Un proyecto ecológico relacionado con la fabricación de ladrillos elaborados con botellas plásticas, cemento, arena y armazones de madera, ha representado una luz de esperanza, en tiempos de la pospandemia, en una de las escuelas mendocinas más castigadas por el aislamiento y la desconexión.
Se trata de la Escuela Nº 4-174 Joaquín Salvador Lavado, ubicada en el Barrio La Favorita, de Capital, una comunidad de pobreza extrema donde conviven más de 40.000 almas y donde la pandemia afectó con crudeza a las familias, la mayoría dedicada a trabajos informales.
Durante ese 2020 en que hubo escuela sin aulas, el 1,5% de los chicos de escuelas secundarias de Mendoza se quedaron fuera del sistema. El total de la matrícula es 73.000 alumnos, así que ese número representa a 1.100 “desconectados”, según explicó Emilio Moreno, director de Educación Secundaria provincial. En el transcurso de ese año, dijo, “la situación se fue revirtiendo a partir de tres líneas de acción: entregas de dispositivos, revinculación a través del sistema GEM y apoyo a las trayectorias débiles”.
Transcurrieron casi dos años de una etapa que quedará grabada en esa comunidad y recién ahora, luego de un arduo trabajo de directivos y docentes tendiente a evitar la deserción, volvió a funcionar la nueva normalidad. En este caso fue a través de una iniciativa que fomenta el trabajo, la generación de ingresos y el cuidado del medio ambiente.
La condición para cristalizar el proyecto fue la consolidación de una cooperativa, cuya formación motivó una capacitación conjunta. Cumplida esa instancia, se focalizó en construir una medianera entre la escuela y el Jardín de Infantes El Algarrobo, que funciona en el espacio contiguo y que actualmente se divide con un precario alambre.
La idea surgió a partir de la coordinadora de la orientación Ciencias Naturales, Eunice Núñez, que pensó en una herramienta económica y en la necesidad de implementar el reciclado en un sector donde abundan las botellas plásticas en las calles y, especialmente, en el interior de las acequias.
La primera fase, relacionada con el acopio, resultó todo un éxito porque más allá de la limpieza de la zona, generó entusiasmo y concientización. “No sólo se reunieron botellas, sino que también salieron a pedirlas en negocios y viviendas particulares”, sostuvo Ivana Lona, quien se desempeñó como directora de la escuela hasta hace unos días.
La siguiente fase tiene que ver con la molienda, es decir, la obtención del relleno del ladrillo. “Nos costó muchísimo gestionarla porque nuestra escuela no tiene cooperadora, solo una caja chica que en general está en rojo y que recibe aportes provenientes del bolsillo de los mismos docentes o de rifas que organizamos esporádicamente”, comentó.
Finalmente, relató Lona, “actuó la Providencia”, ya que el proyecto llegó a la Escuela de Educación Técnica (E.E.T.) N° 4-109 Ingeniero Álvarez Condarco de Godoy Cruz, que tenía una molienda en desuso. “El hallazgo fue para nosotros una felicidad enorme. Enseguida nos pusimos a trabajar para elaborar la primera tanda”, agregó. Así, la comunidad se prepara para la tercera fase, que consiste en la construcción del ladrillo propiamente dicho. Las indicaciones y capacitación las brindará el municipio de Junín, ciudad donde se edificó la primera casa con ladrillos ecológicos de Sudamérica.
Más allá de que el objetivo central será levantar la medianera entre ambos establecimientos, el desafío es aún más integral, ya que los aprendices podrán volcar la materia prima y los conocimientos en sus propios proyectos individuales: fogones, paredes, medianeras y hasta cuchas para perros.
“En La Favorita las viviendas son muy precarias y esta iniciativa implica una oportunidad para transformar el mundo que los rodea”, indicó. Y subrayó, para ejemplificar: “He visitado construcciones extremadamente pobres. Refugios donde colchones, cartones, chapas y restos de telas hacen las veces de divisiones”.
Como representante del colegio, Lona hizo hincapié en lo relevante que resultan los emprendimientos concretos que le den sentido a la educación. “Esto les dará una respuesta cuando se cuestionen qué sentido tiene la escuela y cómo aplicar lo que se aprende. Asimismo, a nosotros nos plantea interrogantes, nos alienta a brindar herramientas, a actuar sobre algo concreto. En definitiva, nos ayuda a marcar un rumbo”, reflexionó Ivana.
Con el dinero que ganaron en un concurso de inclusión, que totalizó 50 mil pesos, pudieron comprar cemento, arena y hacer estucturas de madera. “Antes de que termine el año finalizaremos la medianera y seguramente quedará lista en marzo, cuando iniciemos el ciclo lectivo 2022″, se entusiasmó, para agregar: “Será el primer paso para salir de la inercia y la desesperanza que dejó el Covid-19 en nuestra comunidad”. Directivos y docentes trabajaron para evitar la deserción de estos alumnos que, en numerosos casos, se ven atravesados por flagelos como desnutrición, dificultades de aprendizaje, adicciones y conflictos familiares, entre otros.
Más allá de la entrega de bolsones alimentarios a las familias de los 370 alumnos que conforman la matrícula, durante la pandemia más dura los propios profesores distribuyeron cuadernillos en los domicilios. En esta escuela hubo prácticamente un 0% de conexión a las clases virtuales en 2020.
“Nuestros chicos concurren a la única secundaria pública de La Favorita y son aquellos que no han podido salir de allí hacia otras escuelas de la Capital. Existe cierto estigma social por las irregularidades, la situación de clandestinidad y otras problemáticas ligadas al consumo y la pobreza”, sostuvo la directora.
Por eso, continuó, la falta de recursos tecnológicos hizo estragos: “Salimos a recorrer las casas, pedir donaciones, imprimir tareas y comprar hojas con nuestros recursos porque en esta comunidad no hay acompañamiento. Fue todo muy terrible”, recordó.
Tal vez por eso, el plantel docente redobla su compromiso convencido del potencial de los estudiantes y de la importancia de mediar para que puedan algún día salir del entorno que los rodea.
El sueño de Cecilia
Cecilia Ortiz tiene 17 años, es una de las titulares de la cooperativa reciclaje San Salvador y confiesa que tiene dos sueños: estudiar abogacía en la Universidad de Cuyo y poder algún día construir su casa con ladrillos ecológicos.
Nació en Godoy Cruz pero desde hace dos años su familia alquila una casita humilde en La Favorita. “Aprendí a reciclar y a trabajar en equipo. Recolectar botellas plásticas me entusiasma porque tiene un fin bien concreto”, detalla.
“Tener mi casa con este material sería un sueño. No es fácil y llevará tiempo, pero lo voy a intentar”, se esperanzó.
El desafío de revincular estudiantes
Emilio Moreno, director de Educación Secundaria, explicó que las tareas tendientes a revincular a los estudiantes se llevaron a cabo en red y que el GEM contribuyó muchísimo a realizar el seguimiento necesario.
“Los preceptores informaban y los servicios de orientación pedagógica y social hacían su trabajo, al que se sumaron municipios, Desarrollo Social, Familia y Niñez y Adolescencia, enumeró.
Cada 15 días se distribuyeron cuadernillos en los domicilios más afectados junto con los bolsones alimentarios. “Luego las tareas se retiraban, también en los domicilios y los municipios colaboraron con la impresión”, mencionó.
Moreno dijo que pocos estudiantes quedaron desconectados, aunque sí existen alumnos con trayectorias débiles y que los distintos equipos profundizaron su labor con niños judicializados o con sus derechos vulnerados a través de fiscalías y Equipo Técnico Interdisciplinario (ETI).