequeño Uriel se recupere de esta pesadilla, dijo ayer a “Los Andes” que no tiene manera de expresar su agradecimiento.
“Ahora estamos abocados a comenzar la vivienda y poder finalizarla, pero he recibido de todo, pañales, ropa, mercadería…”, relató.
Sobrellevar el duelo y observar las heridas que el fuego dejó en su nieto resulta “insoportable”, confesó.
“Vamos a necesitar ayuda psicológica, pero claro, hoy no tengo tiempo. Mi deber es sacar a los chicos adelante y poder reconstruir nuestro hogar”, señaló.
Volvió a recordar a su esposo como un verdadero valiente que no dudó en arriesgar su vida para salvar la de Uriel.
Cómo fue
En la finca donde trabajaban les habían ofrecido una vivienda un poco más grande, a escasos metros de la anterior, porque el lugar comenzaba a resultar pequeño.
Mientras trasladaban muebles y otras pertenencias, una explosión los dejó ensordecidos.
“Empecé a gritar desesperada, llegó mi esposo y le dije que no podía sacar a Uriel. Dejó el celular y entró a salvarlo. Esa fue la última vez que lo vi consciente”, evocó.
Martín ingresó al Hospital Lagomaggiore, donde el pasado 24 de septiembre falleció a raíz de un shock séptico tras 42 días internado por quemaduras gravísimas.
“Estoy destrozada, pero soy creyente y me consuela pensar que salvó a nuestro nieto, un nieto que para nosotros era un hijo, porque lo estábamos criando. Todos nuestros sueños se derrumbaron”, reflexionó, en una anterior entrevista.
Uriel, en tanto, se recupera de a poco.
“Cada limpieza significa una cirugía. Es algo muy doloroso, está medicado y fastidioso, pero lo tenemos a salvo”, sostuvo.
A pesar de que ya se ha donado muchísimo material, resta una parte.
“Todo es bienvenido”, reiteró Fabiana, que pidió este “empujón” para salir adelante en nombre de “un gran ser humano, padre y abuelo dedicado a su familia”.
Entre otras cuestiones, habrá que equipar la vivienda una vez que la obra se encuentre finalizada.
Quienes deseen colaborar pueden hacerlo al celular de Carlos Félix, 02622-222963.