El barrio Flores Oeste está ubicado frente a la Universidad Nacional de Cuyo y se encuentra en plena etapa de urbanización. Varias casas ya cuentan con estructuras solidas que protegen a sus moradores de las inclemencias del tiempo. Sin embargo, otro gran sector de la población está a la espera de reparaciones en sus viviendas. Tal es el caso de Juana Santos Mamani.
Juana, de 45 años, tiene su propia verdulería y trabaja como empleada de limpieza. En el garaje de su precaria casa funciona hace cinco años un comedor comunitario, el cual actualmente asiste a 90 familias. A raíz de las lluvias y, pese a todos los esfuerzo, este miércoles no pudo servir el almuerzo. Es que la leña con la que cocina y el recinto en el que espera a los vecinos, se encuentran completamente mojados.
Según contó la mujer a este medio, hoy iban a preparar hamburguesas con papas fritas y arroz. “Últimamente estábamos haciendo 20 kilos de arroz, pero no damos abasto. Antes cocinábamos una olla, ahora necesitamos prepara al menos tres”.
Juan afirmó que el panorama es complejo y que ve cada vez más gente solicitando un plato de comida. “No recibimos ayuda de otros lados, los únicos que nos envían comida, en algunas ocasiones, es el Banco de Alimentos y la Organización Evita”.
Asimismo, dijo que este año no ha recibido ningún tipo de donación por parte de la población, pero aclaró que esto se debe al alto costo de los alimentos.
A fin de sortear esta adversa situación, señaló que vende productos de elaboración propia y que con ese dinero compra lo que vaya a necesitar para sus preparaciones. “En el comedor entregamos comida los días miércoles y viernes, los jueves y sábado vendemos pan casero para recaudar fondos”.
“Hoy íbamos a necesitar por lo menos 10 kilos de carne, para comprar esta cantidad se necesita mucha plata, hoy todo es caro”, detalla Juana.
“Yo saco de mi propia verdulería para preparar la comida”, dice la mujer que, para cocinar, recibe la ayuda de otras cinco mamás del barrio. Además, se suman las manos de varios jóvenes que prestan su colaboración diariamente, ya sea para preparar la comida o repartirla a los que la solicitan.
“Me da mucha pena, hoy varios abuelitos vinieron a tocar la puerta de mi casa pero lamentablemente no les pude dar nada”, manifestó consternada Juana.
Aquellos que deseen colaborar con el comedor pueden contactarse al siguiente número: 2616018256.