Con sumo cuidado, comenzaron a restaurar los vitrales del pasaje San Martín

Especialistas trabajan de manera meticulosa sobre las cúpulas de vidrio artístico que le brindan iluminación al icónico edificio de la Ciudad, que en 2024 cumplirá 100 años.

Con sumo cuidado, comenzaron a restaurar los vitrales del pasaje San Martín
Uno de los especialistas se mueve sigilosamente sobre la frágil estructura de casi 100 años. | Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Noviembre de 2024 es la fecha clave del pasaje San Martín, el primer edificio en altura de la Ciudad de Mendoza, con centro comercial incluido.

A un ritmo acelerado se vienen los 100 años del inmueble que es una postal del Centro y ya se advierten algunos de los trabajos más importantes que deben hacerse en los antiguos ascensores Otis y otros sectores del edificio que hizo construir Miguel Escorihuela Gascón.

Uno de los detalles más importantes que tiene esta joya mendocina son los vitrales, que le otorgan esa luminosidad característica al interior del centro comercial-complejo de departamentos.

Por estos días, los restauradores trabajan de manera meticulosa sobre cada cuadrito del lucernario que se encuentra próximo al ingreso por avenida San Martín. Son especialistas en restauración y conservación de vitrales, un oficio que sólo unos pocos llevan adelante en nuestro país.

Con mucho cuidado, se debe retirar pieza por pieza para proceder a limpiarla y a restaurar el vidrio, en caso de que esté roto.
Foto: Orlando Pelichotti
Con mucho cuidado, se debe retirar pieza por pieza para proceder a limpiarla y a restaurar el vidrio, en caso de que esté roto. Foto: Orlando Pelichotti

“Comenzamos con este primer lucernario y nos llevará tres meses de trabajo. En noviembre deben estar listos. Similares trabajos debemos hacer en el resto del pasaje. La cúpula central demorará el doble: seis meses por lo menos, pero estimamos que, de no mediar inconvenientes, vamos a llegar en tiempo para celebrar el centenario”, asegura Esteban Grimi, especializado en este trabajo que combina la destreza manual y capacidad artística.

Pieza por pieza

El restaurador, que nació en Rosario pero vive hace 26 años en Mendoza, cuenta que están retirando por partes las piezas del conjunto para proceder a limpiarlas primero. Mediante una estructura de madera y provistos de un arnés, se aproximan a la cúpula de vidrio y comienza la tarea de remover las piezas.

“Hay partes que quedan adheridas por las filtraciones de agua porque en algunos sectores se han roto los cobertores de protección. En el taller se debe remover esa suciedad que está pegada y se limpia cada pieza con muy poca humedad, con cepillos especiales”, detalla Grimi. Agrega que el vidrio está unido con masilla al marco de plomo.

Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Terminada la limpieza, pasan a la etapa de recomposición de los vidrios que están rotos. “Actualmente se utiliza una resina epoxi que actúa por capilaridad. Voy tirando gotitas en todas las rajaduras y va pegando por capilaridad y, una vez que fragua, queda unido el vidrio”, explica el experto.

Grimi comenta que se trata de métodos reversibles. “Cuando se trata de restauración, los materiales que se tienen que usar deben ser reversibles. Esto es así porque, tal vez, en un futuro aparecen nuevos materiales y se puede reemplazar esa reparación con una nueva técnica”, asegura.

Los famosos ensambles de vidrios de colores con motivos florales de estilo Art Nouveau. | Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Los famosos ensambles de vidrios de colores con motivos florales de estilo Art Nouveau. | Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Y sigue: “Una vez terminada la restauración del vidrio, se procede al rearmado. Se coloca en la estructura de plomo, que tiene forma de H, se le coloca masilla y el plomo queda unido a través de soldadura con estaño”.

Luminosidad artística

Sobre los vitrales del pasaje San Martín, Grimi comenta que se trata de vidrios claros con pintados, como la mayoría de los vitraux, que requieren de un proceso que se mantiene en el tiempo desde el siglo VIII. “Tiene dos tipos de pintura: grisalla (opaca que produce la sensación de relieve) y los colores son esmaltes. Cada aplicación de pintura es una horneada, es decir que hay vitrales que tienen dos o tres horneadas. Los vitrales, además de aportar iluminación natural a los edificios, le aportan un trabajo artístico. En este caso, el estilo es Art Nouveau”, detalla Grimi.

Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

A la hora de hablar de cómo llegó a este oficio, cuenta que cuando comenzó a estudiar Artes Visuales en Rosario, al mismo tiempo, ingresó al taller del reconocido vitralista Héctor Riboldi, quien fue becado por el gobierno francés para capacitarse como restaurador y conservador de vitrales. “Con 25 años me vine a Mendoza y viajé a España, donde realicé cursos de conservación y restauración”.

Grimi explica que hay una gran diferencia entre un restaurador-conservador y una persona que hace vitrales. “Es que se requiere una técnica, un método específico para restaurar cada pieza. Puede pasar que un vitralista, que conoce la técnica de cómo hacer un vitral desde cero, pero el restaurador debe recuperar la pieza dañada”, diferencia.

Señala que luego de la Segunda Guerra Mundial, se conformó Corpus Vitrearum, expertos en conservación de los vitrales con el objetivo de crear las directrices, las normas de cómo proceder. Grimi cuenta que en Rosario, hasta los años ‘60, los vitrales estaban incluidos en cada presupuesto de construcción de una casa. “Después empieza una crisis, la arquitectura adopta una tendencia más minimalista y el vitral queda relegado. Sin embargo, hoy se nota una tendencia, especialmente en Europa, que revaloriza el vitraux, la herrería artística y la carpintería en madera”, concluye.

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