Sabemos que las nieves no abundan desde hace varios años, también que el caudal de los ríos están un 50% más bajos que en años anteriores y que llevamos dos meses sin lluvia. Todos estos datos configuran un escenario muy delicado y describen con claridad la crisis hídrica que atraviesa la provincia. Y para peor, desde Aysam afirman que se desperdicia el 62% del agua debido a dos factores conocidos, uno es el derroche por consumo que realiza la gente y el otro son las pérdidas que genera el sistema de red.
En la empresa que distribuye el agua a 1.118.000 habitantes, tienen claro que la Organización Mundial de la Salud (OSM) indica que una persona necesita 250 litros de agua para todas sus necesidades, pero estamos en los 650 litros por persona por día. Así es como entienden que de los 400 litros por persona por día -lo que da el 62% que se desperdicia- que hay de diferencia entre lo que dice la OSM y lo que se están consumiendo, unos 200 litros son por pérdidas del sistema y otros 200 por derroche.
Eduardo Comellas, licenciado en Economía, Magister en gestión integrada de los recursos hídricos e investigador del Instituto Nacional del Agua (INA) y coincide con el planteo de Aysam pero tiene otros datos. Según sus investigaciones se pierden 196.844.738 metros cúbicos del agua total que se produce. Esta última cifra implica que, en promedio, alrededor del 70% del total del agua potable que se produce para abastecer al Gran Mendoza se pierde. El 79% de este valor es explicado por excesos de consumo, mientras que el restante 21% es atribuible a pérdidas en el sistema de abastecimiento.
Afirma también que la zona urbana de Mendoza es, según la Asociación de Entes Reguladores de Agua y Saneamiento de las Américas –ADERASA– (2010), la localidad donde más agua potable se consume en toda América Latina, es el tercer territorio en orden decreciente en términos de facturación en dólares estadounidenses, pero siendo a su vez dónde más económico resulta potabilizar y llevar el agua hasta los domicilios.
Por su parte, Mario Salomón, investigador de la Facultad de Ingeniería y gerente de la primera zona Río Mendoza, no duda en afirmar en 10 años aumentó 30% el agua que se entrega para potabilizar, entregamos cerca de 750 litros por persona.
El precio del agua
Aysam tiene 420.000 cuentas, de las cuales a 384.000 (91%) se les cobra una tarifa fija en función de la superficie de la propiedad. Hay 25.000 que pagan cargo fijo más exceso, es un sistema mixto que combina el tamaño de inmueble y lo que indica el medidor. Además, hay 11.000 cuentas con sistema volumétrico, es decir que abonan el servicio en función del consumo, son los que tienen medidor y se les cobra más caro mientras más agua consume.
Una casa tipo con conexión de 13 milímetros, paga una cuota fija de $ 130 más IVA por bimestre, si es que no usó agua en los 60 días. La misma vivienda pagará el doble si además del servicio de agua se le cobra el de cloacas. En cuanto al valor volumétrico, se cobra, además del cargo fijo anterior, si consume entre 0 y 50 metros cúbicos, $ 8,91 más IVA por cada metro cúbico (1.000 litros) y pagará $ 13,45 más IVA por cada metro cúbico si consume entre 51 y 100 metros cúbicos. También se duplicará el monto de la factura si paga el servicio de cloacas.
Alejandro Gallego, titular de Aysam sostiene que si nos comparamos con otras provincias Mendoza “está con una tarifa más baja, entre las provincias que cobran menos. Hoy estamos más abajo que provincia de Buenos Aires en un 10% y 20% más caro que en Córdoba”.
Si una persona necesita comprar 20.000 litros de agua a una de las empresas que las entregan a domicilio, deberá pagar unos 5.000 pesos por esa cantidad.
Por su parte, el Departamento General de Irrigación, también tiene cobro volumétrico para algunas industrias. El metro cúbico para uso petrolero y minero está en $ 40, para fracking $ 70 y para agua envasada $ 100.
Aysam anunció la licitación de 20 mil medidores y el costo es de 8 millones de dólares, si se pensara en instalar un total de 360 mil más se necesitarían 150 millones de dólares.
Comellas señala que el 91% se encuentra pagando por el servicio a través de un sistema fijo de tipo catastral. Lo complicado es que este tipo de estructuras tarifarias no contemplan ningún incentivo para adoptar un consumo racional y que propenda a evitar el derroche. Dado que el canon se encuentra establecido sobre la base de parámetros edilicios y del terreno, se encuentra disociado del volumen efectivamente consumido. Por ello, los usuarios adoptan sus decisiones de consumo sin padecer de ningún tipo de acción punitoria, al menos desde lo económico, que los incentive a minimizar el uso excesivo del recurso hídrico.
Gallego, explica que si tuvieran los 150 millones de dólares, no se deberían destinar únicamente a instalar medidores. “Hay otras obras que hacer para mejorar la red, el acceso y el saneamiento, en el banco de obras están las necesarias para evitar más pérdidas”.
El titular de Aysam entiende que el medidor es un ordenador, pero también está el castigo de la gente cuando denuncia el derroche. Además implementan acciones que realizan con los chicos en las escuelas, en tiempos sin pandemia los llevan a la planta potabilizadora y ahora también están trabajando en la currícula junto con la DGE para que los alumnos tengan claro el problema y se lo transmitan a sus padres.
Obras y financiamiento
En la tarifa del agua no se incluyen inversiones como en la del gas o la luz y se calcula que se necesitan entre 800 y 1.500 millones de dólares para realizar las obras necesarias para eliminar las fugas de la red, como también otras para llegar a más gente.
Aysam tiene 4.000 kilómetros de red de agua y 700 están en mal estado. “Vamos a cambiar 150 kilómetros de los 700 y eso baja la pérdida de la red. En el banco de proyectos tenemos obras por $ 800 millones de dólares para mejorar el sistema y evitar pérdidas. Son proyectos que están individualizados, unos en etapa ejecutiva y otros como idea”, dice Gallego.
El gobierno nacional, a través del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enhosa), ha destinado unos 4 mil millones de pesos para licitar obras en Mendoza como Paramillos y Boedo Ponce. El gobierno provincial también aportó otros 3 mil millones de pesos para obras, para ampliar la planta de Rivadavia, la de San Carlos, el entubamiento del Canal Civit que permitirá que ingrese más agua a Alto Godoy. “También se instalarán más filtros, eso mejora la cantidad y calidad porque sale agua con menos cloro”, explica Gallego, quien también destaca las inversiones que han realizado distintos municipios.
El titular de Aysam quiere que se avance con una ley nacional que regule el financiamiento de las obras, para que se concreten más allá de la gestión que esté en el gobierno. “Ahora tenemos gobiernos que quieren hacer las obras, pero si no pasara, ¿qué hacemos?, por eso es importante la ley”.
El texto del proyecto para garantizar la continuidad de los fondos para obras de saneamiento se está trabajando en el Enhosa.
Por su parte Comellas coincide con la idea y señala que hay que plantear un plan de obras como política de Estado y que perdure en el tiempo, que excede a cualquier gobierno. “Hay que definir las obras de mejora en el sistema de conducción y distribución. Empezaría por el reemplazo de cañerías viejas y avanzar con la micromedición, en Mendoza tenemos caños con 100 años de antigüedad. Si bien Aysam hace obras, va más rápido el deterioro que las mejoras. Los modelos más pesimistas arrojan una reducción del 20% del caudal sobre la media histórica”.
Para riego se pierde el 50 por ciento
Obviamente que los distintos cultivos de la provincia también están amenazados por la crisis hídrica que vive la provincia. La falta de agua es clave para poder producir y vender lo cultivado, pero más allá de toda falta de agua todavía se pierde el 50%, según señalan desde el Departamento General de Irrigación (DGI).
Rubén Villodas, director de Gestión Hídrica del DGI, explica que cada sistema de riego tiene una eficiencia distinta. La extra finca, que se refiere más a conducción y distribución, responde a la impermeabilización de canales, a los mantenimientos, filtraciones y a la gestión en las inspecciones de cauce con la distribución de los turnos. Esa eficiencia puede estar cerca del 80% y varía en distintos lugares.
El agua que se pierde intra finca depende de lo que hace cada usuario y también del sistema de riego que se use: a manto o melga, surco, goteo o aspersión. Villodas indica que siempre bien usado, los distintos sistemas tienen diferentes niveles de eficiencia, el goteo puede superar el 80% y mal usado está en el 60%. “Esa eficiencia depende de los usuarios pero la medimos porque es donde más se puede mejorar el cuidado del agua. En años normales, no de sequía, anda cerca del 50% y mejora cuando falta agua y llega al 55/60%. Entre la intra finca y extra finca tenemos una eficiencia del 45 o 50%”, afirma Villodas.
En Mendoza hay 20 mil pozos, pero hay activos unos 9.500 que extraen aguas del acuífero subterráneo. El 90% se usa para riego y el resto para uso industrial.
En Irrigación hay 460 mil hectáreas empadronadas y las que están cultivadas y reciben agua son unas 270 mil. Otro problema, tenemos el 10% de los canales impermeabilizados.
Comellas, del INA, señala que el 75% del área cultivada en Mendoza es de vid, hay algunos que usan sistemas de riego eficientes pero hay muchos que riegan a manto y eso genera mucha demanda de agua, es muy ineficiente. “Al pasar de riego a manto al tecnificado, el ahorro de agua está entre el 20 y el 40%, siempre dependiendo del tipo de suelo, las cuencas y la salinidad de cada zona y el tipo de cultivo”, apunta el investigador.