El coronavirus puede ser exhalado por personas que manifiestan los síntomas, como dolor de garganta, fiebre, tos, pérdida del olfato y del gusto, entre otros. Pero también puede ser exhalado por aquellos que no tienen síntomas de la enfermedad y que también siguen favoreciendo la transmisión.
Un nueva revisión científica de estudios, que abarcó 42 países, descubrió que las personas asintomáticas sólo son responsables de un 14% de los casos de COVID-19. “Las personas que tienen el coronavirus pero no manifiestan síntomas también pueden contagiar. Pero ahora sabemos que contagian 0,32 veces menos con respecto a los pacientes sintomáticos”, dijo a Infobae Agustín Ciapponi, quien es doctor en salud pública, director del Centro Nacional Argentino Cochrane IECS e investigador principal del Conicet en la Argentina.
Ciapponi es uno de los coautores del trabajo junto con investigadores de Suiza, Suecia, Reino Unidos, Francia y los Estados Unidos. Fue publicado en la revista PLOS Medicine. Revisaron estudios científicos que procedían de Europa y América. Dentro de los estudios que analizaron, participaron 28.426 personas que contrajeron COVID-19 entre abril de 2020 y julio de 2021.
De esos pacientes, casi 12.000 tenían una infección asintomática, al haber dado positivo en una PCR pero no haber manifestado síntomas. Todos los estudios incluyeron los resultados de los programas de testeo comunitario, el rastreo de contactos y las investigaciones sobre brotes específicos, como en los cruceros.
En 130 estudios se encontró un rango del 14% al 50% de personas con infección por el coronavirus SARS-CoV-2 que era persistentemente asintomática. Y también se descubrió que los contactos de personas con la infección asintomática por el coronavirus tienen menos probabilidades de infectarse que los contactos de personas con infección sintomática.
Afirmaron que el rango era tan alto (entre el 14 y el 50%) debido a las diferencias en las metodologías de los estudios de los que extrajeron los datos. Pero la autora principal, Diana Buitrago-García, de la Universidad de Berna (Suiza), sugirió que su papel en la transmisión global del coronavirus era menor.
“Si tanto la proporción como la transmisibilidad de la infección asintomática son relativamente bajas, las personas con infección asintomática deberían representar una proporción menor de la transmisión global que los individuos presintomáticos”, afirmó Buitrago-García.
Otra coautora, la profesora Nicola Low, experta en medicina social y preventiva de Berna, Suiza, dijo que aunque estaba claro que los casos asintomáticos eran menos infecciosos, la verdadera magnitud de estos casos en la pandemia era difícil de calcular.
“Todavía no se conoce la verdadera proporción de infección por el coronavirus SARS-CoV-2, y sería engañoso basarse en una sola cifra porque los 130 estudios que hemos revisado son muy diferentes”, dijo Low. “Sin embargo, las personas con una infección realmente asintomática son menos infecciosas que las que presentan una infección sintomática”, aclaró.
¿Qué significan los resultados?
En los estudios publicados hasta mediados de 2021, “la mayoría de las personas con la infección no eran persistentemente asintomáticas, y la infección asintomática era menos infecciosa que la sintomática”, explicó Ciapponi.
Los autores señalaron en el trabajo que “los futuros estudios sobre las infecciones asintomáticas por el coronavirus SARS-CoV-2 causadas por variantes preocupantes y en personas con inmunidad tras la vacunación o la infección previa deberían diseñarse específicamente, utilizando métodos para minimizar los sesgos en la selección de los participantes en el estudio y en la constatación, la clasificación y el seguimiento del estado sintomático”.
Una limitación de la revisión viva es que sólo incluye estudios hasta julio de 2021. Esto, como destacan los autores, significa que no incluye datos sobre las variantes más recientes del coronavirus, como Ómicron, que fue detectada en noviembre del año pasado y que continúa predominando en el mundo.
También significa que el tamaño de la muestra incluye datos tanto de antes como de cuando las vacunas empezaban a ser distribuidas y aplicadas en varios países, lo que podría influir en los resultados.
Los autores también destacaron que la reducción de los testeos en la población, una medida que se ha adoptado en países como el Reino Unido y en varios de América Latina (según advirtió la Organización Panamericana de la Salud en abril) afectará a la investigación futura de los casos asintomáticos porque habrá menos datos sobre personas que adquieren la infección.