Hay paisajes tradicionales que son emblemáticos de Mendoza, postales urbanas que pueden considerarse tan icónicas como los Portones del Parque, el monumento del Cerro de la Gloria, el mismísimo cerro Aconcagua o el clásico Edificio Gómez. De hecho, a menos de dos cuadras de esta histórica obra patrimonial -ubicada en la esquina de San Martín y Garibaldi y que completa la panorámica con el Pasaje San Martín enclavado enfrente-, sobresale uno de estos espacios. O, mejor dicho, sobresalía.
En calle Catamarca, entre San Martín y San Juan, funcionó hasta el jueves pasado y durante más de 20 años “La Taberna de Moe”, aquel emblemático kiosco y bar que, desde el 2000, fue el punto de encuentro para un “after office” por la tarde entre quienes trabajaban en pleno microcentro. O el plan para despejarse un poco, escuchar algo de música y disfrutar por la noche y después de un agotador día. Para muchos, incluso, fue directamente el plan para toda la noche y hasta que comenzaba a amanecer. Pero, desde el jueves pasado, este templo de reuniones sociales y punto de encuentro bajó su persiana. Literalmente.
“Decidimos cerrar porque ya no era lo mismo, ni la zona ni el movimiento. La zona de calle Catamarca e inmediaciones cambió mucho en los últimos años. El ambiente se puso difícil, conflictivo y hasta violento en esa zona de calle Catamarca”, explicó Ariel, dueño del lugar, a Los Andes sobre el cierre de este emblemático local, que también servía como un salvataje para quienes necesitaban almorzar o merendar algo rápido y al paso. Y también pagar cuentas –durante los últimos años también fue un centro de pago de facturas-.
“La pandemia también incidió mucho. Porque cambió la forma de consumo en general y, una vez que pasó lo más fuerte, muchas cosas no volvieron a ser igual”, agregó el responsable.
Un punto de encuentro con historia
En el 2000, y en un contexto social y económico por demás convulsionado a nivel nacional, en calle Catamarca al 22 (Ciudad) abría este drugstore que terminaría por convertirse en un ícono de la cultura popular. Tomando prestado el nombre de la cantina más famosa de Springfield (de “Los Simpson”), fue bautizada como “La Taberna de Moe”, aunque popularmente se la conoció desde el principio como “La Taberna”. No había otra taberna, por lo que decir: “Nos juntamos en ‘La Taberna’” era suficiente para saber que la reunión sería en Catamarca al 22, con cervezas y algún snack de por medio.
Con el paso de los años, el lugar no solo fue haciéndose más conocido, sino que también fue ampliándose y adaptando sus instalaciones. Un par de televisores en “Mute” con canales de música o de deportes sintonizados y una música completamente distinta que sonaba por los parlantes del lugar –preferentemente rock nacional- eran el sonido de ambiente y el decorado del lugar, así como sorprendes dibujos hechos a mano y en hojas enmarcadas con Homero Simpson, sus compañeros de la ciudad y el mismísimo Mick Jagger en su versión “simpsonizada”.
“La Taberna” sobrevivió al estallido social del 2001, a la pandemia de Gripe A de 2009 y al cierre de los locales bailables en la Ciudad de Mendoza (con esta ordenanza todos los bares y restos debieron adaptarse y aquellos que no, como PPTH o Por Acá en la calle Arístides Villanueva, debieron cerrar). En un país marcado constantemente por la crisis y la inestabilidad, el homenaje mendocino al tabernero de Springfield y su cantina logró reinventarse y ser “el plan” por las tardes y noche.
“Estuvimos 22 años, pero el jueves pasado la cerramos definitivamente en calle Catamarca”, agrega Ariel, quien destaca que la decisión fue el resultado de la combinación de dos factores: lo complicada que se puso la zona en cuanto a seguridad durante los últimos años y las consecuencias de la pandemia y el inicio de la post pandemia (aunque el coronavirus no ha desaparecido todavía).
Incluso, en plena época de Covid-19, Ariel abrió una nueva sucursal de “La Taberna de Moe” en calle Arístides Villanueva, casi Rodríguez y en un ambiente más propenso a la forma de consumo que está marcando esta especie de “nueva normalidad”. Pero, como él mismo aclara, no es que la sede de calle Catamarca –la histórica y original- cerró porque abrió la de la Arístides.
Desde el jueves pasado, quienes caminan por la vereda norte de calle Catamarca –entre San Juan y San Martín- se encuentran con una postal atípica al pasar por el 22. Desde lo alto, la imagen de Moe Szyslak mira fijo a los transeúntes, con su delantal, sus brazos cruzados y esa mueca de pocos amigos que lo caracteriza y que lo convierte. al mismo tiempo, en el tabernero más antipático y querido del mundo. En el mismo cartel, además, sobresalen dos botellas de cerveza –que no son otra cosa que una publicidad-. Pero, debajo de este cartel, la persiana metálica está cerrada. Y otro cartel completa la postal visual. El mismo letrero en el que se lee “Alquila” y el contacto para quien esté interesado en averiguar por la situación y condiciones del local comercial que tantas historias y anécdotas vio pasar en los últimos 22 años.
“Fueron 22 años, pero es parece toda una vida. En ese tiempo pasaron clientes que llegaron a ser como una familia, directamente y a quienes les vamos a estar siempre muy agradecidos. Lo mismo que a toda la gente que pasó y trabajó en el lugar, no tenemos más que palabras de agradecimientos para todos ellos”, concluyó Ariel.