Con el último reporte del Ministerio de Salud de la Nación se confirmó que en la Argentina más de 30.000 personas fallecieron con coronavirus, una enfermedad que aún genera estragos en varias de las principales ciudades del país y hace incierto el futuro. Mientras, siguen abiertas las carreras contrarreloj para dar con una vacuna y en Europa se preparan para el golpe de la segunda ola.
Con 345 muertes informadas en las últimas horas, el universo de las víctimas fatales ascendió a 30.071, según indicaron las autoridades de la cartera sanitaria.
Ese guarismo indica que nuestro país se mantiene en el puesto 12 del ránking mundial sobre las muertes totales por el Covid-19. En la región lo supera Brasil, con alrededor de 158.000 decesos; Perú, con más de 34.000 y Colombia, con más de 30.500.
El dato se suma a otras referencias recientes que elevaron la preocupación: la semana pasada, superamos el millón de casos confirmados desde el 3 de marzo, cuando se identificó al primer infectado con el virus.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que, en el continente, los Estados Unidos, Brasil y Argentina son los que reportan la mayor cantidad de casos nuevos y de muertes. Incluso, según sus registros, los tres suman el 78% de los recientes contagios y el 67% de los últimos decesos regionales.
Aunque la Argentina lejos está de equiparar la cifra total de muertes de los EEUU o de Brasil, que contabilizan más de 223.700 y 157.100, respectivamente, los datos que mantienen las luces de alarma son aquellos que señalan que nuestro país tiene un alto índice de decesos semanales (2.615 en los últimos siete días) y una tasa de mortalidad de 655 personas por cada millón de habitantes, superior a la de Italia, por ejemplo. En Mendoza hay un promedio de 371 fallecidos por cada millón de habitantes.
El dramático número sobre el total de víctimas fatales se alcanzó cuando se cumplen este miércoles 222 días de la cuarentena que el presidente Alberto Fernández puso en marcha para tratar de contener la expansión interna de la pandemia y evitar el colapso del sistema sanitario.
La misión para actuar ante una situación indescifrable tuvo un éxito relativo, porque el virus que inicialmente parecía tener su epicentro en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) ahora genera serias complicaciones en el interior del país.
Al respecto, ayer la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, remarcó que se observa una “tendencia en descenso en el AMBA” y que una situación similar se percibe en Santa y en Jujuy. “En el resto de las provincias está empezando a haber una desaceleración de ese aumento de casos, con una estabilidad que es alta”, completó la segunda del ministro Ginés González García.
Mendoza es un ejemplo claro del nuevo escenario porque es una de las provincias con los niveles más altos de ocupación de las unidades de terapia intensiva (UTI), que por ahora representan la última esperanza para los enfermos más críticos.
Según los informes que las jurisdicciones le enviaron al Sistema de Monitoreo de Recursos Críticos de Internación del Ministerio de Salud de la Nación, Neuquén y Río Negro son actualmente las provincias con un porcentaje de ocupación de UTI más elevado (93 y 91 por ciento respectivamente), mientras que esa variable se ubica en el 79% en Mendoza.
“La ocupación a nivel nacional está arriba del 60 por ciento pero hay que tener en cuenta que el número de camas sobre el que se realiza ese porcentaje contempla camas que se habilitaron para poder expandirse por la pandemia y esto es importante porque el personal de terapia intensiva no es suficiente para poder cubrir a todo”, aclaró la médica intensivista Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) ante la consulta de Télam.
La titular del SATI alertó que “a esta altura, el personal de terapia intensiva está extenuado porque es una altísima carga horaria, sin vacaciones desde marzo (igual que todo el resto de personal de salud), con trabajadoras y trabajadores que se contagiaron e incluso fallecieron y hay que cubrir, y con mucho nivel de presión”.
“Esto es lo que marcamos desde hace meses, uno puede aumentar el recurso físico pero el recurso humano tiene un límite; en muchos casos las camas que se habilitaron para expandirse se están atendiendo por colegas de otras especialidades que están colaborando muchísimo supervisados por intensivistas”, completó.
Sin una vacuna o un tratamiento efectivo, la difícil situación local promete prolongarse tal como sucede en Europa, donde varios países ya afrontan las consecuencias de la segunda ola de la pandemia que se originó en la ciudad china de Wuhan y que causó más de 1,2 millones de muertes en todo el mundo.
Francia y Alemania avanzan con la implementación de medidas de restricción para tratar de reducir la cantidad de contagios e incluso “evitar una emergencia sanitaria nacional”, tal como lo manifestó la canciller alemana Angela Merkel.
Los números locales y las acciones que se adoptan en el exterior no hacen más que confirmar que el coronavirus es una amenaza latente y aún impredecible en todo el mundo.