Creen que sería muy difícil restaurar una cuarentena dura pese a un rebrote de contagios en Mendoza

El contexto económico y social no permitirían volver a fase 1 para prevenir la segunda ola. Especialistas afirman que hay riesgo de violencia.

Creen que sería muy difícil restaurar una cuarentena dura pese a un rebrote de contagios en Mendoza
El panorama es diferente al año pasado. Según los expertos, ya no hay dudas respecto a la acción del virus y es por esto que se insiste en que la responsabilidad individual debe primar.

A un año desde que se anunciara el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), en todo el país las medidas preventivas contra la segunda ola del coronavirus son una realidad y, poco a poco, comienzan a vislumbrarse las disposiciones que tomarán tanto el Gobierno nacional como el provincial. Ante esto, es inevitable preguntarse si los mendocinos estamos preparados para recibir una “segunda ola” de restricciones para hacerle frente a los contagios y evitar un colapso del sistema sanitario.

El panorama es diferente al año pasado. Según los expertos, ya no hay dudas respecto a la acción del virus y es por esto que se insiste en que la responsabilidad individual debe primar.

Alarmas encendidas

Con la reunión del pasado jueves entre el presidente Alberto Fernández y los gobernadores, entre ellos el de Mendoza Rodolfo Suárez, las alarmas comenzaron a encenderse. A ello se sumaron las declaraciones de la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, quien indicó que la llegada de la segunda ola “es una posibilidad concreta en Argentina”.

Según informó Suárez, en esa reunión se analizó la situación epidemiológica del país y se definió, sin fecha establecida, que a los argentinos que vienen de otros países se les va a exigir PCR y tendrán que realizar 10 días de aislamiento.

Según trascendió, algunas medidas no se sumarán pero volverán a endurecerse. Para citar un caso concreto, desde la municipalidad de Ciudad ya comenzaron a reforzar los controles en lo relacionado al control de ocupación de comercios y respeto de los protocolos. Así, los controles de las actividades comerciales nocturnas con inspectores estarán centradas en los bares y restaurantes de los principales ejes gastronómicos, como las calles Arístides Villanueva, Juan B. Justo y la Alameda.

Un acto solidario

Sergio Saracco, director del Observatorio de Salud Pública y Problemáticas de Consumo de la UNCuyo, señaló que hay que mirarse en el espejo del mundo. “Allí todo indica que vamos a transitar una segunda ola. Su impacto dependerá del comportamiento social, en cuanto al correcto uso de medidas de protección: barbijo de doble o triple capa, bien ajustado y que cubra nariz, boca y mentón; y respetar la distancia de seguridad de 2 metros entre personas”, recordó.

Añadió que también se debe evitar la aglomeración de personas y mantener los ambientes siempre bien ventilados.

Para Saracco se le debe sumar, aunque no reemplace a las medidas de protección, “mantener un buen ritmo de vacunación, con lo que se tiende a reducir contagios en cierta medida pero, sobre todo, a disminuir el número de casos graves de que requieren internación y muertes”.

Según el especialista, si esto último se logra, se podrá evitar una tercera ola. En función de eso, explicó que la decisión de volver en algún momento a fase 1 dependerá en gran medida del cumplimiento por parte de la sociedad de las medidas descritas y la posibilidad de poder contar con un flujo de vacunas constante para mantener un buen ritmo de vacunación. “Y es insistir, insistir e insistir con estas medidas, poniendo énfasis en que es un acto solidario: me protejo para protegerte”, recordó.

Saracco también indicó que este año, a diferencia del pasado, se parte con un piso más alto (en 2020 era cero) y cansancio de las personas. “Habrá que redoblar esfuerzos en lo comunicacional. Los países que lo entendieron, como los asiáticos por ejemplo, lograron pasar la enfermedad con menor impacto”, cerró.

Dos escenarios

Para el sociólogo Roberto Stahringer hay dos escenarios posibles a partir de abril. Uno que plantea mucha conflictividad, con encierro, y otro más moderado, con circulación y mucha actividad. Este último, para él, es el que probablemente termine imponiéndose.

“A mi entender, el escenario que se va a dar, o por lo menos el que tiene mayor posibilidad de que se dé de acuerdo a la experiencia, es uno con frío y escalada de casos. Pero no va a ser de aislamiento y cuarentena aunque sí de medidas y mucho cuidado. Va a haber circulación y mucha actividad”, detalló.

Entre las explicaciones de este escenario, Stahringer dijo que hay un contexto económico que se reproduce y que se debe analizar en términos políticos. “Primero, el nivel de incremento de la pobreza. Los índices muestran que en 2020 la pandemia, en gran parte, y las políticas macro generaron crecientes niveles de pobreza, superando cómodamente el 40%. Además, los índices de precios al consumidor tuvieron una escalada por más que la economía estuvo parada y la tasa de inflación fue del 36%”, explicó el sociólogo.

Afirmó que otro punto a tener en cuenta es que los sectores productivos fundamentales para el sostenimiento de la vida social, como las pymes, se destruyeron. “Creo que el Estado tiene muy bajas o nulas posibilidades de reflotar los IFE o los ATP y, en ese contexto de encierro, deberían otorgarlos y no tienen cómo”, graficó Stahringer, agregando que en un escenario de renegociación de deuda con el FMI, el Gobierno tendrá una limitación grandísima en la reactivación económica.

Así, el sociólogo consideró que todo ese combo de precios, indigencia, el crecimiento de la canasta básica a 52.000 pesos, va a generar una conflictividad potencial frente a la situación de decirle a la gente: “Mirá te vas a tener que volver a encerrar”. “Ahora hay otros elementos que van a limitar esa decisión”, apuntó.

Stahringer agregó que los adultos mayores están siendo vacunados y que hay una serie de saberes que impactan de forma directa sobre los niveles de incertidumbre que pueden haber para gestionar esa pandemia a nivel sanitario. Por ello, considera que en la dicotomía que se planteó “salud vs economía”, la balanza se inclinó por esta última. “Los gobiernos no van a hacer un bloqueo y una cuarentena total porque todo impacta finalmente en cómo las personas miran a los que gestionan una pandemia. Además, buscan a mediados de año tener elecciones favorables. Y todo esto va a tener un componente electoral. No creo que haya un escenario similar al año pasado”, señaló.

Cierre total

Stahringer opinó que un escenario con mayores restricciones, derivadas de un mayor número de contagios, puede devenir en cierres totales. Pero según el especialista, que insiste en que esto no ocurrirá, la gente no va a respetar las medidas porque ya no hay miedo o respeto hacia lo desconocido. “Hoy se conoce que hay experiencias que contrastan de forma sobrada las posibilidades de gestionar una pandemia. En caso de que el cierre sea total va haber caos o conflictividad. Lo vimos en Formosa: por volver a fase 1 la gente salió a manifestarse con vehemencia. Y lo va a hacer porque ya no va a tolerar esa situación”, destacó.

Para el sociólogo, habría en este escenario una caída en la imagen de los gobierno que implementen esas medidas. Pero también significará para muchas personas una afección psíquica altísima que va a generar altos niveles de angustia, ansiedad, conflictos intrafamiliares, violencia, y enfermedades de corte psicosomático.

Para finalizar, Stahringer opinó que los cuidados “grandes” respecto a las precauciones frente al virus ya no se están dando y es un momento de relajación. Según él, lo que hubo no fue respeto por la enfermedad, sino más cuestión de miedo y en la medida en que se fue conociendo el miedo se fue diluyendo. “Tampoco creo que haya que compararse con otros países; las experiencias no son transferibles. Copiar recetas es tendencia al fracaso. Mirar a los demás países está bueno pero no es tan recomendable porque acá ya tenemos sobrada experiencia”, concluyó.

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