Cambio de época: venden por Facebook un mausoleo en el cementerio de Capital

Un aviso en Marketplace permite notar una tendencia en la modificación de las costumbres mortuorias. “La sociedad actual no quiere tener una imagen del dolor y, mucho menos, pagando una tasa municipal”, afirma un experto.

Cambio de época: venden por Facebook un mausoleo en el cementerio de Capital
Venden por Facebook un mausoleo de una tradicional familia de Mendoza en el cementerio de Capital. | Foto: Los Andes

No es frecuente, para nada lo es, pero tampoco es un caso único. Desde hace unos días está publicada en Marketplace la oferta de venta de un mausoleo ubicado en el cementerio de la Ciudad de Mendoza.

“Inmueble en Capital, Mendoza. Mausoleo. Se acepta oferta en base al precio U$S6.550″, dice el anuncio, y luego subraya que es una construcción “de gran categoría”. Es cierto. Es una construcción de nueve metros cuadrados, con sótano, de hormigón armado y ladrillos, revestido en gran parte en granito, con una puerta de ingreso muy llamativa de hierro trabajado, aunque no tan ostentosas como otras vecinas.

“Me contactan más por el mausoleo que por las demás cosas (muebles y antiguos) que tengo a la venta”, admite María Laura Márquez, la responsable de comercializar el mausoleo por encargo de sus dueños.

La documentación dice que fue comprado en a la Municipalidad de Capital en octubre de 1963 y allí se aportan también los detalles técnicos.

Venden por Facebook un mausoleo de una tradicional familia de Mendoza en el cementerio de Capital. Foto: Los Andes
Venden por Facebook un mausoleo de una tradicional familia de Mendoza en el cementerio de Capital. Foto: Los Andes

“La familia se puso de acuerdo en vender y me encargaron esa tarea. El lugar ya está vacío y limpio. Los restos de la familia fueron retirados y cremados”, aclara la mujer, y acota que “el mausoleo está cotizado con un valor mucho más elevado, pero la familia quiere resolver esto lo antes posible”.

El caso de la venta de este inmueble -así se lo llama, como un departamento o un quiosquito en la puerta del cine- ubicado en la manzana “F” del cementerio capitalino, es apenas una solución práctica y meditada de algo que es tendencia desde hace bastante: las familias resuelven el destino de sus muertos de una forma más rápida y tratando de que no los condicione a futuro.

Sin imágenes del dolor

“Esta es la modernidad líquida”, dice Juan Carlos González, uno de los hombres que más conoce el cementerio de Capital. González es docente y trabaja en la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza realizando, desde hace años, visitas guiadas a la necrópolis.

El concepto de “modernidad líquida (o tardía)” al que hace referencia González pertenece al sociólogo polaco-británico Zygmunt Bauman que, para sólo referirnos al punto relacionado con el tema en cuestión, sostiene que la sociedad actual no se estanca, no se detiene ni conserva cosas que antes la sujetaban a su historia.

Venden por Facebook un mausoleo de una tradicional familia de Mendoza en el cementerio de Capital. Foto: Los Andes
Venden por Facebook un mausoleo de una tradicional familia de Mendoza en el cementerio de Capital. Foto: Los Andes

González sostiene que la venta de mausoleos “no es algo normal de ver en Mendoza, pero sí en otros lugares” y también recuerda que “en la crisis de 2001 hubo muchas ventas en algunos cementerios del país”.

Con respecto a las costumbres mortuorias actuales, el guía del cementerio de Capital dice que “los mausoleos no tienen mucho sentido para las generaciones actuales, que tienen una idea más ‘moderna’ de la muerte y se inclinan por la cremación y realizar alguna ceremonia con las cenizas”.

Los mausoleos tenían un fuerte significado de poder. Era un intento de quedar en la memoria, de tratar de pasar a la posteridad y, a su vez, de marcar un status social. “Los mausoleos eran de las familias de bien, después estaban los nichos y, para los menos pudientes, las tumbas en tierra”, resume González.

Luego quedaba el osario común o como último escalón. El “reprofundo” le decían los sepultureros a ese sitio, donde se reunían los huesos de los pobres y los indigentes.

Cambio de costumbres

Pero todo cambia, y esto también fue cambiando. “En los ‘90 todos quisieron comenzar a tener asegurada una parcela en un cementerio parque”, recuerda Juan Carlos González, pero ahora esa alternativa “para muchos es un problema, porque ya no la quieren y tienen que seguir pagando expensas”.

Tener esa parcela también era, en los ‘90 aunque no en forma tan marcada como antes, un signo de status social.

Pero ahora, en este presente donde todo es breve porque mañana habrá algo nuevo, “cada vez es más fuerte la tendencia de la cremación, de las cenizas”, cuenta González. Y esto no es una presunción del profesor porque una rápida consulta a las empresas de servicios fúnebres confirmaron esto.

Hay varios factores para que suceda esto. “Estas generaciones no quieren tener una imagen del dolor porque no la necesitan. Muchas familias ya han sufrido mucho con familiares enfermos, como para después seguir sosteniendo esa angustia”, dice González, y acota que el costo anual del cementerio a veces termina generando un conflicto entre los deudos.

“Hubo un cambio de mentalidad”, sostiene el experto. “En un momento se produjo la domesticación de la muerte. Fue cuando las personas dejaban todo ordenando pensando en su muerte, para que después la familia supiera qué hacer”, incluso que estuvieran cubiertos los gastos de velorio y demás trámites funerarios.

La pandemia también aportó lo suyo. La muerte comenzó a ser algo cercano para cualquiera, por más que se intentaba creer que el que podía morir era el otro y no uno mismo.

Ahora la tendencia es la cremación. Quizás, si esto continúa, en algún momento los cementerios terminen siendo sólo paseos pintorescos en donde se recordar costumbres ya perimidas.

Tal vez las generaciones venideras acepten mejor lo efímero de la vida y sólo se concentren en vivirla lo mejor posible. Tal vez se esté aceptando que todos seremos olvidados, que nadie nos recordará en poco tiempo, más allá de lo que hagamos.

O tal vez todo esto que hoy sucede en los camposantos solamente sea otro intento del ser humano por no enfrentarse a su finitud.

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