Rompiendo con todos los estereotipos culturales y sociales, cuatro mendocinas se han convertido en conductoras profesionales de vehículos de gran porte. A partir de ahora son transportistas o camioneras, una actividad que históricamente desarrollaron los hombres.
Los datos son elocuentes: en la actualidad el 0,41% de las licencias profesionales emitidas en Argentina para transporte de carga pertenecen a mujeres, según un informe de la agencia de Seguridad Vial.
En todos los casos, las chicas finalizaron la capacitación realizada a través del programa “Conductoras”, de la firma Scania, que apunta a reducir, a través de la profesionalización, la brecha de género que existe en el transporte de carga.
En la reciente edición, lograron su profesionalización –por lo tanto ya tienen el carnet — Estefanía Gómez Alfaro, de Luján, y Gabriela Tormo, de General Alvear, mientras que poco antes, en 2019, lo habían realizado Karen Aruta y Paulina Gómez Gatto, ambas de Maipú.
El programa estuvo orientado a mujeres de todo el país y la beca incluyó el curso de conductora profesional, hospedaje, traslados y comidas, todo en Buenos Aires.
El curso les brindó las herramientas para poder operar eficientemente un vehículo de transporte de cargas, así como también brindar un servicio de calidad, convirtiéndose en conductoras profesionales.
Feliz y orgullosa dijo sentirse Gabriela Tormo, hija y esposa de camioneros, profesora de inglés y mamá de dos hijos pequeños. “Aprendí a manejar un camión cuando tenía cinco años. Era un Mercedes Benz 1114, nada que ver con la tecnología que hoy tienen estos vehículos”, compara la alvearense.
Durante la primera edición del programa, en 2019, no pudo anotarse por la edad de sus niños… y lo lamentó.
Pero durante la segunda y última convocatoria resultó una de las 12 seleccionadas del total de 1200 argentinas que se habían inscripto como aspirantes.
“Pasé por distintas instancias, fue riguroso pero gratificante”, dijo, para asegurar: “Una mujer puede incluso conducir mejor que un hombre. No es soberbia, simplemente, al ser nuevas en este rubro, no venimos con mañas ni estructuras”.
Para Paulina Gómez Gatto, esta “increíble” convocatoria ha sido una de las mejores formas de incluir a las mujeres en este mundo masculino. “Siempre me gustó viajar y manejar vehículos grandes pero hace 6 años, cuando compramos el camión que hoy tenemos, mi marido me dijo ¡Tenés que conducirlo!”, evoca. “Mi cara de asombro la tiene grabada. Pensé que no podía., pero me enseñó, me dio su apoyo y confianza”, agrega. Luego, cuando se lanzó el programa quedó en la lista de las mejores y adquirió más conocimientos.
“En este ambiente la brecha es grande. En los viajes largos, de 10 o 15 días, solo se ve una mujer entre miles de hombres: este mundo está históricamente habitado por ellos”, sintetiza. Y se esperanza en que esta tendencia vaya cambiando.
“Es importante el apoyo de la familia. Tenemos una hija de nueve años que se queda al cuidado de mi mamá, somos un equipo, sin el apoyo de ella no podríamos viajar juntos”, señala.
Estefanía Gómez tiene 30 años y conoció el programa a través de la web. “Me inscribí, pasé la primera instancia, quedé preseleccionada y luego en Buenos Aires rendí junto con otras chicas. Doy gracias y me siento orgullosa”, manifestó.
La única diferencia entre hombres y mujeres es la fuerza física, apuntó, para rematar: “Técnicamente tenemos las mismas capacidades”. Explica que la brecha tiene que ver con cuestiones culturales, algo que debe superarse.
Hija de Rubén Gómez, camionero jubilado, recuerda la emoción que sentía de pequeña en cada viaje. Apenas cumplió los 18 sacó el carnet y siempre quiso seguir los pasos de su papá y hoy de su hermano Gonzalo, que conduce un camión de cargas peligrosas.
Estefanía es casada y sueña con tener hijos. “Mi esposo, que es licenciado en Administración, siempre me apoyó”, dijo. El problema que encuentra es la falta de ofertas laborales para mujeres. “Piden experiencia y eso es una limitante”, se lamenta.
“Me subí y nunca más quise bajarme”
Karen Aruta, de 31, asegura: “Lo mío fue suerte, ya que no estaba muy al tanto del programa, sino que buscaba trabajo y me saltó una publicidad para que me animara a ser una ´Conductora Scania´”, recuerda.
No se había dado cuenta de la magnitud del programa hasta que no la llamaron para comunicarle que era una de las 12 finalistas del país.
“No vengo de familia de camioneros pero mi esposo lo es. Mi primera experiencia fue en el predio de Escobar, en medio de la capacitación. Me subí y... no me quería bajar más”, reflexiona.
Cuenta que fue instructora de manejo en Mendoza hasta que le dieron la oportunidad en San Francisco, Córdoba, en la empresa Carossio y Vairolatti. “Es realmente grande y con personas muy hospitalarias”, se enorgullece de su compañía.
“¿Si me mandaron a lavar los platos?”, siempre hay algún tonto, pero por suerte es una minoría”, remata y estalla en una carcajada.