Con más de 9.000 casos de coronavirus ya confirmados en Mendoza desde el inicio de la pandemia, el trístemente célebre caso 98 pasó a ser casi una anécdota. No obstante, este maipucino y empleado de una bodega, marcó durante los primeros días de junio un quiebre en la evolución de la pandemia en Mendoza: fue el inicio de un marcado crecimiento de casos y también motivó que el gobernador, Rodolfo Suárez, diera marcha atrás con el distanciamiento social más permisivo que había entrado en vigencia esa misma semana. Entre otras cosas, se prohibieron las reuniones sociales de amigos en casas particulares, una flexibilización que tuvo una efímera vida. A esta restricción se sumó la de agosto (a nivel nacional) que restringió las juntadas familiares.
Sin embargo, la práctica no siempre se condice con la teoría. Los viernes por la tarde y sábados a la mañana, en la mayoría de las carnicerías, vinotecas y comercios de barrio, las compras de la gente incluyen grandes cantidades de provisiones. “Por el tipo de compra que se hace y la cantidad, generalmente no es para el núcleo familiar. Los más jóvenes llevan vodka u otras bebidas que son típicas de reuniones sociales. En todos los comercios de la cuadra se observa eso: compras en gran cantidad de carne, bebida o pan”, detalla Sergio, que trabaja en una vinería de Luján.
“La gente se junta, y mucho. Al principio se respetó la restricción de reuniones familiares, pero hoy en día casi nadie lo está cumpliendo. Me ha tocado llevar entregas grandes a barrios privados y no, y siempre es carne para asados de entre 5 y 10 personas. Inclusive, tengo clientes que me compran dos o tres asados de esa cantidad por semana. Evidentemente no es sólo para juntarse en familia, sino también con amigos”, se sincera uno de los carniceros consultados por Los Andes y en base a una percepción prácticamente generalizada entre los comerciantes.
No obstante, algunos comerciantes adjudican esta situación a otra lectura. “Si uno se pone a ver, de lunes a jueves por la mañana hay mucho trabajo en los comercios, se vende bastante. Pero por la tarde, casi nada. Entonces, cuando llega el viernes y sábado la gente sale a hacer las grandes compras para guardar toda la semana. Creo que en las últimas semanas la gente se ha guardado un poco más, y hasta pide que le envíen las compras al domicilio”, detalla José Rizzo, de la carnicería que lleva su apellido.
Percepción
Las autoridades sanitarias de Mendoza tienen en claro que los mayores focos de contagio son las reuniones clandestinas en casas particulares (ya sea de amigos o familia). Y es que, puertas adentro, es muy difícil para los organismos de control verificar que se mantenga el distanciamiento y se cumplan los protocolos. Por eso mismo es que, independientemente de la fase y las restricciones, se apela al autocontrol y la toma de conciencia por parte de la ciudadanía.
Pero lejos de este pedido, en los locales de venta de bebidas alcohólicas -vinerías y otros-, los fines de semana se da un movimiento más intenso. “Suele haber pedidos grandes. Vemos gente que viene a comprar los domingos y da para pensar sin lugar a dudas que se sigue juntando. Porque muchos vienen incluso con las bolsas de la carnicería con 5 ó 7 kilos de asado”, resaltan desde uno de esos locales especializados.
Sin embargo, resaltaron que en las últimas semanas disminuyeron las ventas y la estacionalidad sobre el fin de semana. “Todos conocemos a alguien que sube fotos en las redes sociales comiendo un asado con la familia u otros amigos”, agrega con un dejo de resignación.
Marcelo, que trabaja en un comercio especializado en la venta de carne y picadas, coincide con la interpretación de sus pares. “Donde más se ve es en jóvenes. Se juntan en domicilios particulares y no sólo los fines de semana. Son grupos que tradicionalmente tienen un día de juntada -desde antes de la pandemia-, y no lo han interrumpido. Ya sea lunes, miércoles o viernes, mantienen la rutina”, se explaya.
“Al principio de la cuarentena se veía gente que compraba carne o bebidas para hacer un asadito solos, o para quienes vivían en la misma casa. Pero eso se fue estirando cada vez más y ahora ves que compran en grandes cantidades. Entonces, dos más dos son cuatro”, agrega Sergio, de la vinería lujanina. Edgardo es el dueño de un negocio de alimentos, aunque su especialidad son los cortes especiales de carne, sobre todo aquellos para grandes grupos. Desde su lugar, no observa de forma tan marcada que la gente esté infringiendo la restricción de reuniones. “Se nos ha caído mucho la venta de costillares completos para juntadas de muchas personas. La última vez que vendimos bien fue a principios de junio, esa semana en que se permitieron las reuniones sociales en casa”, argumenta.