Crónicas de Di Benedetto: Cuando Paul Newman participó en el Festival de Mar del Plata

Entre fines de marzo y principios de abril de 1962, se publicó una serie de artículos sobre el encuentro del séptimo arte en “La Feliz”.

Crónicas de Di Benedetto: Cuando Paul Newman participó en el Festival de Mar del Plata

Fragmentos de los textos recuperados de las ediciones de diario Los Andes

Antonio Di Benedetto
Antonio Di Benedetto

23 de marzo. La obra artística y el poder de comunicación.

Antes de la proyección de la película en el salón auditórium del Casino, en cuyo escenario lucía la bandera japonesa, habló el presidente del festival, señor Ariel Cortazzo, para declarar inaugurada esta muestra y competencia que, indicó, refleja en el plano artístico la síntesis humana que es nuestro país. Dijo que, en esta vasta reunión, pese a la multiplicidad de lenguas, se consigue la comunicación, virtud esencial que reclamó para todo arte, señalando de paso cuánto representa como problema el conseguirla. Hizo también una consideración sobre los caracteres y finalidades del cine de hoy y sostuvo que cada vez es menos un simple fruto de la técnica para convertirse en un testigo implacable de su época.

Antes de la palabra de Ariel Cortazzo se produjo el primer contacto organizado de las delegaciones con el público. Como otras veces, el acceso al salón auditórium era una alta escalinata doble coronada por un ancho palco escénico, todo cubierto con alfombras rojas. Allí bajo las luces de poderosos reflectores, brillaron joyas, sedas, peinados, smokings y, lo más auténtico, la belleza efectiva de algunas artistas, las cuales, como en el caso de Georgia Moll, no precisaron hablar mucho para imponerse -ella se limitó a decir un vacilante “buenas noches”, y enseguida un más firme “bona sera”-. Pero visualmente impresionó más la francesa Valerie Lagrange.

Juan Antonio Bardem parecía querer decir mucho -él tiene mucho que decir y mucho dice en sus films- pero se cortó un poco e informó que en 1961 vino como director y esta vez como jurado.

La primera conferencia de prensa se hizo con Delmer Daves. El director norteamericano conoció el miércoles a Marcela López Ruiz, intérprete del film argentino “Los jóvenes viejos” e inmediatamente la contrató para su próxima película. Le dará un papel de india.

Daves, el director de “El tren de las 3.10 a Yuma” y “La flecha rota” es, como se sabe, un especialista en películas del oeste. Por eso, resultó muy pertinente y abrió buenas perspectivas para el diálogo, la pregunta de un periodista acerca de si el cine norteamericano ha deformado o no la imagen del indio.

Daves contestó que sí y dijo que al respecto hay mucha falta de honestidad, se definió como un director que en ese sentido procede de otra manera. Dijo que en sus films “La flecha rota” y “Eco de tambores”, el noventa por ciento de los indios eran indios de veras y no de Hollywood. Criticó a los directores como John Ford, que caracterizan al indio como enemigo y sostuvo que éste debe ser comprendido.

27 de marzo. Se intensifica la vida del festival y aparecen un par de Buenos Aires Films.

Se intensifica la actividad. Ahora esto se parece mucho más a un festival: hasta se ha dado un par de buenas películas. Nos referimos a la británica “Mientras sopla el viento” y la corta de Jiri TrnkaPasión”. Menudean las conferencias de prensa, con los ingleses, polacos, checos, argentinos... Llegan astros auténticos y el público se muestra más asiduo, numeroso y fervoroso para aguardar la entrada y la salida de los artistas al salón auditórium y a los hoteles donde se alojan. En la ingenua, bondadosa, generosa y fantasiosa posición de estos anónimos sostenes que forman el público se observa a menudo declinaciones hacia lo que no sirve para nada y hasta ridiculiza.

Por ejemplo, cuando abordan a no saben quién y le piden una firma y el abordado es un turista extranjero que se burla de ellos o no entiende lo que pasa.

Llegó una constelación de primera magnitud: Francois Truffaut, el director de “Los 400 golpes”; los intérpretes Pascale Petit, Marie Laforet y Jean Paul Belmondo, y la autora de “El reposo del guerrero”, Christiane de Rochefort.

El actor de ‘Sin aliento’ y ‘Dos mujeres’ (Belmondo) concitó una especie de frenesí del público y de los fotógrafos. Un colega chileno que lo conoce bastante murmuró este comentario: “Lo que no saben estas muchachas es que Belmondo está bajo vigilancia de la señora. Porque en las películas será muy iracundo, pero en la vida real no”.

“Mientras sopla el viento” dio lugar a una de las concentraciones más vistosas de espectadores, no sólo en torno de la numerosa delegación británica, en la que figuran Michael Graig, Janet Munro, Hazel Court y el coproductor de “Las zapatillas rojas” Michael Powell, sino porque corrió el rumor que no se cumplió, de que asistiría el príncipe Felipe.

28 de marzo de 1962. Fregonese anuncia que en Mendoza filmará el nuevo “Pampa Bárbara”.

¿Se recuerda bien a Hugo Fregonese? Hace unos días publicamos en Los Andes una nota acerca de él, a propósito de sus últimas actividades. Fregonese, como se sabe, en los comienzos de su carrera fue codirector de “Pampa Bárbara” y realizó “Donde mueren las palabras”. Luego pasó una cantidad de años en Hollywood, Europa y La India, haciendo películas como “Mis seis presidiarios” y “Marco Polo”.


Con carácter de invitado se vio “Los jóvenes viejos”, film argentino que se esperaba con curiosidad porque los comentarios que se habían filtrado le asignaban especiales valores y además porque es la obra de un joven. En fin, se vio, fue aplaudida por la sala, pero afuera, en los corrillos que siguen a toda exhibición, fue discutida. Se puede decir que está bien, que es buen cine, con una aproximación a ese plano mundial que se pide para lo nuestro; pero que depende mucho de los modelos y que su consistencia argumental no tiene nada fuerte, aunque su pintura de caracteres -corrupción, cansancio, desajuste- es acertada y despliega ingenio y sentido en la realización. Es de Rodolfo Kuhn, y cuenta al frente del elenco a María Vaner, Alberto Argibay y Marcela López Rey.

Antonio Di Benedetto
Antonio Di Benedetto

31 de marzo. Conferencias, recepciones y festival paralelo.

En su último tramo, el Festival se pone copioso de cosas: conferencias de prensa en abundancia, agasajos de una delegación a otra, recepciones de corte de etiqueta, fiestas de tipo campero con asado argentino y tequila de Méjico, cenas de trasnoche en las vecindades de puerto, culminación del congreso de teóricos sobre la crítica de películas, muchas películas, dentro y fuera del programa oficial. El sol ha regresado y eso, con respecto al Festival, significa la exhibición de artistas, de cierta clase de vestuario mínimo. Es la tradición. Por algo la mayoría de los festivales se hace junto al mar.

Tres películas pasadas en las últimas horas hacen pensar que ese no coordinado “Festival Paralelo” que representan las funciones privadas contiene más valores que el programa oficial de películas.

Son ellas: “La cifra impar”, que revela a un director argentino de consistentes valores, Manuel Antin; “Crónica de un verano”, de Roush y Morin, alto exponente del cine-reportaje, que escarba en el alma de los entrevistados hasta tomar de ellos la escondida poesía y la escondida vergüenza, y “Viridiana”, de Buñuel, premiada en Cannes, censurada y prohibida en su país de origen, España, y en definitiva un relato feroz, con velos risueños, dentro de una obra que destila talento cinematográfico.

El Festival no es, para todos, andar bien. Hay varios engripados en cama y Valerie Lagrange sufrió un astillamiento de algunos huesos al caerse de un caballo. Está en su habitación del Hotel Provincial enyesada y rodeada de flores. También pusieron flores -más botellas de whisky en profusión- en la habitación de John Gavin y flores –más botellas de cognac- en la de Paul Newman. Gavin ordenó retirar las flores.

Newman centralizó la atención durante la fiesta alemana en el Provincial. No se movía de cierto rincón, bastante estratégico, por cierto, ya que resultaba fácilmente divisable en cuanto se entraba, y allí convergían las demás estrellas, que una a una posaban con él para los fotógrafos.

2 de abril de 1962. La culminación del festival.

Es casi el mediodía del sábado. Llueve en serio. Mucha gente del festival todavía duerme porque la noche resultó muy larga: “El Audaz” terminó a la 1.25 y luego estaban para unos el “Baile de las estrellas” y para otros el casino especial. Sin embargo, algunos se hallan en actividad. Hace un rato, conferencia de prensa con el director norteamericano Robert Rossen: enseguida, otra con los alemanes y proyección de “Sombras en el cielo”, de Juan Berendt.

Entre esta noche y la próxima madrugada terminará el festival. En la última función se pasará “Cerca de las Estrellas”, producción española de César Ardavin, y luego en el Provincial se hará la entrega de premios. Este epílogo, que otros años ha sido una culminación con fiesta grande, será más austero, sobre la base de lo que protocolarmente se llama “una copa de champagne”. ¿Razones? La situación nacional, que se ha pensado, impone hacerlo así sobriamente.

Llegamos a mediodía y en el cuartel de periodistas no se ve lo suficientemente claro como para arriesgar un vaticinio sobre lo que decidirán los jurados. La mayoría de las opiniones se inclina a suponer que triunfará “Los días contados”, de Elio Petri, o “Jules y Jim”, de Francois Truffaut. En cuanto a los premios para las películas de habla castellana se defiende a las dos argentinas, “Los jóvenes viejos” y “Tres veces Ana”, sin descartar las posibilidades de la mejicana “Yanco”.

De “El audaz” hay poco que hablar, no obstante que las sucesivas desilusiones del programa de películas de siempre tenían el contrapeso de este anticipo: “Ah, cuando vean la norteamericana…”.

Esta película de Robert Rossen, extensísima, versa sobre un jugador que pasa inclinado sobre el billar casi todo el metraje del film. Por otra parte, es la historia de su afirmación de personalidad y carácter y del período previo de crisis en que, según su compañera alcohólica y desesperada, desarrolla con ella “un pacto de depravados”.


A propósito de Paul Newman, estuvo en el cóctel de la delegación de Estados Unidos –whisky escocés, departamento 770 del Hotel Provincial-. Se sintió indispuesto. Hubo que llamar al médico, que llegó con una enfermera. El actor se repuso pronto. La enfermera era bonita y él, agradecido por la atención, retribuyó a la chica con un beso y un abrazo. Como en el cine.

Y a propósito de reuniones, antes mencioné el “Baile de las Estrellas”. Se hizo en el salón Versalles del Hermitage, organizado por la Asociación Argentina, entidad mutualista. Bocadillos, una copa, lanzamiento de la guanta y remate de prendas.

Según el propósito de los organizadores, la nueva danza, la guanta, debía ser “lanzada a la fama mundial desde Mar del Plata”. Bueno, puede ser. En todo caso, uno se pregunta: “¿Tiene importancia?

En el remate, Paul Newman compró la bikini de la actriz alemana Mariene Rahn por cuatro mil pesos, y Hugo Fregonese la corbata del actor de “Éxodo” por una suma parecida.

Respecto del casino especial que mencioné más arriba: en el Hotel Provincial en un amplio salón especial se ha instalado mesas de ruleta y punto y banca, además de un bar, exclusivamente para las personas que participan del festival. Para entrar basta la credencial, para apostar no.

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