Los numerosos beneficios que otorga la musicoterapia en los pacientes, así como la necesidad de difundir esta disciplina en los hospitales públicos, fue manifestada por la licenciada en Musicoterapia, Andrea Ferrari, quien se desempeña de manera voluntaria en los sectores de Cuidados Paliativos y Oncología del Hospital Central.
En ese importante centro asistencial que recibe derivaciones de todo el país, la profesional dirige, además, las prácticas profesionales de los estudiantes. Los resultados con los pacientes son sorprendentes. Idéntico trabajo se lleva a cabo en los hospitales Lagomaggiore, Perrupato y Dr. Humberto Notti, aunque en este último caso debió ser interrumpido momentáneamente por refacciones.
La musicoterapia consiste en usar las respuestas y conexiones de una persona con la música para estimular cambios positivos en el estado de ánimo y el bienestar general. La terapia musical incluye crear música con instrumentos de todo tipo, cantar, moverse con la música o simplemente escucharla.
“Está demostrado que los resultados son inmejorables. Muchos pacientes llegan al hospital público en situación de vulnerabilidad, tras largas horas de espera, para transitar internaciones prolongadas, por eso el acompañamiento de un musicoterapeuta es clave. Se genera un espacio de escucha y logra que se generen redes, además de ayudar a que el tránsito hospitalario sea más ameno y humano”, consideró.
¿La musicoterapia colabora para humanizar al paciente?
- Exacto, es uno de los objetivos. Tratamos de que el paciente sea tratado como ser humano integral, con las secuelas psicológicas que posee. En este sentido, integramos también a las familias, que muchas veces quedan relegadas, con incertidumbre y agotadas. Somos un nexo para que pacientes y familias se sientan más cómodas en un período difícil.
¿Cómo son recibidos estos profesionales por los pacientes?
- Muy bien, porque no somos invasivos, nosotros no llegamos con una guitarra para ponernos a cantar, tampoco colocamos un parlante. Es al revés, utilizamos la música como un medio, no un fin. En general la terapia es aceptada, bien recibida, muchos se sorprenden y jamás imaginan que, por un rato, se olvidarán de su dolor, su enfermedad. Justamente estamos capacitados para brindar un agradable espacio de relajación. Por otro lado, cada paciente puede elegir si quiere realizar la actividad o no.
¿Cómo inicia una sesión en una sala oncológica?
- En mi caso llego y, en principio, me presento, cuento quién soy, qué actividad desarrollo y cómo trabajo. También suelo consultarles a las personas por su vida, su situación, sus temores y así se generan lazos vinculares. Luego abordamos el tema de la música, qué ritmos les agradan, cuáles no, cuándo suelen escuchar música, qué les provoca. En fin, es allí cuando el profesional comienza a reunir elementos para comenzar a trabajar. Ya el hecho de llegar a la sala y comenzar a hablar significa que comenzó el espacio terapéutico desde la palabra.
¿Cuándo intervienen los instrumentos?
- Si bien los musicoterapeutas tenemos nuestros propios instrumentos, lo ideal es que los hospitales estén equipados con sus propios elementos para evitar la circulación de virus. Es muy lindo observar cómo los pacientes comienzan a explorarlos, los observan y empiezan a tocarlos. Se les propone una improvisación, sin reglas, y luego el profesional va guiándolos hacia un ritmo. En algunos casos componemos canciones, ritmos y en general todos se suman. Cuando componemos letras muchas veces surgen temas difíciles, como el temor, la ansiedad, la angustia, pero también otros esperanzadores, como la familia, el amor, la gratitud.
¿Cuáles son los comentarios de los pacientes, al finalizar la sesión?
- En general coinciden en que el tiempo transcurre más rápido y también dicen que se olvidan que están enfermos. Disminuyen los temores, la ansiedad, la incertidumbre, y se genera un momento muy gratificante que incrementa la calidad de vida. Se trata de una interacción respetuosa y agradable ya que se trata de un espacio humano, insisto, jamás invadimos.
¿Qué diferencias hay entre música y musicoterapia?
- Muchas, porque en el caso de la musicoterapia debe existir, como la palabra lo expresa, un terapeuta que sostenga lo que pueda surgir en los pacientes, angustia, depresión, temor. El profesional no hace lo que a él le gusta sino lo que requiere el paciente y lo que pueda beneficiarlo, por eso debe estar muy atento a cada caso. Escuchar música o tocar un instrumento activa ciertos mecanismos. Sin embaro, no es terapia si no existe un profesional capacitado.
¿Quiénes convocan a los musicoterapeutas a los hospitales?
- Los propios profesionales, por eso trabajamos de manera multidisciplinaria. Esta terapia es muy común en otras partes del mundo y se está comenzando a implementar asiduamente en Buenos Aires. En Mendoza, mientras se incorpora de a poco, realizamos las prácticas profesionales.
¿Cómo es la situación en esta provincia?
- Estamos luchando para obtener cargos, es decir, abrir espacios en esos lugares para ofrecer la musicoterapia en hospitales públicos e insertar la profesión. Existe una ley nacional de ejercicio profesional y estamos trabajando en ese marco, aunque necesitamos que Mendoza apruebe su propia ley para poder ejercer dentro de la jurisdicción provincial. Nuestro anhelo es que dicha ley, que está guardada en un cajón, sea finalmente puesta en marcha.
Es decir, hoy están trabajando de manera voluntaria
- Exactamente, y con nuestros instrumentos, porque los hospitales públicos carecen de presupuesto para adquirirlos. Precisamente se acaba de llevar a cabo una donación de elementos de percusión en el Hospital Perrupato luego de una colecta realizada por el músico Gabriel Mignani, que desarrolla una gran tarea solidaria. Por bioseguridad, es fundamental que cada lugar tenga sus propios elementos.
Considera que se está modificando el concepto de “paciente”?
- Sí, ya no se lo observa como sujeto de enfermedad, sino que pasó a ser un ser humano integral, es decir, una persona en un marco social, psicológico, espiritual, emocional, que interactúa en la sociedad. Esto, sobre todo, debemos tenerlo en cuenta con personas que sufren enfermedades crónicas, como cáncer. Llegan al hospital no solo con el dolor físico sino con emociones. Por eso la musicoterapia atiende al paciente de manera integral.
De allí, suponemos, la importancia de que pueda insertarse la musicoterapia en hospitales públicos donde no todos tienen recursos…
- Exacto, en Mendoza la profesión no está inserta. Nosotros vamos a los hospitales públicos ad honorem, pero tenemos que vivir, por eso trabajamos en distintos espacios o talleres. Nuestro deseo es que nuestra profesión ingrese a los equipos interdisciplinarios y que sea sustentable. Esta posibilidad debe ser accesible para todos, no solo para quienes acuden a lugares privados.