Cómo funcionan los centros de contención infantil y familiar

Más de 2.500 niños que participan del programa de Centros de Desarrollo Infantil y Familiar dejaron de ir a los sitios físicos, pero 600 familias con necesidades extremas continúan recibiendo mercadería periódicamente.

Cómo funcionan los centros de contención infantil y familiar
Lorena Franco y Claudia Calderon preparan las bolsas con ropa para ser entregadas. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Desde el 16 de marzo, la suspensión de clases presenciales en las escuelas de todo el país (días previos a la declaración del aislamiento social obligatorio y preventivo), 2666 niños y niñas de toda la provincia dejaron de asistir a los Centros de Desarrollo Infantil y Familiar, más conocidos como los CDIyF. Sin embargo poco se conoce sobre el servicio y la función que tienen a diario en la comunidad mendocina.

La asistencia alimentaria es uno de los ejes fundamentales de los 39 CDIyF provinciales y en tiempos de aislamiento social fue imprescindible reinventar la manera de cumplir con ese servicio.

Los niños y niñas reciben a diario en el Centro desayuno, colación y almuerzo, y en función del horario del CDIyF, merienda, con un menú que año a año es propuesto por el Área Alimentaria y Nutricional de acuerdo a un diagnóstico nutricional realizado por profesionales de acuerdo a los datos de niños y niñas, de peso y talla, en el CDIyF se deben presentar los controles médicos periódicamente como una documentación indispensable).

A partir de esto se realiza la asistencia alimentaria a través de la entrega de mercadería de manera mensual o quincenal por niño (según criterio de cada directora) y contemplando para la compra de la misma la sugerencia de las profesionales para satisfacer las necesidades nutricionales y contemplando las formas de conservación de los alimentos.

Marianela Salaverri, directora del CDIyF N° 1, que funciona en calle Chile al 800, de Ciudad, comenta que en su Centro realizan la entrega de mercadería mediante cajas y que cuentan con alimentos no perecederos, huevos y frutas y verduras para cada familia y que cuentan con el caso de una niña con control nutricional por bajo peso diagnosticado y que en conjunto con la nutricionista se arma una caja con productos específicos para sus necesidades nutricionales. Y que en la próxima entrega se contemplará el caso de un niño que ha sido diagnosticado con celiaquía por lo que también precisa alimentos diferenciados. Las entregas, se aclaró, se realizan respetando los protocolos sanitarios correspondientes.

Actualmente son más de 600 las familias que están siendo asistidas, un número que fue en aumento desde marzo a la fecha y que se estima que pueda aumentar en época de crisis.

Desde la Jefatura del Programa se informa que no todas las familias están recibiendo la mercadería, dado que no todas presentan una necesidad extrema, y mediante una evaluación se detectan lo casos más urgentes o vulnerables. Muchas de las familias han inscripto “en tiempos normales” a sus hijos en el CDIyF. Es el caso de muchas mamás o papás solos, sin red familiar para poder trabajar jornada completa. Es más por una necesidad de contención, que por razones económicas. Todos los años se realizan evaluaciones socio-económicas por profesionales al momento de las inscripciones para determinar la prioridad en el ingreso.

“En el caso de los escolares, armamos un grupo de Whatsapp para poder hacer un acompañamiento en las tareas de la escuela. Somos parte de la educación no formal, por eso nunca propusimos actividades obligatorias durante la cuarentena, pero si ofrecimos poder salvar dudas a través de videollamadas, hacer las tareas juntos”, contó Salaverri. Y agregó: “en el caso de los más chiquitos hemos enviado tutoriales divertidos para propiciar la higiene de las manos por ejemplo o de manualidades con materiales que se puedan encontrar fácilmente en casa. Y continuamos a la distancia con el Taller de Psicomotricidad que empezamos a principio de año. Las seños están en la mañana en el CDIyF y se van a la salita a hacer videollamadas con los chicos”.

En cuanto al acompañamiento familiar, Marianela comenta que el vínculo que se genera con padres y madres es muy fuerte, que ahí encuentran un espacio para desahogarse, para buscar contención, “y en tiempos de pandemia eso no se ha perdido, se aprovecha el momento de encuentro físico cuando buscan la mercadería. El celular se convierte en la herramienta que la directora y los familiares precisan para sostener la cercanía construida. Los papás nos retribuyen el trabajo, se sienten parte, yo les he escuchado decir que somos la segunda casa de sus hijos”, dice emocionada la directora.

“El Programa de CDIyF, no son sólo un espacio de contención para los niños sino para la familia. Este programa se creó hace mucho tiempo y sin embargo no es muy conocido hacia dentro, yo que llevo muchos años trabajando en la institución (Dinadif antes, luego Dinaf actualmente DGP) no conocía qué eran los CDIyF, ni que hacían”, se sincera la Jefa del Programa CDIyF, Lic. Daniela Ciani. Y agrega: “Creo que nunca se les dio participación a esto centros, porque siempre se llevó toda la atención el tema de los hogares, el patronato, como aún lamentablemente nos conocen”.

Educación no formal de carácter social

Desde enero de 2019, Mendoza tiene su propia ley de Sistema de Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (Ley N° 9139).

En la normativa se dedican artículos especialmente a la definición y función de los Centro de Desarrollo Infantil y Familiar (art. 23,24 y 25) que están bajo la órbita de la Dirección de Protección y Restitución de Derechos, al igual que los ETI (Equipos Técnicos Interdisciplinarios) para el abordaje de situaciones de vulneración de derechos.

Los Centros de Desarrollo Infantil y Familiar, en el marco de instituciones de educación no formal de carácter social, nutricional y promocional, son espacios de atención integral de niños y niñas desde los 45 días hasta los 12 años de edad, cuyo objeto es acompañar en el crecimiento de los mismos en acciones específicas como el cuidado infantil, el apoyo nutricional y escolar, la implementación de talleres para padres o adulto responsables y el apoyo a familias que por situación de vulnerabilidad socioeconómica lo requieran.

De los 39 CDIyF con los que se cuenta en los diferentes departamentos de Mendoza, y que se han ido sumando a lo largo de los años y las gestiones, 14 de ellos son denominados “puros” como una manera de identificar a aquellos cuyo funcionamiento depende exclusivamente de la actual Dirección General de Protección de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (ex DINAF). Hay 22 centros que se encuentran nucleados con SEOS (Servicio Educativo de Origen Social) de la Dirección General de Escuelas y los municipios y 3 tienen convenios con diferentes OSC (Organización Socio Comunitaria).

Estos centros cuentan con una historia muy larga en la provincia. Fue en 1937, que con la idea de continuar el trabajo comenzado por mujeres mendocinas (Elvira Godoy, Angélica Guiñazú, Matilde O´Donnel de Cano y Lía Chavarría de Civit) -que pusieron en funcionamiento en 1931 un organismo de amparo y previsión que recibía desde la primer hora de la mañana hasta el anochecer a más de 100 hijos e hijas de trabajadoras y trabajadores-, se inauguró el primer centro el 22 de abril. Con la presencia de una comitiva presidencial, abrió la “Casa de Protección de la Madre Obrera”, cuyos fondos fueron gestionados por representantes mendocinos en el Congreso de la Nación.

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