Gente que dice sentirse agotada promediando el año. Lo cierto es que este tipo de comentarios se escuchan incluso desde hace semanas. Definitivamente para muchos el 2022 viene cuesta arriba y anticipó los “pesares” y emociones típicos de los últimos meses.
“He notado que este año el peso de septiembre u octubre cuando uno ya tiene el año encima, empecé a sentirlo en mayo, fuerte, con problemas gástricos, colon irritable, contracturas, que son por mi trabajo, agotamiento mental y físico, no dormir bien”, relató Fabián, uno de los afectados.
“Me cuesta mucho levantarme y el bajón de energía que me llega sobre las dos de la tarde, cuando aún estoy trabajando, es atroz. Tengo que cerrar un rato los ojos porque no siento tener energía para continuar trabajando y buscar así los restos. Creo que no estoy bancando el año a esta altura y vengo de dos meses de estar como muy roto, siento que nunca arranque del todo el año”, agregó.
Los dos años de pandemia implicaron un desgaste inmenso del que cuesta recuperarse, más porque los años 2020 y 2021 se sintieron como uno solo, una continuidad. El repentino cambio en las rutinas y la forma de vida, el estado de alerta permanente, los miedos, el estrés le pasaron factura al cuerpo y la psiquis. Pero el contexto no se distendió sino que sigue generando cargas. La situación socioeconómica no ha dado respiro: inflación, salarios que no alcanzan, necesidad de trabajar más horas para lograr cubrir los costos e incluso sumar estrategias para lidiar con la situación como evitar pagar por lo que puede hacer uno o ir a diversos lugares en busca de ofertas para lograr mejores precios en las compras.
El plano discursivo no colabora: en cuanta charla se presenta surge el tema de las dificultades económicas, la inquietud por la inseguridad, las demandas por los hijos y el cansancio compartido. Los medios y las redes sociales también se hacen eco de estas problemáticas conformando un combo que sofoca y se retroalimenta. La incertidumbre hace de las suyas, como la inquietud por el futuro próximo o por el empleo.
Más horas de trabajo, más tareas domésticas deben equilibrarse con el acompañamiento a hijos y adultos mayores lo que redunda en falta de descanso adecuado, menos horas y quizás de mala calidad. La hiperconexión, que se profundizó con la pandemia, hace difícil el impasse y los trabajos perdieron el límite horario para atravesar tiempos que le son ajenos. Parece que el día nunca alcanza y la noche se acorta.
Sobrecarga
“Son todos los factores que realmente se están sufriendo, los sufrimos todos”, aseguró Nilda Bautista, psicóloga social y laboral. “La vida está en constante movimiento, nos presenta momentos no tan gratos, nadie estaba preparado para una pandemia y a raíz de ella hay daños colaterales, la gente se expresa de ese modo”, refirió.
Dijo que muchas personas manifiestan miedos, incertidumbre, que han perdido la seguridad. “Cansancio, incertidumbre, miedos que se despiertan, también se está a mitad de año... Hay una sumatoria de situaciones que nos llevan a este estado de cansancio, pocas ganas de realizar proyectos, hay un buen porcentaje de la población que está sintiendo esos síntomas”, afirmó la licenciada.
Explicó que se ha modificado el entorno, agregado a todas las otras problemáticas sociales de inseguridad, búsqueda de trabajo, incertidumbre por no saber qué va a pasar con el empleo que se tiene, esos temores a lo incierto que se profundizaron ya que “de la noche a la mañana” cambió la realidad.
Flavia sabe de qué se trata. “Estoy totalmente agotada, aunque he tenido este año el plus de algunos procesos personales”, aseguró.
Lo atribuyó en parte a un cambio importantísimo durante la pandemia que aún persiste, que implicó una sobrecarga que cree que nunca se pudo aliviar, tanto en el plano laboral como en cuanto a las preocupaciones por enfermarse uno mismo o un ser querido. “El impacto emocional, la incertidumbre, que creo que nunca hemos podido parar para procesar y que ha tenido un costo altísimo, lo venimos llevando en la mochilita, y se siguen sumando cosas de la vida que a todos nos pasan. También la situación económica, hay como un malestar muy importante, incertidumbre y pensar que quizás hoy la estamos piloteando pero que en cualquier momento se puede complicar todo mucho más. Creo que es todo un malestar que va rondando, eso hace que se vaya sumando cansancio más cansancio más preocupaciones y uno no para nunca la cabeza”, conjeturó.
Agotamiento emocional
Celia del Canto, médica psiquiatra, jefa del Servicio de Salud Mental del Hospital Lagomaggiore, reconoce que a las consecuencias ya advertidas de la pandemia se sumaron los nuevos condimentos.
“Luego de la pandemia por Covid se ha desencadenado una pandemia de trastornos mentales, con un aumento significativo de los mismos y escasos recursos en los sistemas de salud para afrontarlos, comenzó su explicación. “El ‘cerebro pandémico’ es un cerebro sometido a estrés crónico, a incertidumbre, agotado de permanecer en estado de alerta durante un tiempo prolongado. A lo que se suma la apatía y la desesperanza cuando se vive en un entorno cada vez más desalentador, llegando a provocar un estado de agotamiento emocional”, detalló.
Refirió que hay un contexto cada vez más desalentador, que es algo que se aprecia a nivel mundial y que en el país se suma el plus de la incertidumbre. Todo esto lo tiene que afrontar un cerebro agotado emocionalmente.
“La desregulación del eje del estrés que se traduce en un aumento del cortisol inicialmente provoca cambios a nivel cerebral con alteraciones en atención y memoria, ‘sensación de bloqueo mental’ e irritabilidad a nivel emocional. Se suman trastornos del sueño que potencian la fatiga y alteraciones en la inmunidad que aumenta la vulnerabilidad a enfermedades”, apuntó la especialista.
La profesional agregó: “Hubo un quiebre post pandemia y nada va a volver a ser como antes. Tal es la magnitud que la OMS en mayo de 2022 creó un Comité de Alto Nivel en Salud Mental y Covid 19 para afrontar las consecuencias mentales de la misma y en nuestro país el presidente (Alberto Fernández) hizo el anuncio del aumento del presupuesto para Salud Mental”.
“A mí todo me cuesta cada vez más. Levantarme, por ejemplo, y desde hace varias semanas. Incluso lo he comentado con amigas que están igual, es como que todo el contexto te aplasta, hay una sobredemanda que no hace más que agotarte”, mencionó Lorena, quien también padece las consecuencias.
Sugerencia: tener proyectos
La situación puede generar temor y parálisis. “Hay que superar el miedo a lo nuevo, prepararnos para construir paso a paso”, resaltó Bautista y propuso ciertas estrategias para afrontarla y salir fortalecido.
“En este momento, hay que implementar apoyo, sostén, comprensión para acompañar, para que los individuos puedan ejercer control viviendo en su ambiente social y personal”.
Dijo que hay que prepararse para el proceso de la labor diaria: “Tratar de seguir creando, trabajando, no abandonar la tarea”.
Y redondeó: “En épocas de incertidumbre se planifica con la esperanza, dice (el psiquiatra argentino Enrique) Pichon-Rivière”.
Refirió que es importante tener proyectos, seguir creando en la vida cotidiana, pensar, sentir hacer para salir de la parálisis que provocó lo vivido.