Cierra otra librería en el microcentro mendocino y sólo unas pocas sobreviven

Mendoza Libros, en la esquina de Garibaldi y San Juan, cerrará sus puertas. Su dueño indicó que se debe al costo del alquiler y al cambio de formato. Casi no quedan las tradicionales casas de libros.

Cierra otra librería en el microcentro mendocino y sólo unas pocas sobreviven
Mendoza Libros se despide del mercado tras ocupar durante 18 años la esquina céntrica de San Juan y Garibaldi. Está liquidando todos sus textos. Foto: Mariana Villa / Los Andes

Son tiempos difíciles para las librerías de Mendoza. Si hasta hace una década el panorama era diverso en cuanto a opciones para comprar, hoy la situación es otra. Los valores de los libros, la aparición de los dispositivos digitales, las ventas online, las grandes cadenas y otras variables que incluyen la crisis económica han sido elementos que han conspirado para que la oferta sea menor.

Esto puede verse, por ejemplo, en la calle Garibaldi y San Juan, donde uno de los comercios más representativos colgó el cartel de “liquidación total por cierre”. Se trata de Mendoza Libros, que hace 18 años ocupa la esquina en donde alguna vez también existió una librería histórica. Esto recuerda, además, una situación que ya se vivió con otra clásica librería: Simoncini y Gómez, ubicada apenas a unas cuadras del kilómetro cero. O AN libros, que antes de cerrar ofreció libros desde 2 pesos.

Perduran, entonces, aquellas que dependen de las grandes cadenas, como Yenny o Cúspide, y algunas de las clásicas como el Centro Internacional del Libro, la Librería Técnica o García Santos, que lograron atravesar los embates de la pandemia. Otras, en tanto, sostienen sus otras actividades, como Le Club o Rayuela, que llevan adelante venta de videos o de música –en el primer caso- o de artículos de librería, en el segundo caso.

Ayer se realizó una nueva edición de la Peatonal del Libro en el Centro. La oferta resultó atractiva para cientos de lectores. Foto: Mariana Villa / Los Andes
Ayer se realizó una nueva edición de la Peatonal del Libro en el Centro. La oferta resultó atractiva para cientos de lectores. Foto: Mariana Villa / Los Andes

Aparecen otras más chicas pero con su clientela también en el microcentro. Ellas son SBS librería, librería Cervantes, Ludditas y Cosset, esta última ya sobre calle Arístides Villanueva. No deben olvidarse, por último, aquellas que están en los centros comerciales y que aún atraen las miradas y visitas de los mendocinos y turistas.

Dificultades para mantener abierto

Hace 18 años, Iván Miszei - otro de los libreros que sobrevive- se hizo cargo del negocio ubicado en San Juan y Garibaldi, en la esquina Noroeste, frente a donde está ubicada la librería que lleva su nombre. En ese lugar, hace tiempo, también se ubicó la librería de la familia Simoncini, un comercio histórico del microcentro.

Para Miszei, en Mendoza estos últimos años ha pasado algo muy extraño, ya que si bien en la pandemia aumentaron las ventas, a nivel nacional es mucha la cantidad de librerías que cierran, sobre todo las que no tienen público específico. “Nosotros tenemos la ventaja de vender libros nuevos y usados, y no dependemos de los proveedores de los que las demás dependen. Tenemos libros antiguos o agotados y eso hace que haya mayor demanda porque no hay muchas librerías que se dediquen a esto”, señaló el librero.

Y coincidió en afirmar que el cierre de las librerías de la zona se da por el cambio de mercado, que ha sido completo, algo a lo que las librerías pequeñas no lograron resistir. “La fotocopia fue el gran enemigo para todo lo que es literatura complementaria. Y lo digital también aumentó mucho aunque el público que lee en formato digital no es mayoría”, remarcó Miszei y agregó que lo digital puede ser un recurso, siempre que la fuente y la traducción acompañen. Caso contrario, sigue siendo mejor el libro en papel.

Miszei dijo que también subieron los alquileres y los sueldos de los empleados de comercio, lo que hace difícil sostener el negocio. En particular, respecto a Mendoza Libros, indicó que siempre tuvo un perfil diferente al del comercio de enfrente, lo que de todas maneras no bastó para sostenerlo abierto.

“Específicamente cerramos porque el aumento del alquiler fue demasiado. Igual, el formato tiene que cambiar completamente para poder seguir susbsistiendo y crecer. En este país sólo nos acostumbramos a subsistir y con esa mirada terminamos cerrando todos. Hay que crecer y darle al mercado lo que necesita. Si te dedicás a subsistir viene algo como una crisis, una pandemia, y terminás cerrando”, aseguró.

Además, explicó que son pocas las librerías que quedan en la zona porque es importante cambiar la mirada y que ya no se puede esperar a que el público se acerque a la librería. “Ya no es suficiente. El formato digital avanza a pasos agigantados, hay poca oferta editorial y los libros se agotan muy rápido”, señaló. Agregó que se impone la necesidad de convertirse en un nexo y, en ese sentido, las máquinas que imprimen los libros en la misma librería son una opción. “Pero tiene que ser masiva y eso aún no funciona bien en algunas cadenas. Todavía no se ven resultados claros”, explicó Miszei.

Inicio de temporada

Miszei reconoció que los dos últimos años fueron “pésimos” y “algo nunca visto”, por lo que fue difícil proyectar esta difícil situación. Pero ahora, de a poco, se están recuperando. Eso sí, contó que los docentes le han indicado que no se están pidiendo libros de texto en las escuelas para aliviar el bolsillo de las familias, lo que los perjudica.

“Queda en los directivos, porque en escuelas donde hay bajos recursos no se les están pidiendo libros a los estudiantes. Sacando eso, el año arrancó mucho mejor de lo que esperábamos Las ventas no han comenzado pero las consultas son muchas. Los que sí arrancaron a full son los textos en inglés, que son obligatorios, y la mayoría tienen como respaldo las plataformas digitales”, mencionó el comerciante.

Para terminar, dijo que la mayoría de los libros de texto para las escuelas se venden en las librerías al mismo precio y por eso se consiguen a precio de lista. Lo que tratan de hacer es ofrecer el pago en dos cuotas, por ejemplo.

Otras que cerraron

En 2019, tras 61 años de existencia en la Ciudad, Simoncini Gomez cerró sus puertas. El comercio nació en otra dirección, muy cercana a la que tuvo hasta su cierre. En la esquina de las calles San Juan y Buenos Aires funcionó desde 1958 hasta 1986. Luego se trasladó a San Juan 1317, siempre en Ciudad. Supo tener más de siete empleados

En 2017 la papelería Clip, cuyo fondo de comercio era de Rubén Simoncini, decía adiós apretada por la situación económica de aquel momento en el país, que perduró hasta estos días. Y así ponían fin a una historia de 40 años.

La librería de Rubén Simoncini, además, supo tener sucursales, que también cerraron más atrás en el tiempo, en San Martín y en San Rafael.

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