“Que los cumpla feliiiz”, se escucha corear a algunos de los invitados. Después llegará el momento de romper la piñata y de repartir la torta. Así, todos estarán felices. Algunos, moviendo sus colas de un lado a otro y lanzando algún que otro ladrido de alegría. Claro, es que se trata de un cumpleaños perruno, esos que una tienda mendocina se encarga de organizar y para los cuales confecciona ropa con exclusivos diseños para el agasajado y los invitados. Y si la fiesta es de disfraces, habrá un modelo para cada uno, si así lo desean sus dueños.
“Russo & Co” abrió sus puertas en diciembre de 2020, cuando las flexibilizaciones de la cuarenta por la pandemia de Covid lo fueron permitiendo. El primer local se ubicó en Godoy Cruz. Pero fue tal el éxito del emprendimiento, que sus dueños, los socios Paola Díaz y Alejandro Brzezicki, abrieron una sucursal en la vereda Este de avenida España, cerquita de la esquina con Rivadavia, en pleno Centro.
El local ofrece diseños exclusivos para vestir a las mascotas. Más de un distraído podría pasar por la vereda y llegar a pensar que se trata de prendas para niños, pero están diseñadas exclusivamente para perros, gatos y hasta conejos. Y quien pasó días atrás pudo observar los disfraces que habían realizado para Halloween.
Paola y Alejandro tienen dos bulldogs francés cada uno. Sus mascotas, sin quererlo, dieron origen al negocio. “Todo comenzó porque los bulldogs son una raza complicada para vestir. Son muy anchos de pecho, muy chiquitos de cintura, tienen muchos rollitos en el cuello, entonces era muy difícil encontrarles ropa. Así que todo esto comenzó por darles comodidad”, cuenta Paola, una colombiana que llegó hace 15 años a la provincia y se encarga de los diseños.
“Por lo general, las tablas de talles son muy estándar, así que tratamos de cambiar eso. La idea es hacer ropa más canchera para los perros. No el típico chalequito, el cuellito. Tratamos de amoldar ropa de persona a los perritos”, agrega entusiasmada.
Los creadores y propietarios de “Russo & Co” son conscientes de que vieron el nicho en el negocio y de que son los únicos que tienen ese tipo de diseños en Mendoza, según aclaran. Pero fueron más allá y decidieron incluir disfraces. “Por ejemplo, en Halloween se hacen muchos disfraces de Chucky, de bruja, alas de murciélago. Este año hicimos capas de Maléfica, vinchas con cuernos, capas de Drácula, de Blancanieves, de Yoda. Si hay una fiesta de disfraces y un cliente quiere un disfrazar al perro de Pedro Picapiedras, por poner un ejemplo, se lo hacemos”, describe Alejandro en su tienda céntrica mientras Russo y Polaco, sus bulldogs, olfatean a cuanto cliente ingresa. El nombre de la tienda surgió por el apodo del emprendedor, mal llamado “Ruso”, ya que en realidad sus ancestros eran polacos. Así que esas nacionalidades se convirtieron en los nombres de sus mascotas.
“La tela es distinta, los diseños son distintos. Los perros se revuelcan y la ropa sigue intacta. A los gatos también los visten. Hacemos ropa, moños. Hasta para conejos nos han encargado moños”, detalla Brzezicki.
“Ya estamos comenzando con la producción de gorritos de Navidad, de gnomo y vestiditos con tutú para las Fiestas en diciembre”, adelanta su socia. Y sobre el modelo de negocio, apunta: “Nosotros no compramos tela por mayor, entonces nos sube los costos. Si compráramos rollos de tela sería más económico, pero la idea es no hacer en cadena. No hacer mucha cantidad de ropa para que los perritos no estén uniformados y que sea más exclusivo”.
“Gracias a Dios nos va bien. Tenemos clientela que nos compra siempre y hacemos envíos a todo el país. Tenemos una logística armada”, completa Alejandro.
Pedidos excéntricos
Dicen que los límites sólo están en la mente y parece que en esta casa de accesorios para mascotas lo tienen en claro. Allí llegan clientes con toda clase de ideas y pedidos, que los diseñadores se encargan de concretar en coquetos diseños.
“Tenemos todo tipo de clientes. Desde aquellos que aman a los perros y les festejan los cumpleaños, hasta los que menos tienen pero más les compran. Hay clientes que nos han dicho: ‘Quiero que mi perro tenga una camisa igual a la mía para Navidad’, entonces le mandamos a hacer una camisa igual para el perro. Tenemos unos amigos que son motoqueros y a su mascota le hicimos un chaleco de jean con la marca de la moto. Cuando los clientes nos piden cosas locas, tratamos de hacerlo”, cuenta Alejandro, satisfecho.
“Tenemos vestidos, chalecos, camisas hawaianas, leñadoras. Las telas las traemos todas de Buenos Aires. También hacemos ropa a medida. Hemos hecho hasta vestidos de casamiento y trajes o boinas”, agrega.
Su socia, suma: “Tenemos una clienta en San Martín que tiene cuatro pug y a los cuatro los viste iguales y les celebra los cumpleaños. Después hay un cliente fanático de una serie de Netflix, (Peaky Blinders) que nos dijo: ‘Me enamoré de la serie y quiero que mi salchicha tenga el chaleco, la camisa y la boina’. Así que hace poco se lo entregamos”.
“También organizamos cumpleaños. El año pasado una clienta le celebró el cumpleaños a su mascota, alquiló un salón e invitó a 20 perritos. Hasta piñata nos pidió”, agrega Paola, divertida por las ocurrencias de la clientela, aunque ya acostumbrada a los excéntricos pedidos.
El precio de ser top
Vestir a una mascota con estilo demanda unos cuantos billetes. Por ejemplo, una camisa cuesta entre 7.000 y 14.000 pesos y un arnés talle M, entre 6.000 y 7.000 pesos. Aunque los hay desde los comunes hasta los reforzados y con traba de seguridad o tácticos, que salen 22.000 pesos.
Si hablamos de disfraces, una capa de Drácula cuesta unos 6.000 pesos y una vincha con cuernitos, cerca de los 7.000.
El local también ofrece alimentos balanceados, bocaditos, accesorios y juguetes, además de productos de aseo, como limpia patas, espuma para baño seco y shampoo.
Tiempos modernos
“Vienen parejas, pero también gente soltera y sin hijos, que les da todo a sus perros. Hay gente que se gasta lo que no tiene en sus mascotas”, describe a su clientela Alejandro Brzezicki.
Veterinarios consultados por Los Andes se mostraron en contra de humanizar a las mascotas. Mientras algunos lo consideran “una aberración”, otros plantearon que no tiene mayor beneficio que el placer de las personas por vestirlas. “¿Qué beneficio tiene para un perro estar disfrazado o vestido con una camisa?”, cuestionó la médica veterinaria Cecilia Menéndez.
“Hay un crecimiento del consumo de este tipo de cosas y de muchas más: los casan, les hacen fiesta de cumpleaños. Hay una cuestión ética desde el punto de vista profesional. Nosotros estamos para la salud y el bienestar del animal y eso dista bastante, sobre todo del bienestar. Yo no estoy de acuerdo, no me parece”, añadió.
Sobre los perjuicios que puede ocasionar el uso de vestimenta en los animales, la veterinaria describió que en su mayoría generan problemas en la piel. “A veces les ponen la ropa en marzo y se la sacan en noviembre o el chaleco no crece al ritmo del cachorro, entonces le va quedando chico y le lastima las axilas y el cuello. Traen muchos problemas de piel. También hay un exceso de acicalamiento: los bañan todo el tiempo”, apuntó Menéndez.
“Si es un perro de pelo corto, hace frío y duerme afuera, probablemente te diga que sí ante la consulta de ponerle un chalequito de polar. Pero tengo pacientes que tienen un ropero que parece el de mis hijos. Estoy en contra de todo lo que vaya hacia la humanización del animal”, resaltó.
Para la psicopedagoga, licenciada en Psicología y magister en Psicología Social, Nancy Caballero, “el ser humano necesita del apego y es parte de su desarrollo”. “Pero esto ya no tiene que ver con el animal, porque no creo que disfrute de un cumpleaños. Es más el placer de alguien que no tiene hijos, que vuelca todas estas monerías y mimos en un animalito. Como se posterga tanto la maternidad y la paternidad porque se prioriza el desarrollo personal, lo cual está perfecto, evidentemente algo debe existir si se busca un sucedáneo, alguien que cubra esa necesidad de afecto, de compañía”, analizó Caballero.
Y completó: ”Considero que se ha ido corriendo la necesidad relacional y vincular con un otro que te responda, que te quiera y espere, de los niños hacia un animalito. Creo que dura hasta que sos papá o mamá, no creo que lo reemplace”.
“Como sociedad, hemos ido poniendo a personas en lugares más bajos y a animales en lugares más altos. Esto es no respetar la esencia del ser humano, que es la convivencia y el respeto al otro, ni al animal, que también tiene su dignidad y es ser lo que la naturaleza ha hecho en él y no tratar de convertirlo en un bebé”, concluyó la especialista.