Un paro anunciado de colectivos, al que se sumó una huelga del Tren Sarmiento porteño, convirtieron este viernes a Buenos Aires en la verdadera “ciudad de la furia” de la que hablaba aquella canción de Soda Stereo.
Las medidas afectaron a miles de pasajeros, que toman los medios de transporte generalmente para asistir a sus trabajos. Como se sabe, la Unión Tranviarios Automotor (UTA) inició en el minuto 1 de este viernes un cese de tareas previsto por 24 horas a nivel nacional, para los servicios de corta y media distancia de todas las empresas de colectivos. En breve, está prevista una reunión con el Gobierno y las cámaras empresarias para intentar destrabar el conflicto.
Si bien Mendoza no sufrió grandes alteraciones (dado que el grueso de los trabajadores no están adheridos a ese gremio nacional), en cambio Buenos Aires fue un caos total debido a los paros.
Las historias que pudieron atestiguarse, especialmente de los perjudicados, lo reflejan a la perfección. Un caso fue el de un joven que deambulaba por la porteña la Avenida Rivadavia, en Liniers, y contó el drama vivido a primeras horas del día para llegar a su casa, en Moreno, tras una larga jornada de trabajo en un restaurante de Palermo. El paro de colectivos y del Tren Sarmiento lo complicó todo.
“Estoy desde la 1 de la mañana tratando de viajar desde Liniers. Vengo de Palermo porque trabajo en un restaurante. Esperé dos horas porque no decían nada que no había trenes. Voy hasta Moreno, a Francisco Álvarez”, explicó el joven a diario Clarín.
Hasta el momento de la charla, el trabajador no tenía chances siquiera de pagar un taxi y llevaba a la intemperie casi 24 horas desde que salió de su casa el día anterior.
Otros damnificados eran los pasajeros del tren Roca, que llegaban desde el sur del conurbano bonaerense, pero a sabiendas del paro, habían organizado opciones para sortearlo. “Por suerte pude arreglar con un compañero para que me pasara a buscar por acá con el auto y vamos juntos. Tengo que ir hasta cerca de la cancha de San Lorenzo. Generalmente tomo el 143, pero hoy no funciona”, contó, también al diario Clarín, otro joven. Junto a él, otro contó su experiencia: “Sabía del paro, así que tomaré el el subte para ir hasta Once. Acá está un poco complicado para entrar a la estación. Va a ser heavy todo el día, pero no queda otra”.
El subte era la primera alternativa para la mayoría de los usuarios de colectivos que se quedaron a pie. Claro que no todos sabían del paro. “No, la verdad que no sabía. Tengo que viajar para Colegiales. Ahora voy a tomar el subte. La verdad que ya estoy repodrido. No quise entrar por adentro de la estación porque está lleno de gente. Es una vergüenza”, se quejó otro trabajador, que prefirió eludir el pasaje interno de la estación de tren a la de subte por la cantidad de gente que transitaba por ahí.
Un hombre con su mochila al hombre y un gorro de lana en la cabeza esperaba en la parada del 59 el colectivo que lo llevara hasta avenida Las Heras al 1400. “Escuché que este colectivo iba a andar, pero no pasa ninguno. Me dijeron que vaya en subte, pero la verdad que no sé cómo llegar. Nunca lo usé, y no quiero perderme”, confesó.