El próximo 17 de agosto cumplirá 50 años el Movimiento Juvenil de Peregrinos (MJP), una iniciativa de la Iglesia Católica que llegó a Mendoza como una propuesta de ayuda para jóvenes y ya lleva medio siglo marcando a generaciones. También conocido como Maranatha, la palabra que lo identifica y que significa “Ven, Señor Jesús” en griego, el famoso Oasis y las actividades de las nueve comunidades se mantienen vigentes a lo largo y ancho de la provincia.
“Son ya 585 retiros de conversión que han transformado la vida de más de 20.000 jóvenes en todo el territorio provincial”, indican voceros del MJP al hablar del cumpleaños número 50. Y hace exactamente 16 años uno de esos miles de jóvenes fue Emilio Quiroga, quien ahora con 36 años cuenta su experiencia a Los Andes: “Hice el Oasis en 2006, llevo 16 años de fe y estoy por ser cura”.
En ese momento, “si había un Dios o un Jesús no me había enterado o ni me interesaba”, reveló con franqueza, “pero a partir de la experiencia del Oasis ves que ese Jesús, que uno cree que fue allá en la historia o lo que dice la Biblia, es real y está vivo”, continuó.
El Oasis es “un retiro de conversión, donde se da un pantallazo general de la vida de fe y la vida de Jesús, especialmente a chicos que no lo han conocido todavía, o que han estado metidos en la Iglesia pero se han alejado”, explicó Emilio.
Su denominación hace referencia a “la idea de que en medio de la vida cotidiana uno se puede retirar unos días con otros jóvenes igual que uno a beber esa agua que da Jesús, que sacia lo que andamos buscando”. Para él, “eso es lo lindo del oasis, que lo podés ver y compartir con otros pibes que están en la misma que vos, con la diferencia que tienen un poco más de fe y que esa fe es lo que les da el sentido para el día a día, lo cotidiano y a la vida”.
Algo parecido le sucedió a Juan Cozzari, un mendocino de 25 años. “Maranatha fue un antes y un después en mi vida. Hice el Oasis hace siete años, con 18 recién cumplidos. Estaba en una etapa de mi vida en la que no le daba mucha importancia a la parte sentimental y con la familia”, admitió.
En su caso, la experiencia en el MJP le enseñó “a valorar más todo lo que tenía, el tiempo que estaba perdiendo con mi familia y disfrutar más de los detalles simples”. “Fue un cambio muy grande que me hizo dar cuenta de muchas cosas que antes no veía”, resumió quien ahora es animador general en el movimiento.
“Hasta el día de hoy sigo creciendo, y mi objetivo ahora es ayudar a más chicos a que tengan la posibilidad de vivir lo que yo pude vivir, y de crecer y mejorar. Trato de aportar ese granito de arena para que más chicos puedan vivir todo eso que es hermoso”, afirmó Juan.
Emilio agregó: “Lo lindo es cómo otros pibes que están en la misma que vos, que estudian, trabajan y están de novios; con mucha alegría y muchas ganas sirven a otros para que encuentren a Dios”.
“Hoy puedo decir que la mayoría de mis mejores amigos salieron de ahí, entonces el movimiento es parte de mi vida y lo que soy hoy, gran parte se lo debo al movimiento”, reconoció Juan por su parte.
50 años de crecimiento
Esa capacidad de “transformar vidas”, como dice el MJP, no surgió de un día para el otro sino que resultó de la construcción de muchos años, con un largo recorrido hasta este 50° aniversario. Fue el padre José Manzano, sacerdote josefino de Murialdo, quien al llegar por traslado a la parroquia Nuestra Señora de los Dolores, de Ciudad, comenzó a trabajar con los adolescentes que acudían a la iglesia y al colegio Nadino, basándose en experiencias que había conocido en Buenos Aires.
Con esa impronta, el padre Manzano le propuso a los jóvenes mendocinos “un estilo de vida cristiano, a la luz del Evangelio para reflejarlo en todos los ámbitos de sus vidas, a través de retiros de conversión”. Así, el movimiento quedó formalmente constituido el 30 de junio de 1972 e inició sus actividades aquel 17 de agosto, día en que se celebra cada aniversario, de la mano del primer retiro de varones en ese entonces denominado “Copos de gracia”.
Luego vendría un segundo retiro exclusivo para mujeres “y la vivencia fue tan fuerte que comenzó a multiplicarse por todo el territorio provincial y llegó hasta países vecinos”, destacan desde el MJP.
Para el éxito de Maranatha también fueron necesarios aquellos que se pusieron la iniciativa al hombro y lo potenciaron, como los casos del padre Vladimiro Rossi y el padre Alberto Aguirre, ambos dejando su legado en diferentes épocas y acompañando durante más de una década al movimiento.
De a poco, la alegría y la fe del Movimiento Juvenil Peregrino comenzó a esparcirse por la región y, por ejemplo, en 1982 se replicó la experiencia en Valparaíso, Chile. Tres años después llegó el turno de la zona Este, con sede en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, de San Martín, y en la actualidad también existe en el Valle de Uco, con sede en Tunuyán. Hoy también existen remansos para adultos y parroquianos, entre otras “ramas” que han surgido.
Para celebrar
“Sin dudas, a través de los años este proyecto ha ido fortaleciéndose y creciendo en el número de participantes. En la actualidad, personas desde los 16 hasta los 35 años siguen sumándose atraídos por la propuesta espiritual, llegando a conformarse nueve comunidades en Mendoza. Son ya 585 retiros de conversión que han transformado la vida de más de 20.000 jóvenes en toda la provincia”, expresa con alegría el MJP.
El domingo 21 de agosto, desde las 10, se realizará el festejo central por los 50 años “de este movimiento que ha guiado la vida espiritual de tantos mendocinos”, manifestaron los voceros. La celebración será libre y gratuita y tendrá lugar en el microestadio Don Orione, con un almuerzo a la canasta que también tendrá música, shows en vivo, actividades para compartir y juegos para niños. El evento finalizará con una misa a las 18 presidida por el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo.
Emilio, quien en un mes se ordenará de cura, invitó a los jóvenes mendocinos a que “se animen a buscar qué es eso que los hace feliz o les está faltando, pero eso que los hace feliz con plenitud y no por un ratito”. “Si nos dejamos encontrar, porque Él siempre sale a buscarnos, le da sentido a nuestra vida y la hace plena y fecunda. Que se animen a buscar y a creer que Dios los puede hacer feliz”, finalizó.