Agustina tiene 5 años, concurre a la escuela en Tupungato y en las últimas horas su llanto conmovió al país: su tía la filmó mientras contaba que es objeto de bullying en la escuela, donde le dicen “gorda chancha”. A puro llanto, la niña contó que no quiere ir más al colegio. Que no da más: así de simple y doloroso.
La viralización del video y la angustia de Agustina no hicieron más que generar un replanteo en el ámbito social, familiar y escolar de Mendoza, donde sucedió el hecho, y de todo el país.
¿Cómo deben actuar los padres cuando un hijo recibe burlas en la escuela? ¿Qué actitud deben tomar los docentes y directivos? ¿Cómo lograr que el niño o niña sea lo suficientemente fuerte como para que estos dichos no le afecten?
En principio, desde la Dirección General de Escuelas se informó que se dio inmediata intervención y se activó el protocolo para estos casos. La inspectora regional del Valle de Uco, Rosa Aznar, dijo a Los Andes que se tomaron las acciones pertinentes para casos como éste, enmarcados en la denominación de “acoso entre pares”.
De este modo, se realizaron intervenciones en el aula (se dialogó entre alumnos y docentes respecto de los vínculos), se citó a los padres de la menor y también a los responsables de los compañeros que propiciaron las burlas y, lo más importante, se derivó a la niña a profesionales que hacen de soporte en la institución.
Al ser consultada respecto de cómo llegó la noticia al colegio –que en este caso fue a través de la viralización de un video- la funcionaria admitió que “la escuela debió y debe estar atenta en todo momento”.
“Hoy (por ayer) la niña no asistió al colegio porque, tal lo acordado con los padres, estuvo con el equipo de profesionales, pero retomará las clases el lunes”, anticipó.
Por su parte, la presidenta del Colegio Profesional de Psicopedagogos de Mendoza, Karina Bergé, indicó que la violencia es una manifestación social que nos atraviesa en todos los órdenes de la vida y, como tal, es responsabilidad compartida generar ambientes saludables para las personas, sobre todo para quienes tienen mayor vulnerabilidad: niños, niñas, adolescentes y personas mayores.
“En este caso, en referencia a la violencia en los ámbitos educativos, es fundamental el trabajo preventivo de toda manifestación de agresión y violencia, que no sólo es destinada a estudiantes sino también a las familias como pilar fundamental en la educación y crianza de sus hijos”, sostuvo.
Bergé agregó que la escuela enfrenta múltiples desafíos que exceden lo curricular específicamente, “de modo que el trabajo con la convivencia es una prioridad que hay que retomar”.
“Sin un ambiente seguro y armónico hay muy pocas chances para aprendizajes saludables que no sólo se reflejen en pruebas estandarizadas sino en la convivencia cotidiana”, reclamó la profesional.
Como familia, indicó la especialista, es importante escuchar las vivencias de cada uno de los hijos a fin de contener, no minimizar o naturalizar aquellos actos de agresión o violencia que pueden suceder en las instituciones.
También es importante recurrir a los recursos disponibles, como la escuela y organizaciones que abordan este flagelo, para realizar un tratamiento conjunto.
Respecto de cómo educar niños “fuertes” de personalidad para que estas situaciones lo afecten lo menos posible, Bergé remarcó la importancia del ámbito familiar. “Es fundamental el trabajo sobre el respeto, la empatía, la escucha. También como madres y padres fortalecer a nuestros hijos valorando y señalando los aspectos positivos, los aciertos y sobre todo la idea de diversidad. Cada persona es única y diferente con sus potencialidades y sus aspectos a mejorar”, resumió.
Para la titular del colegio que agrupa a los psicopedagogos, “trabajar en las familias estos temas desde el diálogo y la escucha posibilita una compresión de la heterogeneidad y empatía”. Por ejemplo, concluyó, el acompañamiento exaltando las virtudes y aspectos saludables es un modo de reconocer y respetar las individualidades.
“No doy más”
Tal como publicó este diario, la nena sufrió el jueves pasado una grave crisis debido a las burlas de sus compañeros que, con toda crueldad –muchas veces propia de algunos niño- la terminaron agobiando con palabras agraviantes y dolorosas. Al punto que terminó confesando “no dar más”.
“No quiero ir más a la escuela. Me dicen gorda”, confesó llorando en el video, ante la cámara de su tía que decidió filmar la desgarradora confesión de su sobrina para que algo cambie.
“Me tratan de gorda chancha, estoy cansada. Me tienen harta”, repitió la nena, que lleva dos años dentro del sistema educativo pero ya le bastó para enfrentar la crudeza de sus compañeros. “¿Qué está pasando? No lo quería hacer público, pero basta. Ella es mi sobrina y recibe bullying todos los días en la escuela. Tan sólo tiene 6 añitos ¡Basta de bullying! Los niños también sufren. Pónganse todos en el lugar del otro”, escribió desesperada en su Facebook Mariela Paz, la tía.
La publicación generó un impacto tremendo en las redes. Más tarde se supo que la escuela donde sucedió el hecho es la Lindor Castillo, en La Arboleda, Tupungato. Es la menor de cuatro hermanos y el jueves al llegar del establecimiento tiró la mochila, empezó a llorar y contó lo ocurrido.
La historia, de todos modos, terminó relativamente bien: al día siguiente, Agustina fue recibida cálidamente por sus compañeros, que hasta le hicieron una “bienvenida con carteles”.
Sin embargo, sus padres aún temen por futuros acosos. En definitiva, aunque con otras denominaciones, el bullying existió siempre.
