9 de febrero de 2025 - 08:00

Cayetano Arcidiacono: "Mi idea siempre ha sido rescatar lo que me emociona en mi entorno"

Desde sus inicios en la fotografía, en la década del ‘70, este inmigrante italiano logró destacarse por su mirada, que ha logrado distinciones y premios a nivel internacional. Se considera anti-técnica y un apasionado del trabajo con la luz: un creador de imágenes donde todo pareciera ser fotografiable.

En su última etapa como fotógrafo, ya retirado por razones de salud del ebanista que fue, Cayetano Arcidiacono comparte imágenes casi a diario en sus redes sociales. “Subo fotos de distintas épocas, sin pensarlo demasiado. Hace varios años salgo solo con el teléfono, aunque también hay trabajos realizados con cámara digital y analógica”, dice en la casa donde reside y que durante una década (entre 2004y 2014) abrió como galería fotográfica sin fines de lucro, razón por la que debió cerrar.

Nacido en Sicilia, hijo de Yolanda y Salvador -un apasionado creador y artesano de los muebles-, Cayetano llegó con su familia a los 8 años a la provincia, tras la Segunda Guerra Mundial. Con su padre como guía y maestro aprendió, entonces, a dominar la madera en un taller propio en la Ciudad de Mendoza. “Trabajé con mi padre durante kilos de años, aprendí mucho de él y también lo hicieron mis hijos”, comparte con una voz que, al recordar, se le quiebra.

Sus archivos fotográficos almacenados en una computadora de escritorio llevan fecha y nombre, en carpetas algunas más organizadas que otras. En sus comienzos como fotógrafo revelaba rollos y con la aparición de nuevas tecnologías su producción se tornó digital. “Cuando me llaman artista creo que me queda grande. Artista es otra cosa para mí. A pesar de haber hecho miles de imágenes, siento que todavía tengo bastante por aprender”, analiza.

En la Escuela Superior de Bellas Artes cursó dos o tres años después de un intento fallido por la carrera de Ingeniería. “Allí tuve profesores como Víctor Delhez, Alfredo Ceverino o Juan Scalco. Me gustaba pintar y dibujar pero no me interesaba la posibilidad de dar clases sino de aprender. Finalmente terminé siendo profesor de Fotografía durante 18 años en la Escuela Provincial de Bellas Artes”, recuerda.

Los desperfectos fotográficos fueron un hallazgo en el devenir del tiempo. Lo que antes eran imágenes con errores evidentes para él, son ahora instantáneas a las que puede encontrarle otro sentido. “A veces los accidentes, cuando son bien aprovechados, pueden hacer la diferencia”, reflexiona.

Cayetano Arcidiacono
Cayetano Arcidiacono reconocido fotógrafo mendocino. Foto: Daniel Caballero / Los Andes

Cayetano Arcidiacono reconocido fotógrafo mendocino. Foto: Daniel Caballero / Los Andes

Este prolífico creador de imágenes ha recibido destacadas distinciones y su obra integra colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes, el Gabinete de Fotografía de la Biblioteca Nacional de París, el Museo de Bellas Artes de Caracas, Park Hyatt Mendoza, el Museo Fader o el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza. En 1999 la Federación Argentina de Fotografía le otorgó el título de Artista Argentino Fotógrafo.

En 2009 su colega, la prestigiosa y multifacética, Sara Facio escribió en un catálogo con motivo de una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes: “Cayetano Arcidiacono sorprende por la calidad de su obra de justa composición, elogio de la forma y exquisitos matices de blanco y negro. Su obra previa y reciente permite apreciar la continuidad creativa del artista, la renovación de su producción, y el fuerte y original mensaje que reflexiona en torno al concepto de belleza”.

-¿Qué situaciones lo llevan a tomar fotografías?

-Ando con un teléfono común y saco fotos de lo que sea, adonde sea. Siempre ha sido así. No he seguido una línea sino que he rescatado cosas que me agradan y que son bellas desde mi punto de vista fotográfico. Antes me preocupaba por la gran cámara, la gran definición, pero me di cuenta de que eso era un poco trabajar para los otros. En el último tiempo, a medida que encuentro el verdadero significado de la fotografía, entiendo que la técnica no ha tenido demasiada importancia para mí.

-¿Cuál es para usted el significado al que hace referencia? ¿Con qué tiene que ver una buena foto?

-Lo entendí hace 15 años en un viaje a Houston al que fui invitado a participar de un encuentro de fotografía y a recorrer algunas muestras. En una de esas salidas tomé una foto con mi cámara a una mujer que esperaba allí, con un vestuario extraño y en una postura muy particular. Salió desenfocada, pero ahí comprendí que lo importante era la foto en sí. Me gustan mucho los retratos callejeros aunque no he tenido personalidad para acercarme a esas situaciones sino que he tomado fotografías desde donde estaba.

-¿Su trabajo como ebanista ocurría en paralelo?

-Claro. Esa era mi principal ocupación. Nuestro taller fue muy reconocido, entonces tuvimos buenos clientes particulares y trabajamos para estudios de arquitectura. Hicimos de todo: dormitorios completos, carpintería para casas muy importantes, puertas, ventanas, de todo. Mi hijo Luciano sigue con su taller en El Bermejo y fue mi papá quien comenzó con la ebanistería en Italia, como un joven pupilo, a los 16 años.

Cayetano Arcidiacono
“Me gustan mucho los retratos callejeros”, admite Arcidiacono. Y así lo reflejan sus obras.

“Me gustan mucho los retratos callejeros”, admite Arcidiacono. Y así lo reflejan sus obras.

-¿Cómo apareció la fotografía en su camino?

-Habrá sido como a mis 18 años, en las primeras salidas con mi novia de esa época y otra pareja de amigos. Ahí sentí que quería guardar recuerdos y compré una camarita muy sencilla de origen soviético. Un conocido de la pensión donde vivía ella me sugirió organizar una reunión para proyectar diapositivas y también me recomendó acercarme al Foto Club Mendoza.

-¿Qué tipo de imágenes compartió con su primer público?

-Diapositivas de mis salidas, sobre todo, y algunas de animales, paisajes y familiares. También las primeras expresiones de mis fotos minimalistas. Ahí fue cuando me arrimé al Foto Club Mendoza y empecé a ver lo que hacían los fotógrafos locales. Desde entonces cambió mi mirada, me dediqué de una manera más profesional a la fotografía y me anoté de vez en cuando en algún concurso.

-¿Con qué tipo de cámaras ha trabajado?

-Empecé con una cámara modesta de 35 mm y luego tuve una Miranda usada. Fue entonces cuando armé mis propios espacios de revelado. Con las primeras cámaras digitales mi deseo era tener una Nikon, la locura de ese momento, hasta que finalmente pude obtenerla.

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Cayetano fue profesor durante 18 años en la Escuela de Bellas Artes.

Cayetano fue profesor durante 18 años en la Escuela de Bellas Artes.

-¿Qué cambios encontró en su pasaje a la fotografía digital?

-El enfoque que tengo en relación a la fotografía fue el mismo, aunque hubo transformaciones en esa transición. Nunca me he puesto a analizar mi fotografía ni a pensarla demasiado. Mi idea siempre ha sido rescatar lo que me emociona en relación a mi entorno, puede ser una flor, un animal, un objeto tirado en la calle o un personaje retratado muy bien iluminado en una habitación, también algún retrato callejero.

-¿Cuál diría que es el tema que atraviesa a su producción fotográfica?

-En mi trabajo está lo mundano, como yo lo siento y de acuerdo a mi sensibilidad. Me interesan las cosas desechadas, tal vez no demasiado apreciadas, aunque por fuera de la crítica social sino cuestiones simples y detalles, con cierta composición. Creo que la belleza puede estar en cualquier lugar. He intentado rescatar personajes y lugares con la suerte de haber estado ahí para congelar esos momentos. En muchas oportunidades me han llamado para convocarme y eso ha sido gratificante. Que me busquen por mi trabajo es un gran mérito para mí. Siempre quise que mis fotos se abrieran camino por sí mismas sin tener que arrastrarlas.

Still Life, una exposición que tuvo a Sara Facio como curadora

En 2009, tras una muestra en el teatro San Martín de la Ciudad de Buenos Aires y luego de ver sus trabajos recientes, la fotógrafa, periodista y editora Sara Facio fue la curadora de la muestra Still Life, en el Museo Nacional de Bellas Artes. De aquí se desprendió una serie, Naturaleza muerta, de la que surgieron sus primeros trabajos digitales.

“Cuando la compartí con algunos amigos me decían que no era ni pintura ni fotografía. Sin embargo, la había hecho con mucho cariño. Lo sorprendente fue cuando la vio Sara Facio y me convocó al Museo. Ella entendió el origen de mi obra digital como una continuidad de lo analógico. Fue muy importante su devolución”, rememora Arcidiacono.

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Arcidiacono se considera anti-técnica y un apasionado del trabajo con la luz; un creador de imágenes.

Arcidiacono se considera anti-técnica y un apasionado del trabajo con la luz; un creador de imágenes.

Ping Pong con Cayetano Arcidiacono

-¿En la fotografía prefiere blanco y negro o color? Depende de la situación porque las dos posibilidades comunican de manera muy distinta.

-¿Qué música prefiere? El arte, en general, me llega o no me llega. Me encanta la música moderna, la clásica, el tango. Lo que no me gusta para nada es el reggaetón.

-¿Cómo es un día en su vida? Bastante tranquilo, con las limitaciones que muchos tenemos a mi edad. La fotografía es mi pasión y le dedico tiempo.

-¿Qué es lo más italiano que tiene en su manera de ser? Nunca me he sentido tan italiano, tal vez en los últimos años un poco más.

-¿Qué lugares de Mendoza le resultan especiales para fotografiar? Mendoza es muy linda, aunque depende del estado anímico. A mí lo árido no me gusta, pero a veces he ido con amigos a sacar fotos y cuando descubrí Huayquerías me enamoré de ese lugar. Tiene un clima y unas rocas que parecen de otro mundo. Las viñas también, sobre todo en otoño, las montañas con nieve.

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