El lenguaje llamado “inclusivo” sigue abriendo debate. Mientras en algunos sectores las palabras con “e” se oyen y leen con mayor frecuencia, en otros se manifiestan en contra de su uso. En los últimos años tomó fuerza, comenzó a utilizarse en comunicaciones verbales y escritas y hasta en ámbitos educativos. Según plantean quienes lo defienden, el objetivo de dicho lenguaje es eliminar estereotipos de género y formas de discriminación.
Sin embargo, ahora la oposición a ese uso comienza a ser más seria, incluso con la presentación de un proyecto legislativo que busca prohibirlo. A la vez, desde las distintas academias lingüísticas y educativas, resaltan que el lenguaje “inclusivo” es una iniciativa ideologizada sin relación con la construcción de nuestro idioma. Y resaltan que nuestra lengua interrelaciona y nunca excluye.
Desde la Real Academia Española han mostrado una opinión clara: “El llamado lenguaje inclusivo supone alterar artificialmente el funcionamiento de la morfología de género en español bajo la premisa subjetiva de que el uso del masculino genérico invisibiliza a la mujer. El uso de la @ o de las letras ‘e’ y ‘x’ como supuestas marcas de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario, pues el masculino gramatical ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género”, detalló la RAE en su Informe sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas.
A las críticas de la RAE se suman las de la Academia Argentina de Letras (ALL) que ha sentenciado: “Una lengua, no puede inventarse o reinventarse de la noche a la mañana. No pueden reemplazarse las letras ‘a’ y ‘o’, que diferencian el género, con la arroba, el asterisco, la ‘e’ o la ‘x’ porque se tiene la voluntad de hacerlo en contra del androcentrismo o para reflejar una realidad sociopolítica (...) Lo afirmamos con la convicción de que una lengua que interrelaciona nunca excluye”.
En esa línea, Jaime Correas, licenciado en Letras y flamante miembro por Mendoza de la AAL, reflexionó: “El problema es pretender imponer el lenguaje inclusivo, que todos lo utilicen, incluso que se aplique en los documentos oficiales. Esto es una iniciativa muy ideologizada, que poco tiene que ver con temas lingüísticos”.
“Los grupos que pretenden esto son muy activos, son minorías intensas, que pretenden que todos pensemos como ellos. Y si no estás de acuerdo, sos excluyente y no inclusivo. Los problemas de fondo, ya sea violencia contra la mujer o exclusiones laborales, no se van a solucionar cambiando el idioma”, agregó el ex titular de la DGE.
“Son equivocados los que creen que maléficamente a alguien se le ocurrió que el lenguaje ha sido elaborado para ir en contra o a favor de un género”, sentenció el autor de Cortázar en Mendoza. “El lenguaje inclusivo es profundamente excluyente, antinatural y difícil”, cerró.
“Genera incomunicación”
Por su parte, desde la Academia Nacional de Educación (ANE) también se pronunciaron en contra de la utilización de este lenguaje, porque consideran que “complejiza tanto la lengua como su enseñanza en las instituciones educativas”, y, además, “no contribuye a señalar la igualdad de los sexos, sino que, por el contrario, sugieren la existencia de una rivalidad y no de un encuentro fundamental y profundo entre ambos”.
“Si cada uno va a usar la lengua de una manera particular, se va a generar una incomunicación entre las personas. La lengua es un elemento de unión para lograr la comunicación entre las personas”, expresó José María La Greca, miembro de la ANE.
“El lenguaje llamado inclusivo es una modalidad, que en lugar de generar una armonía siembra la idea de rivalidad, en lugar de incluir genera divisiones’', agregó el académico.
En busca de su regulación
En lo que respecta a nuestra provincia, el lenguaje inclusivo también genera discrepancias en los distintos sectores llegando incluso a las líneas legislativas. Hace pocos días, el diputado Gustavo Cairo (PRO) presentó en la cámara baja un proyecto de ley por medio del cual pide que se prohíba el uso del lenguaje inclusivo en documentos oficiales de los tres poderes del estado en la provincia, y en las escuelas de Mendoza.
“En momentos en que un gran deficiencia de los chicos es la comprensión de textos, complejizarla más con estos modismos no es bueno. Tampoco lo es verlo en documentos oficiales”, aseguró el diputado.
“La experiencia internacional también nos muestra la negativa. En Francia, el ministerio de educación prohibió su uso del lenguaje en las escuelas porque complejiza el proceso de enseñanza y aprendizaje. Y en Santa Catarina, Brasil, también se prohibió en escuelas”, explicó Cairo.
En contrapunto, desde la Liga LGBTIQ+ de las Provincias se presentó un documento contra la propuesta de Cairo, considerándola “discriminadora, arcaica y violenta”.
Facultades de la UNCuyo lo utilizan
En lo que respecta a la Universidad Nacional de Cuyo, desde allí explicaron que no hay una postura sobre el uso del lenguaje inclusivo desde el Rectorado. Sin embargo, en algunas facultades, con la potestad que tienen, han avanzado en resoluciones referidas al tema.
“No se cuenta con una normativa específica, pero estamos trabajando para habilitar el uso del lenguaje inclusivo en la universidad. Hay personas que se auto perciben como ‘no binarias’, no se sienten cómodas con la denominación genérica de varón o mujer. Y tienen derecho a ser respetados por su identidad autopercibida, algo que está contemplado por la ley de identidad de género.”, explicó Eva Rodríguez Agüero, directora de la Carrera de Comunicación de la UNCuyo.
“La libertad que se dio en la facultad es que cada persona elija usarlo o no. Esto tiene que ver con ir cambiando culturas, una cuestión que lleva tiempo, que lleva un proceso, sobre todo para quienes tienen muy arraigado el tema de lo tradicional. No es obligatorio”, expresó Ana Sisti decana de la Facultad de Educación de la UNCuyo.
“Un verdadero proceso de inclusión se da cuando todas las partes y todos los actores nos sentimos parte. La comunicación implica aceptarnos, reconocernos, repensarnos. Esto se va logrando con los movimientos sociales, con los colectivos que van peleando por sus propios derechos”, concluyó la decana.