Compañeros: padres que estudian con sus hijas y son ejemplo

Superaron vidas difíciles y retomaron un sueño postergado por la paternidad: estudiar una carrera universitaria. Los años los reunieron con sus hijas en las aulas. Sus historias en este Día del Padre.

Compañeros: padres que estudian con sus hijas y son ejemplo
Nicolás enviudó cuando era joven y crió solo a sus dos hijos. Va por su segundo título universitario, ahora junto a su hija. Foto: José Gutierrez / Los Andes

Nicolás, que enviudó cuando Agustina era chiquita, hoy cursa junto a ella en la misma universidad. Eduardo y Candela eligieron Derecho y son excelentes compañeros. Daniel es vendedor ambulante y persigue el mismo sueño que su hija Denis: la docencia. Sin conocerse entre sí, estas tres duplas comparten historias. De vida, de superación, de aprendizaje continuo. Consciente o inconscientemente estos hombres son para sus hijas un ejemplo vivo de superación, esfuerzo y constancia. Sus historias.

Todopoderoso

Agustina Alegre tiene 19 años y se emociona hasta las lágrimas cuando habla de Nicolás, su papá. “Es el mejor”, alcanza a decir, y rompe en llanto. “Un papá con mayúsculas”, completa, como puede.

Tiene una “pila” de motivos para gritarlo a los cuatro vientos: Nicolás quedó viudo joven, cuando ella tenía 6 años y su hermanito Joaquín era recién nacido.

A partir de ese episodio surgió un “todopoderoso”, un hombre que, sin incumplir con su trabajo –era ordenanza en la Universidad de Congreso- cambiaba pañales, preparaba mamaderas y asistía a controles médicos y reuniones de padres.

“Se las arregló muy bien con la ayuda de mi abuela Irma y cumplió el rol de papá y mamá. Fue siempre mi guía, mi apoyo, mi compañero... ¡Es lo más!”, exclama Agustina.

Aún en la adversidad, Nicolás fue progresando en su trabajo, al punto que pasó de limpiar el edificio a coordinar el área de Recursos Humanos. Años atrás, en la misma universidad, comenzó la carrera de Administración de Empresas y se recibió. No conforme con eso, fue por más: licenciatura en Recursos Humanos, afín a su puesto laboral.

En forma paralela, Agustina estudia Comercio Exterior. Ambos parten juntos a la mañana rumbo a la universidad: ella se dirige al aula y él, a su trabajo. Más tarde, Nicolás empalma con su cursada, pero eso sí: antes acompaña a Agus a la parada del micro. “Soy ‘cuida’, es mi gran defecto. Llevo y busco al boliche, a los cumpleaños… Me gusta estar presente con los dos. Siento que algo bueno hice, son dos maravillosas personas”, reflexiona este súper-papá y lagrimea.

Agustina y Nicolás iniciaron sus respectivas carreras en 2020, en plena pandemia. Para él, la virtualidad fue una solución. “Hoy es todo presencial, pero voy bien, no tengo apuro, seguiré a mi ritmo”, anticipa mientras le desea lo mejor a su hijita: “Que haga lo que sea para ser feliz. Quiere irse del país y la entiendo, acá hay pocas posibilidades”.

Eso sí: “Siempre la cargo y le digo que asados como los míos nunca va a comer en ningún lado”, bromea. “Mi papá es un ejemplo de superación. Mi título será para él”, concluye ella, todavía emocionada.

Futuros abogados

A los 14 años, Eduardo Pérez tuvo que salir a trabajar y así su sueño de convertirse en abogado quedó relegado en el tiempo. Por entonces, lejos estuvo de imaginar que la vida iba a recompensarlo con un trabajo estable y una hermosa familia.

Menos aún soñó que aquel deseo de estudiar Derecho iba a concretarlo de adulto y, como si fuera poco, compartirlo con su única hija, Candela. “La luz de mis ojos”, la define en una charla íntima.

Nunca era el momento de anotarse en la carrera. Como inspector de Servicios Públicos del municipio de Luján, y atento a su familia, siempre estaba ocupado. En 2015, por fin, se decidió y se inscribió en la Universidad Champagnat. Tres años más tarde se anotó Candela. “Ya me superó, está a cinco finales de ser abogada”, se apura en contar con un orgullo que lo delata.

Eduardo y Candela cursaron juntos tres materias: Lógica, Obligaciones y Filosofía. Y también rindieron en varias oportunidades los dos.

Eduardo y Candela estudian Derecho y han cursado materias juntos. Foto: Mariana Villa / Los Andes
Eduardo y Candela estudian Derecho y han cursado materias juntos. Foto: Mariana Villa / Los Andes

“Tenemos miles de anécdotas que siempre recordamos con humor”, aclara Eduardo, y relata una mesa de examen en la que él esperaba nervioso mientras ella comenzaba a rendir frente a profesores “piolas”. “Inmediatamente me acerqué y les dije: ‘Primero en el tiempo y primero en el Derecho. Quiero rendir con ella’”, evoca. “¡Nadie entendía nada! No sabían que era mi hija. Ella me fulminó con la mirada”, recuerda risueño.

La experiencia en la Champagnat es muy enriquecedora para ambos, que sueñan con tener el título en poco tiempo más. No suelen estudiar juntos pero sí repasan y se sacan las dudas de los exámenes.

“Ella es la hija que todos quisieran tener”, la define el papá. Y ella, que cumplió 22 años pero seguirá siendo su “nena”, redobla la apuesta en este día especial: “Lo admiro, es mi ejemplo por su gran perseverancia. Solemos salir juntos a tomar algo y hasta lo siento un amigo”.

Vendedor ambulante y futuro docente… como su hija

No es fácil para Daniel Pajares estudiar una carrera. Como vendedor ambulante y padre de ocho hijos, se las rebusca como puede.

Eso sí, siempre con la misma convicción: obtener su título de profesor de Educación Primaria en el Instituto Godoy Cruz, carrera que inició en el año 2017 tras finalizar el secundario, también de adulto.

Hubo un listado de personas que lo convencieron para que se animara a ingresar al aula: su hermana (también docente), su primo, su novia de entonces y, por supuesto, su hija Denise de quien, a la postre, resultó compañero de curso en 2017.

Daniel y Denise, una de sus ocho hijos, estudian para ser docentes. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Daniel y Denise, una de sus ocho hijos, estudian para ser docentes. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Hoy, ya en la recta final, Daniel asegura que la vocación docente está intacta y que, además, se siente un buen ejemplo para el resto de su “tropa”: Esteban, Gisel, Katherina, Facundo, Priscila, Melany y Abigail, además de sus cuatro nietos.

Denise no puede más de orgullo. “Me encanta que mi papá pueda superarse y es sorprendente verlo actuar con sus ocho hijos. Creo que la mayor inversión en la vida es lo que uno aprende, cómo alimenta la mente y cómo contagia y él es el típico caso”, relata con ternura y admiración.

Daniel valora también la actitud de sus padres, que siempre lo estimularon para que estudiara. “Hoy vendo milanesas de soja que prepara mi vieja, aunque en realidad hago de todo. Eso sí, mi sueño, el más genuino y verdadero, es enseñar”, reflexiona.

Su hija cierra, emocionada: “Lo admiro por tomar tremenda decisión, aún con la gran responsabilidad de educar a tantos hijos. No todos se arriesgan a tanto. Mi papá es un gran papá”.

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